Una de las bombas había caído a los pies de Shaper por lo que ambas sabían lo que estaban sufriendo el resto de su grupo. Los policías se mantuvieron firmes observando como los aberrantes caían al suelo. El humo logró disiparse en el viento y los jinetes bajaron de sus corceles para poder esposar a los aberrantes.
Shaper tomó la mano de Scorpion para acaparar su atención. Le costaba respirar, le costaba hablar. Tenía náuseas. Era como una cantidad de pimiento atorado en tu garganta, no podía respirar, querías liberar algo inexistente de tu cuerpo, pero al hacerlo solo te embargan de náuseas.
—Elimina las bombas —rogó Shaper y Scorpion la veía con los ojos entrecerrados—, envía el gas…
No logró terminar su frase cuando continuó tosiendo. Scorpion creó un portal de gran tamaño, se había esforzado en hacerlo. El óvalo era de 10 metros de altura, el viento guiaba la neblina dentro del círculo y Scorpion extendió su brazo creando la otra entrada encima de los policías haciendo que el gas los envolviera. Ahora ellos eran los que tosían, rogaban por su vida, no podían respirar.
Ambas no se habían recuperado en su totalidad, pero debían tomar provecho de esto. Scorpion notó como el hombro soltó el megáfono y logró crear otro de sus portales para que el megáfono llegara a ella. Un pequeño círculo se formó encima de ella y tomó el parlante en el aire mientras se colocaba de pie. Los Aberrantes continuaban tosiendo, aunque lograron recomponerse poco a poco.
—Gana su confianza —murmuró Shaper.
Scorpion asintió. Debía hacer esto por ambas, por ellas. Verla de esta forma le recordaba a cuando se encontraron en el orfanato. Eran unas niñas sin saber qué hacer para ganarse la vida. Quería dinero y fama, la única con las bolas suficientes para hacer un plan fue Shaper. Había dado todo por ella, ahora ella tenía que dar más por ambas.
De nuevo formó un portal a sus pies y se desvaneció apareciendo encima de uno de los coches en la carretera. Había aparcado en el lugar perfecto; entre los aberrantes y los policías malheridos. Encendió el megáfono y habló todo lo que los Aberrantes habían callado.
—No nos dan la oportunidad para hablar, para caminar cuando ya nos están fulminando con bombas, no podemos hacer nada porque siempre ante sus ojos seremos unos monstruos. Yo digo “no más”. Basta de ser ridiculizados desde que nacemos hasta que morimos. Estoy cansada de ver a mi gente, mi raza, a mi familia siendo atacados y siendo callados. “No puedes usar tus poderes”, “No puedes salir así a la calle”, es lo primero que nos dicen antes de salir a la calle. No podemos ser quienes somos porque si no iremos a prisión. La policía no nos cuida, nos mata.
»Yo digo que estoy cansada de ver esto. Estas calles están llenas de personas normales y nosotros jugando a las escondidas. No podemos ser quienes somos y no nos sentimos a gusto siendo alguien más. Me he cansado de que me digan que ser aberrante es malo cuando es lo mejor que has podido ser. Tienes putos poderes, eres un jodido hombre. Tus placas no te hacen mejor que yo, tus armas no te hacen mejor que yo.
Shaper estaba de pie escuchando a su amiga. Esta no era la Scorpion que conocía, la chica tan callada y obediente. Estaba hablando desde su corazón, estaba llena de ira. Se encaminó para acercarse más a su amiga y notó como los aberrantes iban incorporándose poco a poco y escuchaba esas palabras con atención. Algunos vitoreaban demostrando su señal de aprobación. Una sonrisa se dibujó en su pequeño rostro.
»No todos los aberrantes robamos y si lo hacemos es por una razón. No les dan trabajo a los aberrantes. ¡No podemos trabajar! No nos aceptan en ningún lado, no podemos mostrar quienes somos y ¿Sabes qué digo? A la mierda todo, a la mierda ustedes. Ahora esta ciudad está llena de aberrantes, está llena de personas que no tienen miedo a decir quienes somos, que somos y qué hacemos. Si estás en contra jódete y a la mierda todas tus leyes oportunistas. Esta calle, esta ciudad es de nosotros.
Todos los aberrantes alzaron sus puños en señal de aceptación. Estaban de acuerdo en cómo estos hombres sin habilidades tomaron el poder y el creerse que eran mejores que ellos. Los aberrantes de nuevo corrieron en contra de los hombres uniformados mientras se deshacían de su glamour. Unos revelaron su auténtico color, otros su auténtico tamaño. Unos eran más grande que otros y otros de color púrpura o gris. Con escamas, con texturas similares a la piedra, y la lista continuaba. Incluso algunos aberrantes salieron de sus apartamentos para formar parte de la revolución.
Shaper se acercó a su amiga a paso calmoso. Veían como los aberrantes desataron sus habilidades como una soda siendo agitada y abierta.
El helicóptero dejó de hacer ruido, en su lugar, estaba cayendo. Algo había sucedido, de seguro había sido uno de los aberrantes que hizo que la nave perdiera el control. La máquina comenzó a caer y liberó una explosión al caer al suelo. Esa explosión hizo que más luz hiciera acto de presencia en las calles.
Nuevamente, todo era un caos.
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Cooper y Murphy se encontraban en una biblioteca pública de la ciudad. Murphy no tenía los materiales necesarios para estudiar una droga a nivel químico, y Cooper no lo juzgaba por ello. Lo juzgaría si hubiera tenido uno.
Con la poca droga que había recogido del suelo logró tener una muestra. Con la ayuda de un microscopio lograba ver como se comportaban los organismos y todos se comportaban con lentitud. Conocía los patrones.
—¿Y bien? —preguntó Murphy cruzado de brazos en una silla al otro lado del mesón, donde Cooper estaba observando las muestras.
—Si es la droga de Parker —dio su veredicto Cooper mientras apagaba la máquina.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Murphy.
—Conozco los componentes de mierda de esta cosa —dijo Cooper en un suspiro—, tiene lo mismo que tenían los gases tóxicos.
—¿Y eso qué es?
Cooper lo miró con picardía más que todo porque podía explicar sus componentes, pero estaba seguro de que Murphy no iba a entender una sola palabra.
—Contiene, una sustancia sintética similar al cortisol.
—Te mentiría si te dijera que es el cortisol —Murphy alzó una ceja.
Al menos Murphy no era obtuso.
—Es la hormona del estrés.
—Eso sí lo entendí.
—Eso exacerba la ansiedad y la sensación de peligro inminente —Cooper continuó mientras tomaba las muestras y las guardaba en su bolsillo de nuevo con sumo cuidado—. Digamos que es como un virus que está diseñado para replicarse temporalmente en las células nerviosas, haciendo que la toxina sea más persistente en el sistema del afectado.
—Dijiste “virus”, ¿eso se propaga?
—No realmente —Cooper se encogió de hombros—, no es contagioso, solo las personas que respiren o tengan esta toxina son las afectadas.
—Entiendo —Murphy comenzó a mecerse en la silla—, ¿cuánto tiempo dura la toxina?
—Depende, puede que los efectos duren horas o incluso días.
—Me imagino que, como sabes todo esto, ya has lidiado con esa cosa.
—¿Con esta droga? —Cooper señaló su bolsillo donde había guardado la droga—, no. Pero con Parker sí, muchas veces.
—¿”Muchas veces”? —Murphy enarcó una ceja—, ¿a qué te refieres con muchas veces? ¿Cómo has salido vivo de esto?
Cooper rió entre dientes y bajó la mirada.
—A este punto yo tampoco lo sé. El diablo no me quiere con él y Dios no me cree digno.
—Me imagino que con este trabajo ya no le tienes miedo a la muerte.
—Claro que sí —respondió Cooper—, todos los días tengo miedo de morir, eso es lo que me mantiene vivo.
Murphy asiente.
—¿Alguna vez dudaste de ti mismo? —preguntó Murphy.
—Sí, pero luego me acuerdo de quién soy.
Murphy siempre le sorprendía la confianza de este chico, y claro que admiraba eso de él.
Cooper tomó aire.
—Hablé con Lissa.
—¿En serio?
Murphy dejó de mecerse en la silla para observar a su amigo con sus ojos brillaban con una energía imposible de contener, y su sonrisa se expandió de oreja a oreja, como si acabara de recibir la mejor noticia del mundo.
Ambos sentían que este era el descanso de la locura que estaba pasando, necesitaban una charla de amigos.
—Sí.
—¿Y? —Cooper hacía círculos con las manos para apoyarlo a darle más información.
—Está viva.
—Eso no es decir mucho.
—Bueno —Cooper reprimió una sonrisa mientras bajaba la mirada—, sigue trabajando.
—Claro —Murphy colocó los ojos en blanco.
—Aunque no sé qué está pasando —Cooper escudriñó el lugar en busca de personas que estuvieran muy cerca de ellos, ninguno parecía escuchar—, parece que apagó toda Acrisea.
—¿Fue ella? —preguntó Murphy perplejo.
—Parece que sí.
—Lo vi en las noticias, de que Acrisea sufrió de una corte de luz muy abrupta, están pensando en ser más duros contra los Aberrantes por eso. Ya están creando propagandas por eso.
Cooper tomó aire. Murphy tenía razón y lo sabía, pero debía de confiar en que la razón por la cual Lissa tuvo que usar sus poderes tuvo que ser fuerte. Incluyendo el hecho de que a ella no le gusta usar sus poderes.
—Lo sé —Cooper se encogió de hombros—, tuvo que tener una buena razón.
Murphy liberó un suspiro.
—Me va a costar un poco adaptarme a esto.
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Editado: 02.06.2025