—No estoy mintiendo —murmuró.
Roswell volvió a asentir.
Andron sabía que no importaba cuántas veces dijera la verdad, si juraba por su madre que decía la verdad, Roswell seguiría renuente que él estaba mintiendo.
—De acuerdo.
Roswell dio media vuelta y se acercó a Drücker. Le susurró algo a su oído y se marchó cerrando la puerta de un tirón. El golpe de la puerta le dio un poco de tranquilidad, el saber que Roswell se había largado le había dado un alivio enorme.
Alzó su mirada. En efecto, solo estaba Drücker que continuaba de pie y cruzado de brazos, reclinado en la pared con actitudes de “no quiero estar aquí”.
—Debiste haberle dicho lo que quería—habló Drücker.
—Lo que ella quiere no lo tengo —Andron sentía como el dolor se iba esfumando.
Estaba sanando.
—Quizás no, pero al menos le hubieras dicho algo, lo primero que te viniera a la mente.
—Dirá que soy un mentiroso. Y no lo soy.
—Eso es verdad —Drücker se encogió de hombros.
Andron rió entre dientes.
—Le tienes más miedo a ella que a la muerte —dijo Andron entre risas.
Drücker se limitó a responder y vio el “espejo” que había en la pared. Veía su reflejo. Cada vez estaba más viejo, se le notaban las ojeras; sin embargo, sus brazos anchos a duras penas entraban en su camiseta negra.
—Si la conocieras como yo estarías igual.
—La conocí —asintió—, pero el que tenía las armas eras tú. Eres mejor que eso.
—Escucha —Drücker se acercó a la mesa—, si no quieres que una de las armas te atraviese será mejor que calles.
—No me dispararás, ¿Sabes por qué? —Andron lo miraba con una mirada retadora—, porque si ella no te lo pide no lo haces.
Había aprendido muchas cosas con Shawn y esta era una de esas. El policía bueno y el policía malo. La diferencia era que había un policía malo y otro peor.
—Quién tiene el gatillo soy yo —Drücker extrajo su arma nuevamente.
Andron se estremeció. Sin embargo, sabía que no iba a pasar nada, no haría nada sin ella. Lo supo desde el momento en que ella entró.
Era lo mismo que él con Shawn Brown
—Pero ella es la que tiene tu correa —Andron estaba sano.
Sentía como sus piernas comenzaban a responderle, aunque aún no estaba seguro si la bala continuaba en su anatomía o si la había atravesado.
—¿No te has detenido a pensar que quizás cuando tenga Aberrantes de su lado te dejará cómo juguete viejo? —Andron se la estaba jugando.
—Cierra tu puta boca —maldijo Drücker.
—¿Por qué quiere a Blue Velvet en ese caso? —preguntó.
—No lo sé, niño —Drücker extendió su arma—, pero más vale que cierres la boca antes de que te abra otro hoyo.
—Te molesta porque sabes que es verdad, sabes que ella quiere personas capaces de tomar disparos y continuar peleando. Por eso tiene a la otra chica pelirroja, la de las lanzas en las manos.
—Kyung —murmuró Drücker—. Te lo advertí, niño.
Las luces comenzaban a parpadear en el precinto, a su vez que Drücker apuntaba su arma en dirección al hombre enmascarado.
El sonido de chispas y el olor a humo lo desconcertó. Un rayo atravesó el bombillo cayendo a un costado de Drücker. Ninguno tuvo tiempo de reaccionar cuando esté rayo comenzó a tomar forma de una persona.
Blue Velvet tomó con su mano el arma de Drücker y con su otra mano le lanzó un portazo en su nariz. El hombre perdió el equilibrio, la sorpresa fue tal que soltó la pistola. Esta vez una patada le partió la quijada y su cabeza golpeó contra la pared, dejándolo inconsciente.
—Tanta belleza desperdiciada en una rata —murmuró Blue Velvet y pateó la pistola con desdén.
—¿Cómo? —preguntó Andron.
Blue Velvet se acercó a su amigo y extrajo su propia arma de sus pantimedias. Era una Colt M1911. Apuntó a sus cadenas que lo aprisionaba.
—Y tú sí que tienes bolas para retar a un hombre que está armado hasta los dientes —Blue Velvet disparó.
El sonido de unas cadenas cayendo fue música para los oídos de Andron. Sus muñecas se sintieron libres, al igual que sus tobillos.
—¿Y Twyla con el resto? —preguntó Andron colocándose de pie y sobando sus muñecas.
—Bueno, tengo buenas y malas noticias —Blue Velvet frunció los labios—. La buena es que encontramos a tu madre en caso de que la hayas perdido.
—¿Dónde? —Andron iba a tomar a Blue Velvet de sus hombros, sin embargo, ella se apartó de un salto.
—No tocar —Blue alzó ambas manos en el aire—. Recuerda. Igual, la mala es que están todos en París. Y cuando digo todos, me refiero a todos.
Andron vaciló viendo el suelo.
Tenía tantas preguntas que hacer como ¿Cómo ella lo encontró? Pero por lo que le había dicho de sus habilidades, puso deducir algo. Tenían que hacer papeleos para interrogar civiles/Aberrantes, chequear horarios. Etc.
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Editado: 02.06.2025