Está mirando a todos lados y no habla a pesar de tener diez. En ocasiones, no reconoce a su padre alimentándolo y con todo, sus doblados pies indica lo feliz que puede llegar a ser. No se aburre y aunque se enoje por no entender su alrededor tan despiadado, él siempre verá lo mejor de él. Su padre, en cambio, no es muy feliz a veces y más cuando la compasión de los inentendidos se hace presente. Él los ignora, pues sabe lo que tiene que hacer y guiándole al lugar estrellado, disfruta el mundo como su hijo lo ve.