Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 20 - Tengo una política estricta de no hablar con el diablo

—Entonces, ¿No me dirás quién es Cooper? —Alan alzó una ceja.

—Es un amigo —Lissa rodó los ojos.

— ¿Un amigo que te dice lo hermosa que estás y lo mucho que te extraña?

—Es un amigo y ya —Lissa almacenó el teléfono en los vaqueros—. Él era uno de los hombres que conocí cuando desperté. Es decir, trabajamos juntos, pero no hubo nada de nada. Fue la primera vez que no sentí atracción sexual por alguien.

—Quizás no querías tener sexo —Alan no paraba de masticar—, quizás sentiste limerencia.

—Sé lo que es eso, y no, no fue eso —Lissa apartó u mechón negro de su rostro con una pequeña sonrisa difícil de apartar.

—Sí, claro —replicó con sarcasmo—. Solamente diré que «solo amigos» no se hablan de esa manera.

Lissa volvió a colocar los ojos en blanco y Alan logró notar como sus mejillas estaban rojizas.

Desde que la había sacado de su contenedor, debía admitir que estaba viviendo al límite. Su vida era más peligrosa y divertida, estaba fuera de su rutina. Esta chica lo hacía reír con sus elocuencias y a veces lo hacía sacar de quicio, pero eso era lo que hacía una hermanita.

Eso era lo que necesitaba en su vida para alegrarse. Un amor que lo consumiera. Pasión y aventura. Un poco de peligro. Esto era lo que necesitaba para olvidar la tragedia de su padre.

—Si vamos a hablar de vidas amorosas aquí, entonces podremos hablar de Twyla —Lissa extendió sus brazos con una sonrisa desdeñosa.

—Espera ¿Qué?

Sin querer, el tenedor cayó en su plato desde su mano, agradecía que fuera de plástico y así no acaparar la atención en él.

— ¿Qué pasó? ¿Te comió la lengua el gato?

—Oye, está bien. Todo el mundo tiene un interés amoroso ¿Y eso qué? No es de gran cosa.

— ¿Entonces por qué estás tan nervioso?

Lissa tenía razón. El corazón de Alan estaba bombeando con más fuerza y la vena de su cuello estaba por salir de su cuerpo por la tensión.

—Los dos estamos igual —respondió Alan con perspicaz miedo—. Ambos estamos enamorados de personas que solo nos verán como amigos.

—Eso es mentira —replicó Lissa—. He visto como Twyla reacciona cuando te ve y su cara cambia totalmente.

— ¿Qué? —Ahora eran las mejillas de Alan que estaban rojizas—, ¿Lo dices de verdad?

—Escucha, no tenemos mucho tiempo —recalcó Lissa y bajó la voz, se acercó más a la mesa para ser únicamente escuchada por Alan. Él se acercó de igual forma—. Ya estamos terminando nuestro plato. ConAbe vendrá por nosotros y lo sabemos.

— ¿Que tiene que ver la comida con esto? —preguntó Alan frunciendo el ceño.

—Yo pagaré la cuenta con mi tarjeta de débito ¿Sabes lo que significa?

— ¿Que gastaras dinero? —Alan colocó los ojos en blanco.

—Además de eso. Esta es la única cuenta en el mundo que repentinamente tiene varios ceros en la cuenta y cuando decido gastar vuelve a estar en el mismo número.

—Manipulas tu cuenta bancaria —reafirmó Alan—. Pero espera, ¿Eso no es robar?

—No, es solo agregar unos ceros de más. Concéntrate. Necesito saber qué tan rápido eres.

— ¿Es en serio una pregunta? —Alan frunció el ceño—. Soy tan rápido que las cámaras no logran verme. La gente no logra verme cuando corro de un lado a otro.

—Te creo —asintió—, porque voy a necesitar que corras como si la misma muerte estuviera persiguiéndote, pero cuando termine de pagar la cuenta.

—De acuerdo, ¿Puedo saber por qué?

—Porque las tarjetas tienen chip, y esta tarjeta en específico que tiene mi nombre estará rastreada en vivo y en directo. Como te dije, es la única cuenta que es manipulada de una manera muy abrupta. Los guiará hasta acá y vendrá un grupo de personas. Lo sé, lo he visto.

—De acuerdo, tengo miedo, pero está bien.

—Bien.

Lissa se levantó de la silla y de su cartera fue extrayendo la tarjeta. Saludó cordialmente a la cajera y le entregó la tarjeta con una sonrisa afable. Vio sobre su hombro a Alan mientras la chica continuaba realizando la transacción. Ingresando el monto a pagar, el número de cédula.

— ¿Clave? —preguntó la cajera.

Ella respondió mientras la mujer continuaba tecleando. Ala comenzó a levantarse de su asiento. Sus nervios estaban a flor de piel, desde el momento que habían colocado la tarjeta ya la estaban rastreando. Era demasiada emoción para un hombre que solo lleva a los aberrantes rebeldes a la prisión sin ser visto.

La cajera le entregó la tarjeta de débito a Lissa y ella caminó a grandes zancadas a la mesa en la que se encontraban ambos.

—Corre —susurró Lissa.

Antes de siquiera llegar hasta la puerta, Alan había corrido a la velocidad de un parpadeo y Lissa se había desfigurado en un rayo atravesando las calles de Andron evitando dar contra los peatones.

Se alejaron del restaurante unas cuantas cuadras hasta llegar a una calle no transitada, en un barrio en medio de dos edificios donde botaba la basura y vivían los animales vagabundos. El olor a basura provocó que Lissa hiciera una mueca una vez que fue convertida en una mujer.




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