Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 11 ~ High Hopes

Por como todos hacían reverencia al ver a la mujer se debía suponer que era una mujer importante. Desde la distancia en la que Alan se encontraba podía diferenciar las diversas medallas que pendían en su blazer, al igual que unas cuantas estrellas adornando sus hombros.

La mujer desapareció al adentrarse al precinto. Lo único que pensaba era en cómo era su culpa, él no había puesto las bombas pero claro que fue a la escena del crimen y aparecía en los videos.

—Muchas gracias por todo —agradeció Shawn Brown y el mesero asintió una vez antes de retirarse. Volvió a su amigo—. El hombre sabe mucho a pesar de haber estado unos minutos en su ventana.

— ¿Por qué lo dices? —Alan frunció el ceño.

—Dice que vinieron varios militares pero no se escucharon armas ni gritos, pero en la madrugada llegó una ambulancia llevándose algunos cuerpos. Es extraño.

Alan asintió pero sabía el motivo de eso.

La batalla se había formado en el subsuelo, nadie de la superficie iba a ser capaz de escuchar las balas o los clamores de los hombres pidiendo piedad. Sólo la bomba.

—Quizás Scorpion quería que todo el mundo supiera de la maldad que Andron podía hacer.

— ¿Scorpion? —Shawn Brown vio a su hijastro a los ojos—, ¿Cómo sabes que fue Scorpion?

—Aparecen sus huellas por todos lados —señaló Alan con los ojos como platos—. Es la única Aberrante capaz de hacer esto después de escapar.

—Eso es cierto —Shawn Brown se encogió de hombros.

—Lo único que puedo deducir, creo yo, a mi parecer, es que Scorpion quería algo de Andron, llamó su atención con la bomba, explotando una de las estructuras más importantes de la ciudad sin decir del país entero. Entonces, sería que hiciera algo o que lo atraparan haciendo algo.

—Una carnada —asintió Shawn Brown—. Todo encaja.

—Me siento útil —sonrió Alan y tomó un bocado de su tarta.

Estaba más relajado al ver que su padrino estaba satisfecho con el descubrimiento y por no liberar sus sospechas de su verdadera identidad.

—Ahora solo falta descubrir el porqué —finalizó Shawn Brown.

— ¿Por qué queremos saber tanto de esto?

—Porque lo pide nuestro cliente. Además, tú nunca estás así de renuente. Siempre quieres saber más de lo usual ¿Que ha pasado?

Alan tragó saliva.

—Es que estoy cansado, no he podido dormir bien —Alan continuó comiendo pero esta vez con más viveza.

— ¿Seguro que estás bien? ¿No habrás dejado de dormir… por lo que pasó? Ya sabes a qué me refiero.

La mirada de Shawn Brown se había suavizado al igual que sus músculos.

—Seguro, Shawn —respondió Alan con una sonrisa nerviosa.

Este no era su día para mantener secretos. Tenía mucho en la cabeza y ahora tenía más por pensar en su padre. Esta clase de presión debía ser ilegal

***

La cocina estaba colmada de humo. El sistema contra incendios comenzó a sonar, sin embargo, Lissa corrió a la cocina y con su dedo índice apuntó el sensor de humo e hizo un ademán de haber disparado un arma, sin embargo, lo que brotó de su dedo fue una chispa de electricidad que provoca un silencio en el recinto.

—Maldición, maldición —corrió Lissa acercándose al horno.

Abrió la puerta y el humo que emanaba de allí salió con fuerza contra su rostro. Lissa liberó una pequeña tos a su vez que tomaba el paño de cocina para poder retomar la bandeja. Estaba hirviendo aún con los paños cubriendo sus dedos.

Colocó la bandeja encima de la isla de cerámica negra. Todo lo que había sido un pollo, había desaparecido dejando en su lugar la forma de un animal color negro carbón. El olor a quemado azotó la nariz de Lissa, el olor era tan desagradable que con una mano cubría su nariz mientras que con la otra buscaba un cuchillo en la encimera.

Quizás no todo estaba perdido, quizás por dentro estaba tierno y sabroso. No podía cortarlo de lo dura que se encontraba la corteza. Con el cuchillo en mano caminó a grandes zancadas hasta la ventana para abrirla y dejar que el humo se disipara para que lograra ver el apartamento con mejor detenimiento.

—Mierda —refunfuñó Lissa y dejó el pañuelo en la isla.

Observó el pollo rostizado con detenimiento, para encontrar algún lado tierno que no estuviera cubierto de negrura. Era imposible.

La puerta se abrió poco a poco, sin embargo, Lissa no fijó su mirada en la entrada, seguía buscando.

—Te estaba esperando, llegas un poco temprano —dijo ella tratando de cortar el pollo.

—No soy Alan —dijo una voz femenina en el umbral seguido de un portazo.

La persona que se hallaba en la entrada portaba una máscara de gato blanco cubriendo su rostro. Su traje era completamente negro y ceñido al cuerpo. Por la forma en que su cuerpo parecía un reloj de arena sin contar con sus pechos de gran tamaño, se sabía que era una mujer. Lo único que había descubierto en ella eran sus manos, ambas manos estaban empuñadas aferrándose a dos cuchillas en forma de luna tan grandes que besaban el suelo de madera.




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