—Mete todas las cosas importantes aquí— gritó Cooper a Phemphit mientras se adentraba en la habitación en búsqueda de Shixed.
Murphy entró por el portal sin tocar la puerta, ya que estaba totalmente abierta de par en par. Se notaba desconcertado por cómo sus ojos aún luchaban por cerrarse, había salido de una siesta.
—¿Cooper? —murmuró Murphy—, ¿Qué sucede, por qué tanto alboroto?
—La cagamos, amigo —Cooper comenzó a registrar el bolso, chequeaba que todo estuviera en su lugar—, Beatriz nos vio.
—¿La del apartamento 3B?
—Ella misma —a Cooper no le importaba que Murphy viera la cantidad de dinero registrado en el bolso, confiaba en él como un hermano—. Fue mi culpa, le dije que se quitara la capucha para que se viera mejor en el espejo, y Beatriz vio sus cuernos.
—Joder —ahora Murphy estaba más despierto que nunca.
—Tenías que ver su cara —continuó hablando Cooper mientras llegaban Phemphit y Shixed—, obviamente, nos delató con ConAbe.
—¿Y ahora qué haremos? —esta vez fue Shixed la que se adentró a la conversación.
—Tenemos que irnos —Cooper se alejó para que ellas pudieran poner lo que quisieran, sin embargo, no era mucho porque recién habían salido de prisión.
—Está bien, no están exagerando, pero, por favor —Murphy se encogió de hombros—, esa señora ni siquiera sabe usar el teléfono.
—Tampoco me gustaría estar aquí cuando aprenda a usarlo —Cooper cerró la cremallera de la bolsa y se la colocó sobre los hombros—, ¿Listas para otra aventura hacia un lugar desconocido?
—Pero, no entiendo —Shixed parecía igual de adormilada que Murphy—, ¿Qué fue lo que pasó?
—Yo… —Phemphit parecía nerviosa—, yo me quité la capucha y ella me vio.
—¿¡Qué?!
—No es su culpa —intervino Cooper—, yo le dije que lo hiciera.
—¿Por qué hiciste eso? —Shixed estaba encolerizada—. Sabes que no se puede quitar la capucha.
—Lo sé, fue un error —Cooper intentó apaciguarla, pero le era imposible para alguien que siempre estaba de mal humor—. Fue algo de un momento, lo siento.
—Y un momento nos jodió todo el plan.
—Ahora no es el momento, perdón, Shixed —Phemphit la tomó de las manos tratando de relajarla.
Shixed respiró profundo y cerró los ojos tratando de pensar en su lugar feliz.
—Bien, ¿necesitan empacar algo más?
—No, con esto estamos bien —Cooper volvió su mirada en Murphy—. Esto es un, hasta luego, amigo. Te debo la vida.
Murphy y Cooper se abrazaron con fuerza.
—No me debes nada, solo mantente a salvo, y cuida de ellas. Se ve que son buenas personas.
—A pesar del poco tiempo —Cooper colocó ambas manos en el hombro de Murphy—, eres mi mejor amigo.
—No me hagas llorar, hombre —Murphy apartó la mirada—. Escucha, puedes tomar una salida secreta que tengo por aquí, si quieren.
—Nosotros preferimos ir por aire —Cooper se arregló el bolso de nuevo sobre sus hombros. Estaba pesado.
—Ah, ok, está bien —Murphy no se acostumbraba a este tipo de situaciones.
Cooper comenzó a marcharse, junto con las chicas detrás de él; sin embargo, Murphy los detuvo.
—Espera. Cooper, toma —le entregó su teléfono celular—, por si acaso.
—Te debo una —dijo Cooper mientras tomaba el teléfono.
—No me debes nada —Murphy asintió—, ahora, váyanse.
Murphy se quedó en el apartamento de Cooper viendo como desaparecían en dirección a las escaleras.
Mientras subían los peldaños, Cooper se detuvo un momento para ver a través de la ventana, las pastillas de freno luchando contra los cauchos le hizo alarmarse. 3 coches negros se habían detenido en la parte trasera del edificio. Salieron 6 o 7 personas de los coches con las armas en las manos.
—Demonios, Beatriz —murmuró Cooper—, eres rápida.
Alan dejó caer las bolsas en el suelo de la impresión que cargaba. Estaba boquiabierto por las condiciones de su apartamento.
Al escuchar el caer de las bolsas, Lissa volteó su mirada al portal igual de alarmada que él. Chasqueó los dedos y la música se detuvo. Había colocado música mientras estaba limpiando el lugar.
El chico continuaba boquiabierto. Había un hoyo en su pared, las ventanas estaban quebradas, su televisor estaba en el suelo sin contar con la grave cantidad de cuchillos que estaban esparcidos por el lugar. Sus muebles y al igual que sus encimeras estaban destrozados. Había un objeto, algo similar a un pollo negro, estaba en el suelo.
—Pero… —murmuró Alan y dio un paso al frente.
—Puedo explicarlo —interrumpió Lissa sosteniendo la escoba con una mano.
Estaba barriendo la gran cantidad de escombros y astillas sin contar los vidrios pequeños. Había empezado a limpiar cuando Alan atravesó esa puerta, esperaba que al menos hubiera logrado cocinar una buena comida para cuando llegara.
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Editado: 02.06.2025