Ella estornudó y ocasionó un gran terremoto; que, a su vez, trajo consigo un tsunami en las zonas más húmedas y altas de su cuerpo. De rasurarles los árboles, su sistema de defensa decayó y ahora, padece una enfermedad respiratoria. No tiene cura. Se está muriendo, y lo sabe. Y, poco a poco, se está deshidratando. Su cuerpo ha cambiado volviéndose completamente loco; donde antes era caliente, ahora le invade el frío, aunque también, pasa en sentido contrario. Le han prestado ayuda; pero no es suficiente, puesto que la mayoría de sus hijos, no le importa si vive o muere.