Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 43 - Yo puedo con 3 al mismo tiempo

Al principio tenía sus dudas acerca de esta mujer tan buena con la tecnología y que hizo desastres en las calles por solo un día fuera. Sin embargo, al comprenderla, al conocerla, sabía que era una persona de fiar. No habían durado mucho en la ciudad cuando un coche comenzó a volar por los aires, no notaban su sombra debido a la oscuridad, pero era muy notorio como una pieza tan grande sobrevolaba por las calles.

El coche comenzó a caer y supieron que este auto había sido lanzado por alguien. Ambos saltaron en direcciones opuestas y esperaron a que sonara el golpe del auto cayendo contra el asfalto. Vieron como la máquina era solo piezas esparcidas por el suelo y escucharon los gritos de… ¿Victoria?

Ambos se colocaron en pie para ver de donde provenía el auto. Había un hombre al final de la autopista, sus hombros eran enormes, inclusive su cabeza era diminuta en comparación a los músculos de su cuerpo. Blue Velvet frunció el ceño, no podía notar mucho que era a lo que se enfrentaban, solo podía contar con la luz del fuego para darle visión.

La aureola celeste no se hizo esperar. La luz celeste comenzó a rodear a Blue Velvet haciéndole perder su traje, sus habilidades. Estaban en la zona de no electricidad, ella aún no sabía como hacer para eliminar el campo. Tenía entendido que debía esperar por horas, quizás días.

—¡Andron! —gritó el hombre fornido—, ¡Está aquí, muchachos! El velocista está aquí.

Andron tragó saliva. Creo que lo recordaba, no podía olvidar ese tanque.

—Tanque, hola —dijo Andron con voz quebrada.

Lissa frunció el ceño ¿Su nombre era Tanque?

Tanque se fue acercando cada vez más a ellos y mientras más se acercaba, más sus amigos hacían acto de presencia.

—¡Tú me enviaste a prisión! —exclamó el hombre y tomó otro auto entre sus dos manos como si no fuera nada.

—Creo que es muy justo, ya que tú mataste a 3 hombres en un bar —señaló Andron.

Tanque lanzó el auto de nuevo por los aires, pero esta vez lo hizo con más fuerza, con la fuerza suficiente para que el coche se abalanzó tan rápido como una bala de gran tamaño. Andron era más rápido que eso. Corrió y tomó a Lissa entre sus brazos, provocando que ambos cayeran en la acera.

Escucharon el ruido del coche y los cristales cayendo, ambos se colocaron de pie. Algo hizo que Andron se pusiera alerta. Andron alzó la mirada y notó como una de las ventana del edificio se había quebrado, una lluvia de cristales comenzó a caer en cámara lenta, incluso las llamas del fuego se veían sosegados, Andron no esperó un segundo cuando ya tenía a Lissa en sus brazos nuevamente, corrió hasta acercarse a lo que parecía lo más seguro.

El tiempo volvió a la normalidad y notó como los cristales cayeron al suelo, detrás de ambos se hallaba una mujer de cabellos negros y mugrientos, parecía que su regalo era el poder controlar el cristal, quizás no. Pero sabía que era ella la que hizo que los cristales cayeran encima de ellos. Lo intentó.

—Tenemos que dejar de hacer esto —murmuró Lissa y comenzó a apartarse de Andron, aún podía sentir sus brazos tomándola.

—Lo siento —Andron vio en dirección a la chica y luego al tanque—Son demasiados. Es una ciudad entera contra 2.

—Yo puedo con 3 al mismo tiempo —Lissa comenzó a cargar sus armas—, tú eres veloz. Toma eso como mucha ventaja.

Lissa comenzó a correr en dirección a una pelirroja que estaba a un lado de la chica de los vidrios. La pelirroja extendió ambos brazos y el asfalto comenzó a vibrar como una clase de terremoto. Ya no era un temblor, era una ola. Esta mujer controlaba el asfalto. El suelo comenzó a agitarse como una ola y Lissa comenzó a saltar cuál conejo para tomar las curvas empinadas de las olas. Los coches y extintores comenzaron a rebotar como pelotas.

Lissa tomó provecho de eso y saltó encima de un capó de un coche, corrió y estaba en el techo del auto, saltó aún más alto y apuntó con su arma a la mujer pelirroja. Disparó. La bala cayó entre las cejas de su víctima. La mujer cayó al suelo con una limpieza indescriptible. Gotas de sangre salpicaron en el rostro de la mujer de cabellos castaños y cortos, dejándola perpleja. Vio a su costado el cadáver y eso le dio a Lissa el tiempo suficiente como para caer en el suelo que ahora estaba tranquilo. No temblaba, no era una ola descomunal. Su domadora había caído.

Uno menos, faltan el 99% de la población.

La chica que controlaba los cristales vio todo, estaba pasmada. La sangre le había salpicado en su mejilla. Tenía que despabilarse si no esta mujer acabaría con esta revolución.

Alzó ambos brazos y creó un panel de cristal evitando que las balas tocaran su cuerpo. Mientras las balas caían al suelo, la chica dejó que varias ventanas se quebraran encima de ambas. Una lluvia de cristales sorprendió a Lissa. No podía contra eso, así que corrió contra una vidriera para resguardarse en una tienda. Escuchó los cristales caer, pero no escuchó nada más. Suponía que su amigo ya no era espectador, tenía trabajo que hacer.

—Joder —murmuró Lissa en el suelo viendo el gran desastre que había causado.

La ventana estaba quebrada y los maniquíes estaban a su costado, al igual que varios artefactos. Era una tienda de deportes por la forma en como los muñecos estaban vestidos y los bates de béisbol pendían de los mostradores. Eso le dio una idea. Sus balas eran limitadas, pero tenía experiencia en batallas cuerpo a cuerpo.




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