Phemphit observaba su reflejo en la superficie de su café, sus dedos temblorosos alrededor de la taza. Su mirada había cambiado, había algo ahí… algo parecido a la esperanza, aunque tenue.
—¿Dónde está Parker? —preguntó Shixed, aun sujetando la mano de Phemphit como si pudiera evitar que se desmoronara.
—Nadie lo sabe —Cooper se encogió de hombros, su voz tranquila, casi indiferente, pero la tensión en su mandíbula lo delataba.
—Esto no puede empeorar.
Cooper dejó su plato vacío a un lado, con un golpe seco.
—Oh, no digas eso —Se inclinó ligeramente hacia adelante, sus ojos escaneando la mesa—. La vida ama los retos.
Shixed resopló, pero no había humor en su reacción.
—¿Y qué pasa si no encontramos a Parker? —susurró Phemphit, su voz, apenas un hilo, como si temiera pronunciar la pregunta en voz alta.
—Nos encierran a todos en ConAbe —El tono de Cooper fue seco, sin rodeos. No había espacio para esperanzas vacías.
—Ya estamos en este desastre —Shixed se encogió de hombros, como si el peso de la situación le resbalara.
—Yo estoy en este desastre desde que empecé con Lebanon.
Phemphit levantó la vista.
—¿Alguna vez te has arrepentido?
Cooper la miró fijamente. Ni siquiera parpadeó.
—Nunca.
Un breve silencio cayó sobre la mesa.
—Está bien —Shixed se encogió de hombros con un gesto casual, aunque sus ojos delataban su preocupación—. Entonces, ¿cómo haremos esto?
Cooper apoyó los codos en la mesa y miró directamente a Shixed. Necesitaba que lo entendiera.
—Primero… para hacer esto, tenemos que confiar el uno en el otro —Su mirada pasó por cada uno de ellos—. Somos un equipo. Nada de culpar, nada de juzgar. Si alguien flaquea, lo levantamos. ¿De acuerdo?
Shixed suspiró, recostándose en su asiento.
—Bien —Hizo una pausa y miró a Cooper con una sonrisa ladeada—. Sé quién eres, y a veces se me olvida que trabajaste con Lebanon. Subestimarte es imposible. Pero sigo intentando.
Cooper sonrió levemente, su risa fue apenas un susurro.
—Aprecio el esfuerzo.
Shixed apoyó la barbilla en su mano y lo miró fijamente.
—¿Cómo sabemos que Roswell nos dejará en paz después de esto?
Cooper no respondió de inmediato. Miró hacía su taza vacía, como si buscara la respuesta en el fondo negro y amargo.
—Roswell cumple sus promesas —Su voz era firme, pero había una sombra en sus palabras—. Sus tratos son una mierda, pero la libertad… la libertad es algo que siempre juega a mi favor.
—¿Y cómo puedes estar tan seguro? —preguntó Shixed, con desconfianza evidente.
Cooper la miró, su expresión endurecida.
—Porque para ella, todo es un negocio. Y somos una inversión que aún no ha terminado de pagar.
Phemphit tragó saliva, sintiendo el escalofrío en esas palabras.
—Entonces más nos vale hacer nuestro trabajo.
Cooper asintió, pero en su mente, la idea de que esto terminaría con Roswell “dejándolos en paz” era solo un deseo que no se atrevía a pronunciar en voz alta.
La cafetería seguía siendo un refugio temporal del caos exterior, pero el sonido de las noticias, transmitidas desde la televisión montada en la esquina, comenzó a robar la atención de Cooper.
“Última hora: Acrisea bajo estado de emergencia.” Decía el anuncio en grande de las noticias mientras que la reportera hablaba profesionalmente.
—Reportes indican la presencia de vehículos blindados en las calles, cortes de energía y disturbios generalizados. Las autoridades informan que un pulso electromagnético de gran escala ha dejado a la ciudad sumida en la oscuridad.
Cooper dejó su mirada clavada en la pantalla. Las imágenes mostraban calles destrozadas, guardias armados y tanques patrullando la ciudad. Luces intermitentes reflejaban sobre el asfalto mojado, mientras la gente corría presa del pánico.
Lo sabía.
Era ella.
Blue Velvet.
Cooper tragó saliva. Sus pensamientos se arremolinaron en su cabeza a una velocidad vertiginosa. Había escapado, pero usar algo tan destructivo como un pulso electromagnético era arriesgado incluso para ella.
¿Qué demonios había pasado?
Con una mano temblorosa, sacó su teléfono del bolsillo y comenzó a escribir un mensaje.
“Lissa, ¿dónde estás?”
El cursor parpadeó en la pantalla. Ningún doble check. Ninguna respuesta. Cooper apretó los dientes.
—Es ella, ¿verdad?
La voz de Phemphit lo sacó de sus pensamientos. Había algo en su tono que le hizo levantar la cabeza. Cuando sus ojos se encontraron, vio la preocupación oculta detrás de su pregunta… y también algo más profundo, más doloroso.
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Editado: 02.06.2025