Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 8 ~ God is a Woman

—Ya te has pasado de la raya —dijo Alan entre dientes.

Alan debía mantenerse en calma, el simple recuerdo lo mantuvo paralizado, solo escuchaba su respiración y el resto era ruido que no acapara su atención. Scorpion continuaba con una mirada retadora y esa sonrisa de satisfacción que quería quitarle de su cara.

—Ese es exactamente mi punto —señaló Scorpion y colocó ambas manos en su cintura—. Tú y yo tenemos un límite, una línea que nos divide que podemos atravesar.

— ¿Qué? —Alan liberó su empuñadura. Sus uñas comenzaban a desgarrar sus palmas.

—Eres hermoso y creo que no es una sorpresa saber que… bueno… Me gustas —Scorpion bajó la mirada mientras se encogía de hombros. Estaba ruborizada.

Esa reacción sorprendió a Alan. Pensar que una persona tan cruel podía tener sentimientos, sentir que su corazón golpeaba contra su pecho o el simple hecho de tener corazón. Alan frunció el ceño.

—Está bien… pero…

—Pero no somos el uno para el otro, Andron —dijo ella. A Alan le costaba adaptarse a su nuevo nombre o alias que le había colocado el público.

—Podemos arreglar eso —Alan extendió su mano—, de nuevo, como te dije en el banco, podemos tomar una mejor vida, una solución.

Era un movimiento muy arriesgado entregarle su mano sabiendo que al tocarla podría intoxicarse como la última vez pero si lograba hacer que ella entrara en razón, entonces habría valido totalmente la pena.

Scorpion escudriñó la mano de Alan. Estaba limpia y tersa, Scorpion vio sus propias manos y al verla llenas de pólvora y cenizas comenzó a tiritar. La diferencia entre ambos era demasiado, él era claridad, luz, y esperanza todo lo que ella jamás logró ser. La mugre entre sus uñas la hizo estremecer, bajó sus manos y las colocó detrás de su espalda, esperaba que él no notara eso.

Ella solamente negó con la cabeza y el portal se abrió a sus espaldas. El aro revelaba una puerta de metal y unos cuantos cabos a sus costados de diferentes colores y algunos resaltaban por el color tan iluminador.

Alan corrió pero nuevamente era demasiado tarde. El portal se había cerrado después de haberse tragado a la chica escorpión. Maldijo entre dientes y esta vez decidió no apoyarse de las cámaras si no de su instinto.

¿Dónde podría haber ido esa chica? Al lugar más profundo ¿Por qué iría allí? Porque mientras más bajo era el nivel, más peligrosos eran los reclusos. Eso seguía en duda ¿Por qué querría uno de los reclusos más temidos y grandes? Nadie sabría.

Alan corrió bajando los peldaños a toda velocidad y el último nivel, donde no había más escaleras, donde el calor se propagaba y no había soldados, había llegado al final del mundo. Esta vez caminó inspeccionando la zona, no había militares por ningún lado, apostaba que Scorpion hiciera algo al respecto, las cámaras estaban activadas, observándolo como un león a su presa. Eso no era lo importante, si no como solo había una puerta en el extenso pasillo.

—Llegaste —dijo Scorpion con una sonrisa en su rostro.

Alan se acercó a ella. Incluso con los bombillos iluminando el lugar sentía la penumbra, la mirada de alguien al final de todo.

— ¿Qué hacemos aquí? —Preguntó Alan y se detuvo frente a la escotilla de metal.

La entrada tenía una abertura en medio, al lado un panel con números y lo que parecía ser un lente para leer retinas o huellas dactilares, no sabría decirlo. Por encima de la puerta marcaba un letrero que leía «MID».

—Aquí —Scorpion palpó la puerta de metal. Estaba helada al tacto—, hay algo que me llama mucho la atención. Quería que lo vieras conmigo como si fuera nuestra primera cita.

—Aquí vamos de nuevo con la primera cita —Alan colocó los ojos en blanco.

Scorpion era incongruente a su manera. Primero era persuasiva en iniciar una relación con él, luego era renuente debido a sus diferencias.

— ¿Sabes lo que eso significa? —Señaló Scorpion el letrero—. Monster Inside the Dome. Monstruo dentro del domo ¿Sabías que casi nadie sabe de la existencia de este lugar? La mayoría sólo logra dar hasta cierto punto, los militares más rudos son los que se encargan de cuidar esta puerta, pero claro, los teletransporté a Cuba, espero que les guste el Caribe.

Scorpion rió entre dientes.

—Ya está…

—Recuerda que no puedes tocarme —dijo Scorpion y Alan se detuvo en seco.

Estaba a solo unos milímetros de tomar sus muñecas. Lo recordaba pero el hecho de que ella lo dijera tan fríamente era porque estaba casi seguro que todo su veneno lo había enviado a una zona de su cuerpo, y era esa.

Alan se apartó y Scorpion sonrió.

—Ahora, ven —una puerta se abrió frente a la puerta—, tenemos acceso libre a todo. Son entradas VIP.

Esta vez Alan no podía hacer nada más que seguirle la corriente. Asintió y Scorpion saltó al umbral Alan vaciló unos segundos pero se encaminó al aro, una vez dentro el clima había cambiado. La habitación estaba helada, el silencio que había en el corredor había desaparecido y lo único que se escuchaba era el agua caer en algún lado, casi similar a la lluvia, el olor a humedad y óxido lo hizo estremecer sin contar con las pantallas y máquinas que se encontraban adheridas a las paredes.




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