Cooper, Phemphit y Shixed continuaban subiendo los escalones de dos en dos, a Cooper se le dificulta un poco más por ser el único utilizando un bolso cargado de armas y prendas.
Shixed y Phemphit estaban conscientes de que podían volar y llegar más rápido a la azotea, sin embargo, aunque lo lograran, no podían dejar a Cooper atrás.
Cooper, una vez que llegaron a la última puerta, escucharon como los agentes habían quebrado la puerta de entrada. Cooper abrió la puerta que daba en dirección a la azotea y el sol los deslumbró. Los tres cubrieron sus ojos con sus manos para evitar la pequeña ceguera. Cooper se acercó al borde de la azotea para ver cómo estaba la situación.
Escuchaba como varios autos llegaban en su dirección.
—¿Listas? —preguntó Cooper.
Ambas asintieron y emprendieron vuelo sin antes tomar los brazos de Cooper por cada lado.
Cooper admitía que era divertido tener el mundo bajo sus pies.
Sin embargo, no lograron despegar a menos de un metro de la azotea cuando el sonido de un disparo abarcó toda la atención entre las sirenas y los gritos.
Una bala había atravesado el brazo de Phemphit haciendo que Cooper cayera de bruces en el suelo de la azotea.
Cooper se levantó del suelo en busca de Phemphit. Se encontraba tendida a unos pasos de él, no se movía, ni siquiera escuchaba un grito de dolor.
Cooper se acercó para voltearla y revisar su brazo. Phemphit tenía los ojos cerrados. Una bala en el brazo no te mata instantáneamente.
No era una bala. Cooper notó cómo el proyectil era más grande, casi parecía una jeringa. Lo extrajo.
En efecto, era una inyectadora. El líquido que debía estar en el proyectil estaba vacío o en el cuerpo de Phemphit.
El líquido debió ser un somnífero tan potente como para hacer dormir a un elefante.
—¿Pero qué…? —dijo Cooper y volteó a ver a Shixed.
Shixed lo observaba con una mezcla de pavor y desconsuelo. Y por un momento ella cerró los ojos tratando de reprimir sus sentimientos negativos, pero la forma en cómo su puño se cerraba supo que no lo había logrado.
—Shixed —Cooper se puso de pie, necesitaba gritar para que fuera escuchado—, no lo hagas. Escúchame, por favor.
Shixed, al abrir los ojos, se habían vuelto blancos como la niebla. Había perdido el color de las pupilas. Cooper supo que ya no había vuelta atrás.
El sonido de otro disparo vuelve a irrumpir.
Esta vez Cooper logró ver de donde provenían los proyectiles, ya que la jeringa había caído directamente en el hombro de Shixed. Estaban frente a ellos.
Shixed, con su mano libre, arrancó la jeringuilla, no funcionó, iban a necesitar más que eso.
Cooper se refugió detrás de un tanque de agua.
—Shixed, escúchame, solo van a empeorar las cosas.
—No hay nada peor que esto —La voz de Shixed resonaba con una intensidad que parecía provenir de muchas almas, como si no fuera solo ella quien hablaba. Era, sin duda, la hija de un demonio.
Cooper fijó la mirada en el coche de policía que ascendía lentamente hacia el cielo. Era un espectáculo surrealista, especialmente desde donde él estaba: sobre una azotea bajo el sol abrasador del mediodía. Incluso con Shixed flotando a varios metros por encima de la estructura, envuelta en una energía oscura que parecía pulsar con su rabia, el vehículo seguía subiendo. La luz del sol reflejaba en las ventanas del coche, proyectando destellos cegadores que acentuaban la extrañeza de la escena.
Algo no cuadraba. Mientras Shixed concentraba su ira en el coche suspendido, Cooper avanzó hacia el borde del tanque de agua, la vista fija en las azoteas y ventanas de los edificios cercanos. Sus ojos se movían rápidamente, buscando al francotirador que sabía que debía estar ahí. Cada sombra, cada rincón, cada destello de luz podía ser el escondite del tirador.
Nada. Solo el leve movimiento de las cortinas ondeando con la brisa, el brillo del vidrio y el zumbido lejano del tráfico abajo. Cooper apretó los dientes. Sabía que estaba ahí afuera, pero el francotirador era un fantasma.
Un estruendo metálico lo devolvió al presente. Giró la mirada hacia el coche justo a tiempo para verlo flotar inmóvil, como si estuviera en pausa en el aire. Entonces, Shixed extendió un brazo hacia el edificio de enfrente. Su gesto era deliberado, casi ceremonioso, mientras sus ojos ardían con una ira que parecía tangible bajo el sol.
El coche se disparó hacia adelante con una fuerza brutal, estrellándose contra la fachada del edificio vecino. El impacto resonó como un trueno. Cristales estallaron en miles de fragmentos que reflejaron la luz del sol mientras caían, una lluvia brillante que cubría la calle abajo.
Gritos de pánico comenzaron a llenar el aire. Cooper no los escuchó del todo.
Cooper notó como sombras iban moviéndose en el edificio que había sido colisionado. Por un momento él lo entendió todo, Shixed estaba tratando de detener a los francotiradores, sin embargo, no era la mejor forma de hacerlo.
El coche explotó.
Ahora todo era humo y fuego en el edificio de enfrente. Cooper ocultaba su rostro con su antebrazo por la ceguera de la luz del sol.
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Editado: 02.06.2025