Microrrelatos/ Historias cortas

EXTRA NO ME PUEDES OBLIGAR A CASARME CONTIGO (2)

  • ¿Y que tal con (*) – Me preguntó mi madre cuando (*) se fue al baño, rompiendo el silencio
  • Bien, al principio fue un poco extraño, pero he podido adaptarme – Respondí de manera cortante

(*) quería reunirse con mis padres al volver de Asturias, ya que esperaba que yo mejorara mi relación con ellos. Yo me abstenía, pero al final no me quedó más remedio. Al menos conseguí que (*) me acompañara

- Pues claro que estás muy bien con (*) – Respondió mi padre – Recuerda que yo te busqué un buen hombre para que te casaras e hicieras algo con tu vida

Fulminé a mi padre con la mirada y le dije con sarcasmo:

  • Discúlpame padre, por no ser la hija perfecta. Y para serle sincera, sí que tengo un sueño, pero nunca os habéis preocupado por conocerme del todo. No soy una inútil cómo pensáis – Añadí, mirando también a mi madre
  • A mí no me hables en ese tono, jovencita – Amenazó mi padre
  • Te hablaré como me dé la gana – Siseé, olvidando las formalidades
  • ¡Basta! – Gritó mi padre, golpeando la mesa y haciendo que algunas personas nos mirasen, pero yo no les hice caso, ya que solo tenía los ojos puestos en mi padre. A mí se me subía y bajaba el pecho de la rabia que sentía en ese momento.
  • ¿Qué está pasando aquí? – Preguntó (*), que acaba de llegar del baño

No respondí, solo me limité a levantarme de la mesa y salir por la puerta, ignorando todas las miradas y la voz de (*) a mis espaldas

No sé cuanto tiempo tardé en llegar a casa, pero no me importaba. En realidad, no me importaba nada y tampoco tenía ganas de nada. Esa era la sensación que tenía cuando había discutido todas esas veces con mis padres, especialmente con mi padre, que era el más duro conmigo. Me quitaban las ganas de vivir, había sido así toda mi vida. Realmente no les importaba, y siempre me habían subestimado. Era por eso que pensaban que yo era una inútil y por eso me habían casado con (*), aunque en verdad fuese una mentira.

Pero al menos había ganado un aliado en todo esto. Cuando (*) me confesó todo aquello en Asturias, sentí un halo de esperanza, a pesar de haber salido corriendo poco después a causa del beso que le permití darme porque yo también sentía algo por él y no quise admitirlo hasta que volví a la cabaña y después pasó el resto.

Entendía sus intenciones de que yo me reconciliara con mis padres, él había pasado por cosas similares a mí. Durante toda la cena, yo había estado callada y solo hablé cuando (*) me preguntaba algo, o reía cuando él decía algo gracioso. También me cogía de la mano debajo de la mesa para darme apoyo cuando mis padres se dirigían a mí y yo solo les respondía con un simple asentimiento o con una palabra.

Pero lo que él desconocía era que eso de llevarme bien con mis padres era una misión imposible, y que cuando llegó a casa un rato después, de forma definitiva, lo comprendió. Yo me encontraba sentada en la sala de estar cuando él regresó y me dijo:

  • Lo siento, yo…

Alcé una mano para que se callara y negué con la cabeza

  • Entiendo que estés enfadada, pero…
  • Cállate – Le interrumpí con voz firme. Espero que con esto sepas que es imposible que mis padres y yo nos llevemos bien. Además, también sabías perfectamente lo que me hacían antes de estar contigo y te dio igual
  • No, no me dio igual. Creía que todos los padres, aunque sean duros con sus hijos, se arrepienten de sus actos y les piden perdón. Es por eso que quise reunirnos con ellos. Mi padre lo hizo conmigo, se disculpó y durante el proceso, se mostró muy arrepentido

Me levanté del sillón donde estaba sentada y cuando me acerqué a él le dije:

  • Bueno, pues ya has visto que los míos no lo van a hacer nunca. Espero que lo comprendas por fin.

Y sin esperar una respuesta, me giré para irme, pero me cogió del brazo y me hizo volverme a él para darme un abrazo

  • Lo siento, espero que puedas perdonarme. – pero yo no le contesté, simplemente me quedé allí en sus brazos, oliendo su aroma, hasta que él rompió el silencio y me dijo:
  • Por cierto, que sepas que me ha encantado la forma en que te has enfrentado a tus padres durante la cena, estabas muy sexy -yo me separé un poco de él y le miré arqueando una ceja
  • Pero si estabas en el baño, y está un poco lejos del comedor, ¿cómo es posible que hayas oído algo?
  • No he oído las palabras exactas, pero sí tu voz. Luego he salido un momento y he visto parte de la escena. Y he pensado: ¡Esa es mi chica!
  • ¡Anda ya, que tonto eres! – Exclamé, ruborizándome, mientras le pegaba un empujón y él se reía



#14273 en Otros
#4269 en Relatos cortos

En el texto hay: crush, amor, metas

Editado: 18.03.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.