Estoy con Evie en su casa después de comer algo en la plaza del pueblo, viendo una serie en su ordenador. Al cabo de un rato, sin poderlo evitar, le pregunto:
- ¿Tu primo no viene hoy?
Ella me mira de reojo con esa expresión suya.
- Sí, pero no hasta mañana porque tiene que acabar unas cosas en la clínica.
Asiento, fingiendo que no me importa, aunque por dentro siento alivio y decepción a partes iguales
- Vale – respondo, volviendo a mirar la pantalla del ordenador.
Pero Evie no se rinde tan fácilmente y sigue metiendo el dedo en la llaga.
- Oye… ¿Y si cuando venga dormimos los tres en mi cama?
- ¿Qué? – digo ojiplática.
Ella se encoge de hombros – Sí, ¿por qué no? Además, mi cama es grande y no hay más habitaciones disponibles, ya que mis padres y mi hermana tienen la suya y dormir en el sofá es muy incómodo.
La miro como si hubiese perdido la cabeza.
- Evie…no puedes estar hablando en serio.
- ¿Por qué no? Somos primos y tú eres como de la familia, así que relax, que no pasa nada
- ¡Claro que pasa! – exclamo - ¡Que me moriría! ¿Tú sabes lo que sería dormir en la misma cama que él?
- ¿Qué tan malo sería?
- ¡Que no podría dormir porque sentiría su calor y respiración! Y acabaría imaginando cosas que no debería.
- ¿Cómo cuáles?
- ¡Evie! No me hagas decirlo.
- Vamos, que no es para tanto – dice – Además, si te pones así con solo pensar eso, imagínate cuando os beséis.
- ¡No vamos a besarnos! – exclamo demasiado rápido.
- Claro que no – responde con una sonrisa burlona – Porque tú seguirás huyendo al baño cada vez que te mire.
Me quedo callada, porque sé que tiene razón.
- ¿Sabes qué? – dice Evie, cambiando a un tono un poco más suave – Si algún día os atrevéis a estar juntos, quiero que me lo digáis primero a mí, porque he sido vuestra shippeadora desde el día uno, especialmente desde que te tropezaste en la boda y él te sujetó.
Sonrío – Vale, lo prometo.
- Y si no lo haces… - añade – Les diré a mis padres que has dormido con mi primo en mi cama
- ¡Evie! – grito a la vez que le tiro un cojín y ella se ríe.