Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 28 - Él cambió su ilusión de seguridad por su libertad

—Tiene razón, Andron, tienes que ir por ellos —sentenció Lissa cruzándose de brazos.

— ¿Creen que no pensé en ellos en primer lugar? —Andron estaba a la defensiva—. No quería ponerlos en riesgo, quería alejarlos de todo esto.

—Lamentablemente, eso es lo peor que puedes hacer —Lissa suspiró—, lo malo de hacer el bien es que el mal siempre te perseguirá, lo sé porque créeme que he estado en tu posición más veces de las que me gustaría admitir.

Andron cerró los ojos. Sentía ese pequeño nudo en la garganta que con el pasar del tiempo iba aumentando de presión, ese dolor se intensificó y quería detenerlo. Sabía en qué problema se había metido, pero no pensó que fuera tan difícil. Ya lo había dicho antes, usualmente él solo corre y toma a las personas tras las rejas, es todo. No sabía que tenía que lidiar con esta catástrofe.

—Yo solo quería ayudar a las personas —murmuró—, demostrarles que lo que piensan de nosotros es erróneo, que mi padre nunca fue un terrorista. Él era un buen hombre.

Twyla liberó sus brazos al escuchar esas palabras, como una lágrima recorría su mejilla mientras luchaba porque su rostro continuará sólido como una piedra. Estaba el dolor y podía sentirlo. Se acercó a su amigo de la infancia en grandes zancadas, sin importar con que todas las miradas se fijaban en solamente ellos dos.

—Tú eres un buen hombre, Andron —Twyla colocó su mano en su mejilla, mientras que con su pulgar limpiaba la lágrima que caía—, estúpido y no pensante —Andron abrió sus ojos, Twyla vio esos ojos azules cristalizados—, pero eres un buen hombre.

Andron estaba luchando por no abrazarla, seguía molesta.

—Lo siento —alcanzó a decir.

—Ni siquiera sabes por qué estoy molesta —Twyla rió entre dientes.

—Lo siento —repitió y cerró los ojos con fuerza.

Estaba negándose a llorar, a evitar que lo viera de ese modo tan vulnerable. Apretó sus labios, estaba odiando y amando este momento. El calor los envolvía al igual que la culpa, el sufrimiento y la tristeza, eran una mezcla que quería deshacer.

—Hey —Twyla colocó su mano libre en su otra mejilla tratando de que él se enfocara únicamente en el sonido de su voz—, no es momento de plañir ¿De acuerdo? —Andron asintió—, ahora necesito que salves a tu madre y a mi tío. Estoy enfadada contigo, realmente molesta, así que vas a ir a Acrisea, harás algo por tu familia y cuando llegues hablaremos de esto ¿Vale?

—Está bien, pero…

—Escúchame —interrumpió Twyla—, salvarás a tu madre, mi tío y volverás en una pieza para hablar de esto ¿De acuerdo? Si no viviré molesta contigo, por el resto de mi vida.

Andron volvió a sonreír de manera afable. Tomó ambas manos de Twyla estrechándose más en su rostro. Estaba caliente y no le sorprendía por el clima. Pero no era el clima, era su corazón lo que lo hacía sentir tan febril, la mirada de Twyla llena de compasión pero a la vez con cólera.

—Bien —vio sobre el hombro de Twyla a Lissa quien los observaba con ternura—. Quiero que los cuides a ambos.

Twyla quería decirle que no era necesario, ella podía cuidarse sola, pero en estos momentos de guerra sí era difícil, ya que ni siquiera sabía cómo usar un arma.

—Lo haré, confía en mí, tengo más experiencia que tú —habló Lissa con aires de superioridad.

—Volveré —Andron volvió con Twyla.

Twyla se acercó y le dio un tierno beso en la frente, Andron se inclinó un poco para poder estar a su altura.

—Suerte.

Andron se alejó de ellos. En un parpadeo se había ido dejando sus marcas de zapatos en la tierra. Las partículas de polvo se comenzaron a regar por el aire, provocando que todos cerraran sus ojos para no perder la vista. Una vez que la arena logró disiparse, Lissa se colocó al lado de Twyla quien continuaba observando la frontera con melancolía. El miedo de no saber si lo iba a volver a ver era macizo.

—De acuerdo —Lissa hizo tazas con sus manos—. Ahora a pedir un paseo.

Lissa comenzó a caminar por los rastros de pisadas que Andron había dejado a su paso.

— ¿Cómo sabes que allí está la ruta? —Preguntó Twyla detrás de Lissa pisando sus talones.

Ambas sentían como Enrique continuaba la marcha.

—Alan vino por allí de ida y de vuelta —hablaba Lissa a paso moderado—, para no perderse, tuvo que haber visto una referencia, y ¿Qué mejor referencia que una carretera?

—De acuerdo, tienes un buen punto allí —asintió Twyla admitiendo su derrota.

—Por eso nunca dudo de mi amor o corazón —Enrique estaba detrás de ambas empuñando la correa de su mochila.

— ¿Realmente esas líneas te hacen ganar un coño? —preguntó Lissa frunciendo el ceño.

—Y además no tienes filtro. Joder, me vuelves loco.

—No, tú me vuelves loca.

Los tres continuaron caminando por el camino de tierra, aunque ya habían perdido el rastro de las pisadas, sin embargo, continuaban el camino recto. Al cabo de unos 13 minutos lograron encontrar la carretera de doble vía. Estaba desierto, no había más que asfalto marcado por una pintura a punto de ser borrada.




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