Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 42 - Quiero que dejes a mis amigos en paz

Trataba de disimular su disgusto, pero fue en vano cuando Blue Velvet frunció los labios. La chica celeste cargaba algo entre sus manos, no lograba ver que era porque estaba oculto a sus espaldas, quizás esto fue lo que alertó a sus empleados.

—Bajen sus armas —dirigió ella—, a menos que quieran morir por ella.

El personal obedeció y colocaron sus pistolete encima de su escritorio respectivo. Blue Velvet comenzó a acercarse a la mujer alta de hombros anchos.

—Salgan —mandó Roswell.

Las personas comenzaron a abandonar sus escritorios para dirigirse a la puerta alejándose de ambas. Una vez que el último logró salir, cerró la puerta emitiendo un golpe hueco, Roswell se cruzó de brazos. Era todo oídos.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Roswell.

—Tienes que ver esto —Blue Velvet se detuvo al tener una distancia concreta, le entregó una clase de portafolio que ocultaba a sus espaldas.

—¿Qué es esto? —Roswell lo tomó y lo abrió.

Había una página donde se veía una foto de la chica que causaba estragos en Acrisea con información que no alcanzó a leer, pasó la siguiente página y era una foto de una chica más pequeña, podía decirse que tenía 12 años.

—Es información de la chica que tumbó Acrisea—Blue Velvet se cruzó de brazos y continuó—. Ella junto con esa chica han hecho todo esto. Todo comenzó con un robo al banco, pero hay algo más. Ellas jamás lograrían hacer esto solas.

—¿Qué quieres decir?

—Alguien les dio la idea, alguien que quería algo de ellas, quizás por sus habilidades, no lo sé, pero es mucho. Esta chica es muy inteligente y la he visto. Usa máscaras y…

—¿Por qué me dices esto? —Preguntó Roswell—, he indagado en tu mente por años y por más que te conozca, sé que no solo vienes a presumir.

Roswell era buena. Muy buena.

Blue Velvet sonrió viendo como la general G.I. Joe abandonaba el portafolio encima de un escritorio.

—Quiero que dejes a mis amigos en paz —dijo Blue Velvet aún cruzada de brazos—, que dejes de buscarnos y dejes de poner a todo el mundo en riesgo por nosotros.

—Eso suena a dos grandes favores —una sonrisa pícara se dibujó en los labios de Roswell.

—Y sé que no haces nada gratis —continuó Blue Velvet y señaló el portafolio con su cabeza—, así que te traje esto.

Roswell se rió entre dientes y tomó el portafolio con una mano.

—Puedo dejar a tus amigos en paz, pero a ti… Tú me cuestas muchísimo, niña.

—Por eso te daré lo que más quieres.

Esta era una de esas raras veces cuando Blue Velvet sonaba extrañamente severa. Parecía que tomaba la batuta en esta conversación. No había reído ni una vez, y sonaba a que quisiera jugar con Roswell.

—¿Y qué es lo que más quiero según tú?

Blue Velvet giró sobre sus talones y esta vez fue ella quien se aferraba al barandal de hierro. Observaba las cámaras que no mostraban nada interesante, pero se imaginaba la cantidad de cosas que esta mujer logró ver en estas enormes pantallas.

—La muerte de todos los Aberrantes de Acrisea —murmuró Blue Velvet y asintió, alzó un poco la voz—, la muerte de cada uno de esos aberrantes de allá afuera.

Roswell frunció el ceño. No lo esperaba de ella, nunca pensaba eso de ella. Roswell se aclaró la garganta y la observó. Esta mujer, esta chica, no era la mujer de cabellos azules que conocía. Esa mujer era una loca de atar, una persona que mata por diversión y no deja atrás un momento de risas. Esta chica que estaba delante de Roswell era discreta, su lenguaje corporal era tenso, circunspecto, un profesional.

—Creía que tú estabas a favor de la vida, que querías que los Aberrantes estuvieran vivos.

Blue Velvet negó con la cabeza.

—Y estoy de acuerdo con la vida —Blue Velvet tomó el hierro con más fuerza hasta que sus nudillos se tornaron blancos—, pero si voy a hacer un trato con el diablo debo dar más que solo billetes verdes.

Roswell asintió.

—No me meteré con tus amigos —habló Roswell y dirigió su mirada a la entrada del cuartel—, dejaré al que se hace pasar por Andron tranquilo, pero si él hace un movimiento en falso que me haga dudar, presionaré un botón, uno solo y haré que esté en el domo en el que te encerré ¿De acuerdo? —Blue Velvet no respondió, sin embargo, tomó un tiempo para qué logrará asentir—, lo mismo va contigo. Si te veo metiéndote en nuestro camino vuelves al domo ¿Vale?

De nuevo, Blue Velvet asintió y giró para ver a su nueva compañera.

—Tenemos un trato —Blue Velvet extendió su brazo en señal de paz.

Roswell la tomó y agitaron sus manos en señal de acuerdo. Su mano era más pequeña que la de Roswell, sus deditos apenas podían entrar en sus enormes manos. La chica de cabellos dorados vio a Blue Velvet a los ojos.

—Tick Tock —dijo Roswell a su vez que su apretón de manos lo hacía más vigoroso.

Blue Velvet colocó los ojos en blanco. No soportaba estar a su lado. No con esa malagradecida.

En un abrir y cerrar de ella se volvió un rayo color celeste atravesando la habitación hasta dar contra una de las enormes pantallas, desapareciendo ante sus ojos. Las luces parpadearon y Roswell volvió a estar por su cuenta.




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