Apoyada en el balcón de la casa Mikaelson, me dedicaba a contemplar el barrio francés de la ciudad de Nueva Orleans. Me sentíaun poco insegura, ya que ahí habitaban criaturas sobrenaturales como brujas, vampiros y hombres lobo. Luego estaba yo, una simple humana, así que era normal que tuviera miedo, ya que ellos poseían más habilidades y fuerza que yo.
Al final no tuve más remedio que venirme a Nueva Orleans con Klaus, ya que no estaba segura en España, pues unos cuantos vampiros sabían que yo conocía a Klaus y para provocarle, decidieron ir a por mí. El primero fue ese vampiro que me atacó en el pueblo de mi madre mientras estaba en la feria. Luego poco a poco vinieron más.
Después de un rato, oí la voz de Klaus a mi lado, sobresaltándome:
- Si sigues ahí más tiempo, te vas a resfriar, amor.
Le miré un momento, y le repliqué : - No sé desde cuando te importa la salud de una simple humana
- Me has importado en todos los aspectos desde que te conocí. Más todavía en este momento en el que estás en peligro. Solo quiero protegerte.
- ¿Ah, sí? ¿Cómo protegiste a Camille de esa chica que además se llama como yo y a la que tienes disecada en esta misma casa? Porque por lo que tengo entendido, ella la asesinó, y que además, Camille era como yo, una humana, y fíjate cómo acabó. - Dije con dureza, mientras me separaba un poco de él
Él se sorprendió ante mis palabras, ya que no se las esperaba. Abrió la boca para decir algo más, pero yo continué hablando:
- Ah, y sin mencionar que también estabas enamorado de Caroline, por no decir que lo sigues estando. Pero claro, ella es otra historia, pues es un vampiro y te ha rechazado en múltiples ocasiones, y que se casó con Stefan Salvatore, que fue un antiguo aliado y amigo tuyo, y que además tuvo un par de hijas a causa de ese hechizo para proteger a ese linaje de brujas.
- Aurora... -
- No, Klaus, basta. No sé que es lo que tramas con todo esto, pero déjame tranquila. Tú y yo estamos en diferentes mundos y no quiero involucrarme en el tuyo. Solo quiero ser una chica normal y corriente y vivir mi vida. Sí, te agradezco que me hayas salvado de esos vampiros y que me dejes quedarme en tu ciudad, pero ya está.
- ¿Es en parte porque me tienes miedo? - Me preguntó.
Me encaré para mirarlo y le contesté: ¿No es más que obvio?
- Pues no deberías, jamás te haría daño, Aurora.
Levanté una ceja y dije: - Ni tu mismo te crees eso. Por mas que trates de protegerme o proteger algo, siempre hay daños. Supongo que lo habrás visto en más de una ocasión en todos tus años de vida, pero no quieres admitirlo.
- Sí, si que lo he visto, pero ya me conoces: soy un maldito orgulloso al que le cuesta decir que la ha cagado.
- ¿Ves como no era tan difícil admitirlo? - Le contesté de mal humor, y me fui para la puerta que daba el balcón a la casa, pero él me dijo:
- Ah, y Aurora... - Me paré, pero no me di la vuelta y él continuó: - Ten cuidado con lo que haces y dices. Recuerda que hay criaturas sobrenaturales en esta ciudad que estarían dispuestos a matarte. Te aviso para que controles esa lengua. No todo el mundo va a aceptar ese mal genio que te guardas bajo esa fachada de ángel.
Y entré en la casa.