.- ¿Pues sabes qué, tía? – me pregunta Evie de la nada, mientras hablamos de temas random – Que menos mal que mi primo es oftalmólogo y no ginecólogo.
- ¿Disculpa? – respondo, atragantándome con mi propia saliva
- No me mires así – dice ella, encogiéndose de hombros – Es la verdad. Imagínate la situación: tú ahí en la camilla y él con los guantes y la bata. Definitivamente no. Al menos te mira los ojos, que es más romántico que si te tuviera que mirar la vagina.
- ¡Evie! – exclamo
- O incluso que fuera cardiólogo. Te hace las pruebas para mirarte el corazón y averigua enseguida que estás por él por tu latido. Entonces sí que te morirías ahí mismo de un ataque, o como mínimo te daría una taquicardia – sigue hablando ella sin filtro alguno
Yo no puedo hacer otra cosa que taparme la cara con las manos. Ella, mientras tanto, se ríe como si fuera la mejor broma del mundo. Y yo, aunque me muera de vergüenza, no puedo evitar sonreír.