Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 20 ~ Quien tiene el gatillo soy yo

—S-Señora —Andron luchaba por no tartamudear. No sabía si llamarla por "señora" o por "comandante", fuera cual fuera su título—, de verdad, no sabría decirle dónde está con exactitud.

Drücker cubrió su boca con el puño para ocultar su sonrisa. Evitaba reírse a carcajadas.

—No me vuelva a decir señora —habló Roswell con su mirada fija en Andron—. Y algo que de seguro sabe es donde suele frecuentar, dónde se ven, donde duermen. Descansan. Como quiera llamarlo.

—Yo —Andron observaba como Drücker liberaba Aires de superioridad. Cómo un niño cuya madre vino a defenderlo—, escuche —Andron debía recuperarse, ya no era un niño, un civil. Estaba aquí por una razón—, sólo quiero saber dónde está mi madre.

Pensaba en como la presencia de esta persona lo había cambiado radicalmente. Su poca confianza se había esfumado. Ésta Roswell, la había visto entrando a las instalaciones de ConAbe hace poco, su mirada lo había hecho estremecer, cómo los demás la respetaban lo hacía sentir diminuto y ahora que la tenía tan cerca, frente a él, podía decir que era una hormiga frente a un titán.

—La reina de un hombre es su madre ¿No es así? —asintió Roswell—. Entiendo que esté algo desorientado pero le puedo asegurar que no sabemos dónde está su madre. No tenemos ni idea de quién es si eso es lo que le preocupa.

Andron abrió los ojos como platos.

—Miente —esa palabra sonó más como un murmullo que una afirmación.

—Señor Leopold —llamó Roswell.

Leopold se acercó a la mesa descruzando sus brazos.

—Si fuimos a su casa —habló con desinterés—, no queríamos hacerle nada a su madre, sin embargo, cuando llegamos al apartamento no había nadie, no había nada. Sólo platos rotos, pinturas caídas y comida quemada. Habían llegado antes que nosotros.

—Tiene muchos enemigos, Andron —secundó Roswell.

Andron tragó saliva. Sentía como el mundo caía a sus pies. Su madre estaba desaparecida y sus posibles secuestradores eran infinitos. Su búsqueda se había limitado a ConAbe, nadie más sabía su identidad más que sus amigos. No tendría sentido que ellos hicieran esa atrocidad.

Las oportunidades de encontrarla se volvían nulas.

Escuchaba los latidos de su corazón a través de sus oídos. Bajo la mirada observando sus muñecas siendo aprisionadas. No debía rendirse. Tenía que encontrarla. Se unió a un mundo dónde el peligro era un pan de cada día. Blue Velvet se lo había advertido.

—¡Andron! —llamó Roswell. Por un momento se había perdido en sus pensamientos—, ¿Dónde está?

Andron parpadeó repetidas veces. Volvió a la realidad.

—¿Qué? —murmuró.

—Creo que Andron necesita dormir un poco más —dijo Roswell encima de su hombre.

Drücker asintió y se alejó de la mesa. Comenzó a registrar su cinturón una de las armas más pequeñas en su almacén. 

—Espere —se alarmó Andron—, es Blue Velvet, la buscan. No lo sé, no sé dónde está con exactitud ¿Vale? Estábamos juntos y luego nos separamos.

—¿Dónde?

—No lo sé, en serio no lo sé. Quedamos en vernos en casa de mi madre pero nunca apareció. La última vez que la vi fue en un desierto.

Roswell tomó aire.

—Eso no nos ayuda con nada, Andron.

—Lo sé, pero es la verdad —los ojos de Andron parecían salir de sus cuencas.

—Andron, si nos ayuda —Roswell junto ambas manos formando un puño encima de la mesa—, haremos todo lo posible para encontrar a su madre. Todo lo que hay en mis manos para descubrir su paradero. Se lo aseguro.

Andron asintió. La propuesta era muy llamativa e interesante. Difícil de rechazar, sin embargo, no podía decirles dónde se encontraba su amiga. Porque realmente no sabía dónde estaban. Y aunque lo supiera, no estaba de acuerdo en traicionar a su amiga.

Tenía una pelea consigo mismo.

Andron tomó aire. Regularizo su respiración, sin percatarse había perdido su cordura.

—Le digo que en serio no sé dónde está —el estar tan turbado lo había hecho olvidar sus antiguas experiencias con Shawn Brown en lo que respectaba a interrogaciones—, dijeron que nos encontraríamos en casa de mi madre cuando llegaran pero aquí estoy. De seguro no me vieron y ahora se fueron de allí.

Roswell vaciló. Asintió. Frunció los labios.

—Estás mintiendo —su mirada era helada y su voz cortante.

—No, no, no, no —Andron comenzó a agitarse en su asiento con la intención de liberar sus muñecas y piernas—, le digo la verdad.

Roswell se puso de pie sin prestarle caso omiso colocándose al lado de Drücker.

—¿Derecha o izquierda? —pregunto Roswell y Andron frunció el ceño. No entendía lo que sucedía—, derecha será.

Drücker extrajo una Heckler & Koch de su cinturón, le removió el seguro y apuntó a la pierna derecha de Andron.

—Espera, espera, espera —replico Andron pero ya era tarde.

El eco del disparo se escuchó por toda la habitación. El ruido no fue nada comparada con el dolor de la bala atravesando su pierna. Andron liberó un grito de dolor. El hecho de ser un aberrante no le hacía desconocer el dolor.




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