Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 12 ~ Stand Up And Scream

—De verdad lo siento —murmuró Lissa.

Alan había traído comida para la casa, sin embargo, al ver el desastre que había ocurrido en su apartamento la lanzó contra el suelo al igual que unos bocadillos. Después de haber barrido, Lissa decidió invitarlo a almorzar comida china.

—Vamos a hacer una lista ¿Quieres? —Comentó Alan y alzó su mano, extendió su índice—. Uno, haces que la policía nos persiga —alzó su dedo del medio—. Dos, haces un desastre en mi apartamento —lazó su dedo anular—. Tres, decides traerme a comer comida china sabiendo que me provoca gases.

—Pero lo pago yo, totalmente todo a mi cuenta, absolutamente todo.

Lissa extrajo de los vaqueros que Alan le había prestado un teléfono celular.

— ¿De dónde sacaste ese teléfono? —Preguntó él.

—Lo compré mientras estabas fuera, al igual que esta camisa y un par de prendas más —respondió Lissa sin apartar la mirada de la pantalla—. Pero tranquilo, cuando me vaya te lo daré a ti. No lo uso mucho, siempre cambio de marca.

—Bien, solo quiero que me digas ¿Cuando vamos a ordenar mi apartamento? Está hecho un desastre y no quiero recibir demandas.

—Las demandas van hacia mi persona también, tranquilo —asintió Lissa—. De verdad estoy muy apenada por lo que ha pasado, y sé que he traído destrucción a tu vida, debe s de odiarme por estar si quiera aquí, y de verdad…

—No es tu culpa —Alan se cruzó de brazos a su vez que bajaba la mirada—. Fue Scorpion, te liberó y me dejo a cargo de ti. Quizás sabría lo que venía después de esto.

—Sigo pensando que quizás fue un error, ella fue manipulada o algo, alguien tan joven no es capaz de ser tan…

— ¿Meticuloso?

—Exacto —Lissa continuaba tecleando en su teléfono nuevo.

Una camarera se acercó a su mesa y dejó dos platos de tallarines junto con arroz chino y chopsue, al igual que dos gaseosas. Se retiró una vez que ambos tomaron sus platos al igual que los tenedores de plástico.

El humo de la cocina impregnaba el aire pero eso no era un tanto molesto. Las paredes del restaurante eran blancas con ciertas líneas rojas en la parte superior, las lámparas eran esferas rojas que pendían del techo brindando más luz al recinto. Las ventanas estaban siendo cubiertas por unas persianas vino tinto con bordes dorados provocando que el ambiente fuera más oscuro y más íntimo.

Las mesas estaban dispersas sin decir que estaban casi llenas. El lugar era conocido, pocos restaurantes chinos existían en Acrisea, y este era el mejor. Eso lo hacía más costoso pero no era una tragedia para Lissa. Ella manipulaba su cuenta del banco hasta cuantos ceros ella quisiera.

—Pero no debo pagarlo contigo —reflexionó Alan—, y más cuando ambos sabemos que esto n oes tu culpa. Pero igual ¿Puedo saber cómo ocurrió eso?

—Por supuesto —asintió Lissa y dejó el teléfono en una esquina de la mesa—. De acuerdo, ¿Sabes de ConAbe?

—Por supuesto, todo el mundo.

—Bien, porque ConAbe tiene una clase de idea o un plan que llevaron a cabo hace unos años, un plan que se dio a la perfección. Pues, ellos crearon un grupo de soldados Aberrantes, todos malos y rebeldes, tu sabes, los que deberían estar en prisión.

— ¿Y por qué ellos trabajarían para las personas que los pusieron allí en primer lugar?

—Porque fueron puestos contra su voluntad. Lo que logré ver en la computadora, toda la información que logré recolectar, es que tienen un chip en la parte pre frontal del cerebro. Si logran usar su poder, si quiera piensan en hacerlo reciben una descarga eléctrica que si llega a durar más de 3 segundos entonces mueren.

—Diablos —negó Alan con su cabeza.

Comenzó a agarrar su arroz chino con el tenedor de plástico. Tenía hambre. Siempre tenía hambre, su metabolismo era increíblemente rápido y podía comer hasta 5 pizzas familiares en menos de 2 horas.

—Entonces al ver que ConAbe me perdió y creen que tú fuiste el causante, entonces nos perseguirán hasta tenernos o matarnos, lo que ocurra primero. Una chica entró en tu apartamento, se llama Kyung Wright, ella tenía mucho rencor en su corazón conmigo.

— ¿Y por qué tendría rencor por ti? —Preguntó Alan encogiéndose de hombros.

Aún tenía un poco de arroz en la boca.




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