Quiero muchísimo a Evie, pero esta vez se ha pasado y mucho. Sé que ha sido ella quien ha organizado este juego y encima con una intención oculta.
Me ha encerrado con ella, con la chica que lleva años volviéndome loco. Trato de mantenerme tranquilo, pero me es imposible.
- ¿Y ahora qué hacemos? – me pregunta ella, con la voz temblorosa
- Supongo que encontrar una salida – respondo, fingiendo tranquilidad-
La observo mientras se mueve por la cabaña, buscando pistas. Intenta parecer concentrada, pero a simple vista se ve que está muy nerviosa y evita mirarme directamente. Me doy cuenta de que, incluso después de todos estos años, sigue comportándose conmigo de la misma manera. Y eso me conmueve más de lo que debería.
- ¿Estás bien? – le pregunto, al ver que está demasiado callada
- Sí, solo estoy pensando en cómo podemos salir de aquí
Respiro hondo. Ya no quiero callarme más, pues tal vez nunca pueda tener un momento como este, con ella tan cerca. Así que decido arriesgarme
- Justo estaba pensando en una cosa. En algo que me he dado cuenta – digo, sabiendo que en unos segundos podría cambiarlo todo
- ¿Y qué es?
La miro un momento y me acerco. Y la beso sin pensarlo más. Pero su reacción no es la que espero.
- ¿Pero qué haces? – exclama, a la vez que me empuja. Tiene las mejillas encendidas
- Lo que he tenido que hacer hace tiempo – respondo, sin atreverme a mirarla a los ojos
- ¡Pero no te he dado permiso para hacerlo!
- Tienes razón, lo siento. Pensé que tú también querías
- ¿Pero eso de donde lo sacas? – Dice ella, desconcertada
Levanto la mirada y digo, sin nada de arrogancia en la voz:
- Porque yo también me pongo nervioso cuando estás cerca. Te he visto templar, ponerte roja…y eso es lo que me pasa a mí también.
Ella se gira, como si necesitara un momento para procesarlo. Y yo la entiendo, pues he estado lidiando con esto durante años
- No eres la única que se queda bloqueada cuando está frente a la persona que le gusta – añado
Se da la vuelta y me mira fijamente´
- ¿Qué has dicho?
- Que me gustas. Desde hace mucho tiempo. Pero pensé que sería raro, que tú no me verías de la misma forma, que Evie se enfadaría…
No hay reproche en su cara, solo sorpresa. ¿O quizás también esperanza?
- Puedes comprobar que digo la verdad – digo con suavidad, guiando su mano hacia mi pecho, donde mi corazón late con fuerza.
Nos miramos. Ya no hace falta decir nada más. La beso de nuevo, esta vez despacio, como si tuviera miedo de que no me correspondiera. Pero lo hace. Y todo tiene sentido para mí durante unos segundos, porque de pronto la puerta se abre de golpe y nos separamos rápidamente
- Eh…hola – dice Evie, levantando una ceja – Como tardabais tanto, venía a echaros una mano con el juego.
- Ya da igual, paso de seguir jugando – dice ella, con un hilo de voz
- Yo también, es más, es mejor que me vaya – digo, antes de salir rápidamente. No porque me arrepienta, sino porque necesito espacio para procesar lo que acaba de pasar.