No me podía creer lo que estaba oyendo. ¿En serio me iba a obligar a casarme con él?
Eso era cierto, mis padres habían accedido a que yo contrajera matrimonio con este tipo, quien no era nada más y nada menos mayor que yo por 12 años. Aparte de que ellos pensaban que con él tendría futuro, pues era un millonario que poseía muchas tierras
Di un paso hacia delante y le contesté: - Pues no lo parece – Y di media vuelta para ir a mi habitación y una vez allí eché el cerrojo.
Es verdad que era un buen tipo, y es más, me había tratado muy bien desde que me fui a vivir a su casa (que en realidad era una mansión), pero en ese momento estaba llena de rabia e impotencia por todo lo que me habían hecho mis padres, de hecho, ellos creían que yo era una inútil y que no era capaz de hacer nada y por eso habían aceptado la propuesta de (*) para casarme con él. A sus 36 años, era un respetado millonario que vivía en Cádiz, España, y que había heredado muchas tierras, como había mencionado anteriormente. Medía 1,80 metros, y tenía los ojos de diferente color, el derecho era verde y el izquierdo era de color marrón. Sí, él tenía lo conocido como “heterocromía”. Sin embargo, esos rasgos especiales no le habían impedido ganarse una buena fama en el país. Mis padres lo habían conocido por una amiga de mi tía quien también vivía en Cádiz, pero que a veces venía a mi ciudad natal para hacer diferentes negocios. Y yo sólo era una muchacha normal y corriente que solamente quería encontrar su lugar en el mundo, pero que la gente creía que mi destino era estar anclada a este tipo y a este estilo de vida, y además yo no sentía amor hacia él-al menos, él me tenía aprecio y respeto, que ya era algo
Y me encaminé hacia mi nueva vida
1 MES DESPUÉS
Transcurrió una semana desde que me había casado con (*). La verdad era que no hablábamos mucho, ya que él estaba viajando muchas veces por cosas de trabajo, y las veces que estaba en casa se dedicaba estar en su despacho haciendo sus cosas. Aunque también nos veíamos en las comidas, solo intercambiábamos unas palabras, y pasar de que teníamos una cama de matrimonio para los dos, yo me iba a dormir antes que él, así que tampoco nos relacionábamos
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Unos días después, yo había quedado con una amiga en la casa, y en ese momento nos encontrábamos en la sala de estar viendo una película, cuando entró (*) y me preguntó:
Yo miré a mi amiga, quien asintió y se fue para dejarnos intimidad
Levanté una ceja y dije: - Ah vale, lo que quieras. ¿Qué quieres hacer?
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Una vez allí, él se sentó en su sillón y yo en una silla enfrente suya. Pasaron unos segundos hasta que dijo:
Y así fue como me adapté a esta nueva vida