Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 27 ~ Me dolió

La chica que controlaba los cristales vio todo, estaba pasmada. La sangre le había salpicado en su mejilla. Tenía que despabilarse si no esta mujer acabaría con esta revolución.

Alzó ambos brazos y creó un panel de cristal evitando que las balas tocaran su cuerpo. Mientras las balas caían al suelo, la chica dejó que varias ventanas se quebraran encima de ambas. Una lluvia de cristales sorprendió a Lissa. No podía contra eso así que corrió contra una vidriera para resguardarse en una tienda. Escuchó los cristales caer pero no escuchó nada más. Suponía que su amigo ya no era espectador, tenía trabajo que hacer.

—Joder —murmuró Lissa en el suelo viendo el gran desastre que había causado.

La ventana estaba quebrada y los maniquíes estaban a su costado al igual que varios artefactos. Era una tienda de deportes por la forma en como los muñecos estaban vestidos y los bates de béisbol pendían de los mostradores. Eso le dio una idea. Sus balas eran limitadas pero tenía experiencia en batallas cuerpo a cuerpo.

Corrió hasta el perchero y tomó uno de los bates de béisbol. Podía sentir como la chica estaba acercándose a su paradero. Debía protegerse. Corrió y se ocultó detrás de una estantería. Contaba con que la oscuridad estaba de su lado y no le sería fácil encontrarla. Escuchó los cristales quebrarse, eran los pasos de la chica. Estaba en el local, buscándola.

—¿Realmente crees que tenemos miedo? —comenzó a charlar la mujer—, hemos tenido miedo de ti y tus amigos los "vengadores" o como sea, pero ya no. No más.

Lissa colocó los ojos en blanco. No esta charla villano-víctima, la tenía cansada. Comenzó a caminar de cuclillas y gracias al sonido de sus pisadas sabía que estaba cerca. Caminó hasta dar contra otro estante sin ser vista. Estaba en la sección de fútbol americano. Extendió un poco su mano y logró alcanzar un casco. Se colocó y su cabellera negra ahora estaba cubierta por un casco rojo.

—Sé que me escuchas —murmuró—, sé que estás aterrada. Y eso me da placer.

—Sólo trata de no acabar ¿Sí? —respondió Lissa.

Giró sobre su cuerpo para dar contra otra estantería ya que sabía que la chica estaba cerca. Vio sobre su hombros como pedazos de cristales golpearon contra la pared y se volvieron más pequeños en el suelo. No debía hablar y eso le fastidiaba.

Tomó aire y continuó caminando despacio y en cuclillas.

Escuchó un golpe muy lejos de ellos. Pero lo suficientemente cerca para escucharlo y saber que eso fue un coche. Andron. Esperaba que estuviera bien.

Continuó caminando, escuchaba pisadas y a medida que se acercaban Lissa se alejaba. Tomó un palo de golf, el más grande que había y volvió a refugiarse.

—Alguien le tiene miedo a los espejos —dijo con un poco de picardía en su voz.

Lissa no pudo más. La tenía cerca. Estaba a su costado. Alzó su bate de béisbol y le propinó un golpe en su cabeza con fuerza. La mujer cayó al suelo colocando ambas manos en su testa. El dolor era inescrutable. lissa estaba lista para poder golpearla nuevamente, la chica extendió uno de sus brazos y ella automáticamente se apartó y rodó sobre su cuerpo para notar que varios cristales salieron desprendidos por el aire hasta caer contra uno de los maniquíes. Había fallado.

—Tu deberías tenerle miedo a los espejos —dijo Lissa colocandose de pie—, porque eres realmente horrible.

En una mano portaba el palo de golf y en la otra traía el bate. ya sabía lo que tenía que hacer y era evitar que usara sus manos. Con el palo de golf intentó clavarle la cabeza en su cráneo pero ella rodó y lo esquivo. La muchacha se colocó de pie y Lissa le propinó un batazo en su costilla. El dolor era inmenso pero eso no evitó que alzara sus manos. Los cristales. Comenzaron a ser atraídos hacia Lissa como un imán.

Intentó hacer la misma maniobra de siempre pero esta vez no pudo. Varios fragmentos se clavaron en su espalda. Gritó de dolor.

Ambas cayeron de rodillas en el suelo. No soportaban el suplicio que les causaba. Lissa sonrió.

—Realmente no ves nada —murmuró entre risas y se incorporó.

La chica no entendía su risa. Con ambas varas golpeó el cráneo de la mujer por cada lado causándole una fuerte angustia haciendo que de sus oídos brotara sangre como una fuente carmesí. Lissa negó con la cabeza y quería evitarle ese sufrimiento, a pesar de que amaba ver como los pecadores padecían. Tomó el bate y la golpeó en la cabeza hasta el punto de deformar su rostro.

Tomó aire.

No sabía si el haber estado tan unida a Andron la había cambiado pero esta sensación de satisfacción de haber matado a alguien se había ido. Ya no se sentía impotente, se sentía... humana. Estaba sintiendo empatía por sus víctimas. negó con la cabeza, tenía que quitarse ese pensamiento. Y más cuando la ciudad estaba al borde del caos.

Salió de la tienda por el mismo lugar por donde había entrado. Lo que la chica de los vidrios no había alcanzado a ver era que Lissa se había colocado uno de los trajes de fútbol americano, su espalda estaba siendo acolchada y los vidrios no habían tocado su piel. Se despojó del traje más que todo porque no le daba flexibilidad. Lo tiró al suelo.

Una rafaga de viento pasó por su lado haciendo que sus cabellos volaban contra el viento. Reconocía esa señal de Andron donde fuera. Estaimagen borrosa de color negro estaba rodeando al hombre fornido que se hacía llamar tanque. Continuaba contra él y parecía que no le había hecho ni un rasguño.




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