Este síndrome se apodera de los cuerpos en segundos, congelando corazones y causando infartos fulminantes. Es un asesino silencioso. Sufro hipotermia tantas veces que ya perdí la cuenta. Yo que soy amante de la opulencia y de la perfección, de la belleza y de hacer el amor; me he vuelto esclavo de chimeneas, de edredones y de calefactores. ¡Es frustrante no ser normal! Toda mi vida fue un frio infierno hasta que ella lo calentó. Una chica promedio, sin belleza ni elegancia. No logro entenderlo, pues esta enfermedad es incurable, según los médicos y; sin embargo, ella me hace normal.