La muerte, la vida y un despreocupado joven jugaban un juego de mesa. La vida se ponía cada vez más triste al ver como el joven y la muerte le ganaban en el juego. Al final, quedaron jugando estos dos. El joven, disimulaba su alegría con una leve sonrisa, para no afectar el estado de ánimo de vida y la muerte, indiferente, los ignoraba a ambos.
—No importa — dijo el joven colocando su mano sobre el hombro de vida—todavía hay tiempo para seguir disfrutando.
—No te confíes, — replicó la muerte— recuerda que a mí me gusta dar muchas sorpresas.