( Domingo 1 de marzo de 2020)
Una vez que (-) me dejó en la puerta del bloque de pisos donde vivía, le di las gracias y le regalé una sonrisa, la cual me la devolvió. Cogí la maleta y fui hasta el piso donde residía durante el curso. Cuando entré, cerré la puerta y me apoyé en el marco de la puerta mientras soltaba un suspiro. Vale, había conseguido “sobrevivir” al viaje sin desmayarme. Una vez que ya estaba tranquila, llevé la maleta hasta mi habitación para sacar las cosas y colocarlas en su sitio.
A la noche, tras cenar y lavarme los dientes, me puse el pijama y encendí la tele para ver una serie. Sin embargo, no podía concentrarme en ver el capítulo, ya que solo pensaba en cierta persona, en sus ojos, en su sonrisa, en su forma de ser…La verdad es que tenía sentimientos hacia él desde hacía casi 4 años y me sentía un poco incómoda con la situación, pues me sentía débil, vulnerable. Y como llevaba un rato distraída, decidí acabar con aquello que, en el fondo, deseaba y que no me atrevía a hacer hasta ese momento. Me dirigí a mi habitación (no sin antes apagar la tele) y me tumbé en la cama. A continuación, me bajé los pantalones y las bragas y comencé a tocarme ahí. Primero acaricié mis muslos, luego los labios mayores hasta llegar a mi clítoris. En el camino, pude notar que estaba muy húmeda, fruto de la excitación que poseía en mí. Una vez que llegué a ese punto sensible, empecé a acariciarlo y poco después a frotarlo mientras pensaba que era (-) quien lo hacía. Aparte de eso, también metí un dedo de la otra mano en mi vagina.
Como seguía estando bastante mojada, me pasé toda la humedad de los pliegues al clítoris y continué frotándolo con los fluidos. Tanta era mi excitación en ese momento, que al cabo de unos segundos, llegué al orgasmo y jadeando de placer. conseguí recuperar el aliento, y me dije a mi misma:
Y así supe de forma definitiva que estaba perdida por él.