Blue Velvet se encontraba sentada en el techo del restaurante. Amaba las azoteas y hermosa vista que ellas brindan, el poder observar a las personas de abajo sin que ella se percatara le daba un poco de picardía. Un grupo de amigos estaba tomando cerveza en una de las mesas mientras reían y les echaban un ojo a las chicas de la mesa de enfrente. Blue Velvet rodó los ojos, los hombres nunca iban a cambiar y menos las mujeres quienes reían entre dientes. Una pareja comía plácidamente mientras que las personas salían del gran edificio.
Blue Velvet observó las torres que se posaban frente a ella. Todo era tan diferente a Pestrom. Los edificios eran más iluminados, el cielo más despejado, las risas se escuchaban alrededor de toda la ciudad y la cantidad de Aberrantes o criminales eran casi nulas. Todo gracias a un hombre que era más veloz que un rayo, o casi veloz.
Los colores estaban vivos en todas las esquinas y las noches eran lo mejor. Todos salían, disfrutaban de una noche de copas sin preocupación, a diferencia de Pestrom que siempre había un criminal en cada esquina, un nuevo Aberrante aparecía en las noticias junto con una noticia de un chico desaparecido o alguien siendo asesinado.
—Alan —murmuró Blue Velvet y le dio un mordisco a su cupcake de Red Velvet—, sal de una vez, vas tarde.
Todos los días Blue Velvet debía vigilar su lugar de trabajo. Su oficina quedaba en el piso 6 de la torre Prosperity, siempre salía a las 8:00 pm más tardar a las 8:10 pm, siempre era porque peleaba consigo mismo para poder invitar a una chica que le gustaba de su lugar de trabajo para que al final ella saliera primero de la oficina y lo dejara atrás. Típico de niño inseguro.
—I’m so fucking happy you’re alive —comenzó a cantar Blue Velvet. A través de su comunicador adherido a su oído logró modificar la red haciendo que Alexa estuviera sincronizado a ella—, swear to God, I’m down if you’re down, all you gotta say is right.
Había estado tanto tiempo esperándolo que comenzó a escuchar música.
Al cabo de unos segundos vio a Alan salir del edificio acompañado de otros trabajadores o clientes. Parecía un poco decepcionado.
—No lo lograste, de nuevo —murmuró Blue Velvet y dio otro mordisco terminando con su dulce.
Se sentó de forma que los pies quedaran pendiendo en el techo. Su bota jamás se saldría de su pierna, puesto que era su uniforme y estaba adherido. Su traje azul no había cambiado nada, seguía siendo llamativo y revelando mucho su cuerpo.
Alan dobló a una esquina y se largó. Blue Velvet se puso de pie en el borde de la azotea y se cruzó de brazos. Ciertamente, no se aburría de vigilarlo, ya que cada día era un nuevo capítulo. Siempre ocurría algo, bien fuera su madre, su padrino o los casos que él resolvía con ellos. Constantemente ocurría algo entretenido, al igual que la chica que le gustaba, Twyla.
—Las encontré —habló un hombre por el comunicador de Blue Velvet por encima de la música. Apagó la música—, encontré a las chicas en la casa número J-3 de la urbanización Willow.
Blue Velvet había estado al tanto de las comunicaciones policiacas y constantemente tocaban el tema de unas chicas latinas que habían sido secuestradas para traficarlas como prostitutas. Por supuesto que ese tema le llamó la atención. Ella era latina y sentir que las mujeres estaban siendo aprisionadas le ardía la sangre, esperaba que lograran identificar la localización para entrometerse porque perseguir a Alan le quitaba mucho tiempo.
Lissa alzó la mirada para ver las calles. Estaba un poco lejos, pero no duraría nada si pudiera volar.
— ¡Son demasiado! —Dijo un hombre—. Necesitamos ayuda… ¡Hombre caído! Tenemos un hombre…
La llamada se cortó.
No podía esperar a que la estación de policías les diera una respuesta a estos chicos, Lissa se transmutó en un rayo y comenzó a despegar vuelo confundiéndose entre las nubes.
Blue Velvet llegó al precinto. Las luces de los postes eran lo único que iluminaba la urbanización Willow, todas las casas estaban deshabitadas, no había ningún hombre que viviera cerca. Se aproximó a la casa, incluso el jardín principal estaba repleto de basura, el olor era putrefacto, debía de haber cadáveres enterrados aquí. Rodeó todo y caminó por el camino que daba hasta la puerta. El césped estaba seco y largo. Se acercaba el otoño.
El frío era atroz, pero eso no la detuvo, menos el silencio que invadía las calles. Blue Velvet giró el pobo y ni siquiera se hallaba cerrada, estaba abierta. Entró al lugar. Estaba oscuro, era de esperarse.
Blue Velvet alzó su mano y dejó que una luz se desprendiera de su mano usándola como una fogata iluminando gran parte de la vivienda. Esto estaba abandonado, no había rastros de que otras personas entraron a estos lugares, sin embargo, se acercó más. Vio sobre su hombro como sus zapatos altos dejaban las huellas en el mármol a causa del polvo que desprendía. La única huella era la suya y lo supo en un instante.
Escuchó pasos por encima de su cabeza, estaban en el segundo piso y no eran criminales. Sabía que ni siquiera había un secuestro en primer lugar. Todo fue una puta trampa.
Lissa sobrevoló el suelo y subió las escaleras sin tocar el suelo hasta llegar a la segunda planta. Seguía vacío y silencioso. Los pasos se detuvieron y la pared que se hallaba a su espalda estaba raramente caliente.
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Editado: 23.12.2024