2 años después
No sabía en qué momento el tiempo había pasado tan rápido. El año anterior (*) y yo, aprovechando que ya éramos una pareja estable, habíamos decidido formar una familia, y habíamos intentado tener hijos, pero por algún extraño motivo, no había conseguido quedarme embarazada. Un día, fuimos al médico a realizarnos unas pruebas, pues (*) quería saber si él también estaba sano. Sin embargo, el problema no procedía de mí, sino de (*). El médico le dijo que su carga de espermatozoides era baja, y que estos tenían poca movilidad. Conocía demasiado a (*) para saber que esa noticia le había descolocado, aunque su expresión era firme. Cuando llegamos a casa, él me dijo, bastante desanimado:
Él asintió, todavía un poco triste
Y así fue. Nos pusimos en marcha con los papeles de adopción, y al cabo de medio año nos confirmaron que nos podíamos hacer con la custodia de Alba, la niña que queríamos adoptar, y que había sido abandonada por sus padres bilógicos, que por aquel entonces ya había cumplido un año y medio.
No podía explicar con palabras la primera vez que llevamos a Alba a nuestra casa y la carita que se le quedó al pasearse por todas las estancias de la gran mansión, la manera en la que correteó por todos los lados… (*) y yo estábamos tan felices, por fin teníamos lo que deseábamos.
Quizás no fuésemos la mejor familia, pero no nos importaba, porque teníamos por fin la libertad y el amor que ansiábamos. Y esa pequeña vida que venía por fin a nuestra casa llegó para elegir ser otra cosa, algo nuevo, verdadero.
Porque hay algunas cosas que no se heredan, se cultivan
FIN