Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 25 - Su mejor amiga

—Sí, Andron también quería ir a buscarlo, para salvarlo, todos estamos en esto.

—Este pulso, este poder fue muy basto —inquirió Twyla y giró sobre sus tobillos—. Es enorme y pudo ocupar toda la ciudad ¿Quién pudo ser capaz de crear tal cosa?

—Un aberrante —dijo Enrique encogiéndose de hombros.

— ¿Pero qué Aberrante es tan poderoso como para hacer esto? —inquirió Twyla con rostro severo.

Alan nunca había visto a Twyla de esa manera. Tan fuerte y tan segura de sus palabras.

—Pudo haber sido el propio ConAbe —respondió Alan con los ojos como platos.

— ¿Cómo ConAbe va a eliminar la electricidad de su gente tan abruptamente?

—Había explosiones, Twyla —continuó Alan—. Explosiones que no iban a parar nunca hasta dar contra Andron, la única solución de detener esas bombas era cortando cualquier señal eléctrica del estado.

—Pero ellos podían fácilmente apagarlos ¿Ellos no tienen una mesa de control o algo así?

—Deberían —intervino Enrique—. Pero quizás…

—Muchas quizás y pocas respuestas —interrumpió Twyla—. Tenemos que saber por qué pasó esto, el porqué la luz se cortó de repente ¿Qué nos están ocultando? Las bombas estaban en el pavimento como minas ocultas en una guerra, Alan —Twyla caminó hasta dar justo en medio de la sala—. Vi a Andron huir de ellas hasta que ocurrió el pulso. Tuvo ayuda, y agradeció esa ayuda. Ahora, ¿Por qué había bombas debajo del asfalto?

—Quizás tienes razón —Alan se colocó de pie—, quizás si fue ConAbe el que plantó esas bombas, pero entonces nosotros debemos temer por ellas.

—Bien, fueron ellos, pero ¿Quién fue ese Aberrante que provocó esos rayos?

La puerta del baño se abrió revelando a una Lissa con los cabellos húmedos rodeando su cráneo, un pañuelo blanco rodeaba su torso desnudo, al igual que los mismos tenis que protegían sus pies del suelo.

Todas las miradas se fijaron en ella y nada más en ella, rodeando a la habitación en un silencio sepulcral. Lissa se mantuvo en pie sin decir nada y con los ojos abiertos como platos. No sabía qué decir o cómo reaccionar. No esperaba tantas visitas en solo un abrir y cerrar de ojos, o no imaginaba tener a Twyla tan de cerca en su momento más íntimo.

Twyla parpadeó varias veces y se cruzó de brazos.

—No es lo que piensan —intervino Lissa aferrándose a la toalla con la intención de que nunca cayera al suelo.

—Ojalá y lo fuera —murmuró Enrique.

Lissa se acercó a la sala de estar rodeando el sofá y extendió su mano, mientras que con la otra trataba de que la toalla no cayera.

—Hola, mi nombre es Lissa Cortney —habló con una mirada ingenua.

—Sí —Enrique se puso de pie para poder presentarla correctamente—, ella es mi…

—No —lo detuvieron Alan y Lissa a la vez.

—Mucho gusto, Lissa —Twyla estrechó su mano contra la de ella—. Yo soy Twyla Leila.

—Sí, Alan me habla mucho sobre ti —sonrió Lissa.

—Parece que Alan habla demasiado sobre mí —dijo Twyla viendo sobre su hombro a Alan con sorpresa.

—Sí, es que yo soy su mejor amiga —respondió Lissa encogiéndose de hombros.

— ¿Su mejor amiga? —repitió ella soltando su amarre.

—Sí, nos conocemos desde hace años.

— ¿Ah sí?

—Sí, bueno, casi pequeños ¿Verdad, Alan?

Alan tomaba provecho de que Twyla no lograba verlo para poder darle una seña a Lissa de que callara, sin embargo, ella no lograba verlo. Una vez que Twyla giró para verlo, Alan tuvo que ocultar sus manos detrás de su espalda con una sonrisa nerviosa.

—Bueno, no tantos años, es decir… ¿No deberías ponerte algo de ropa?

—Veo que fuiste a por ella primero —Twyla se cruzó de brazos—. Ya veo cuál es tu asunto primordial.

—No, se refiere a eso —intervino Lissa—. Es que yo estaba más cerca de Andron y él logró llevarme primero y luego fue a por ti.

—Entiendo —asintió Twyla sin apartar la mirada de Alan.

—Espera —recalcó Alan—, ¿Estás… celosa?

— ¡¿Qué?! —Exclamó Twyla con sorpresa—, no, claro que no. Eres mi amigo solo eso ¿Cómo voy a tener celos de que estés con otras mujeres?

—Bueno, voy a hacer más pizza, ya que ahora tenemos más bocas que alimentar —Enrique se levantó del sofá y desapareció casi sin dejar rastros.

—Pero no estoy con ella —señaló Alan—, es mi amiga. Fui a por ti, pero ella fue la primera.

—Yo no me quejo —Twyla extendió sus manos en el aire—, de verdad me parece bien que tengas más amistades, solamente que no sabía que existía alguien más.

—Yo creo que debería irme a vestir —señaló Lissa en dirección a la habitación más cercana.

— ¿Tú crees? —Reprendió Alan, volvió con Twyla—, ella solo me ha hecho la vida un torbellino.

—Oye —se defendió Lissa—, te invité a cenar con los gastos pagos. Deberías agradecerme.




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