Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 44 - Fuego

Ya era muy tarde. Tanque estaba detrás de Andron y lo tomó de una de sus piernas, lo comenzó a agitar en el aire como un muñeco de trapo y lo lanzó contra un ventanal enorme. La ventana se hizo trizas mientras que Andron caía dentro del local. Era un restaurante por la forma de su logo en forma de pizza. Corrió en dirección al restaurante y notó que Tanque iba al mismo sitio.
Lissa tenía la ventaja de ser más liviana, así que era más veloz. Saltó el marco del ventanal con cuidado de no clavarse un cristal, se acercó a Andron quien continuaba en el suelo. Estaba desconcertado, colocó una mano encima de su cabeza.
—Me dolió —murmuró Andron.
—Sí —Lissa se rió entre dientes colocándose de cuclillas tratando de ver si Andron se había hecho daño—, parecías una muñeca allá.
Tanque se estaba acercando. Andron se incorporó a su velocidad acelerada, notó como Tanque se acercaba al local y estaba a un pie de estar dentro. Sabía que Lissa estaba cansada de ser tomada, pero tenía que esconderse rápido. Tomó a Lissa entre sus manos como una niña y corrió ocultándose detrás del recibidor.
—Maldición —murmuró Lissa parpadeando varias veces—, te dije que no volvieras a hacer eso.
—Lo siento, pero tenía que hacerlo —susurró en respuesta.
Se escuchó el golpe de la madera contra la pared, podía sentir como Tanque estaba destrozando las sillas y mesas del local para poder encontrarlos.
—¿No podrías sacarnos de aquí? —Preguntó Lissa con un tono molesto.
—Si escapábamos no nos iba a dejar en paz hasta encontrarnos.
Lissa debía aceptar que él tenía razón. No importa si escapaban y que tan rápido corrían, él continuaría su búsqueda hasta dar con ellos. Lissa asintió.
—Tengo una idea —otra mesa salió disparada por los aires e impactó contra la otra pared, dejando rastros de astillas en el suelo—. Pero no te va a gustar.
—Si logramos matar esta cosa me encantará.
—Bien, vamos a la cocina.
Ambos comenzaron a arrastrarse por el suelo hasta llegar a la cocina. Lissa veía sobre su hombro como el enorme hombre comenzaba a lanzar los artefactos de un lado a otro sin dar resultado. Ambos continuaron su camino, Andron quería correr, pero sabía que cualquier ráfaga de viento le haría ruido al monstruo.
Una vez dentro se colocaron de pie y vieron por el borde la entrada como Tanque continuaba ocupado. Les parecía extraño como ninguno de sus amigos había llegado aún.
—Bien —murmuró Andron y volvió su mirada en su amiga de pálida piel—, necesito que cortes las tuberías de gas.
—Creo que entiendo tu plan. Voy a eso.
Lissa corre y toma uno de los cuchillos de gran tamaño, se acerca a las tuberías cerca de la cocina e intenta cortar el caño. Andron camina de puntillas con la intención de no hacer tanto ruido buscando algo que produjera fuego. No había nadie, no había un mechero o un papel que sirviera, las servilletas se deshacían rápido y no podía crear fuego.
Lissa había cortado la manguera de gas, pero eso no era todo lo que quería, quería una gran explosión, así que abrió el gas de los hornos aun sabiendo que había cortado su conexión con la bombona de gas. No había electricidad, así que no podían prender el microondas.
—Tienes que crear fuego —murmuró Lissa.
Andron continuaba viendo a sus alrededores como un niño perdido mientras tocaba su cabeza. Estaba perdido, el plan iba bien, pero ¿Cómo iba a generar fuego de la nada? De nuevo otra silla, o mesa, ya no sabían qué era lo que estaba haciendo pedazos. Y fue cuando a Andron se le prendió el bombillo.
Corrió hasta en dirección a Tanque y tomó una de las patas de madera de la mesa. Ya había sido percibido por Andron así que tenía que darse prisa. Volvió a la cocina y esta vez no se tomó la molestia de ocultarse.
—¿Andron? —preguntó Lissa desconcertada.
—Tiene que venir hasta acá —murmuró y Andron comenzó a frotar la madera con su mano.
Frotaba tan rápido que sus manos eran difíciles de interceptar, era una imagen borrosa. Tanque dejó los mobiliarios en el suelo y comenzó a correr hasta ellos. Era tan pesado que sus movimientos eran lentos y torpes, arremetía contra todo lo que estuviera en su camino. Andron continuó frotando la madera y fue cuando comenzó a escuchar una chispa. Estaba cerca.
—Vamos —murmuró.
Continuó frotando. Estaba más cerca. Solo unos centímetros.
Tanque gritó, estaba listo para darle un golpe cuando el fuego se creó. Una pequeña aparición de fuego fue suficiente para procrear una vasta explosión dentro del local.
Alan notó como la pequeña chispa de electricidad se iba expandiendo hasta formar una pequeña luz, luego iba carcomiendo el aire como si se tratara de una página. Todo sucedía tan lento ante sus ojos. Observó como Tanque se abalanzaba contra él, así que corrió y tomó a su amiga entre sus brazos de nuevo, le había advertido que el plan no le iba a gustar. Corrió atravesando el local sintiendo el calor a sus espaldas.
Continuó corriendo y esta vez decidió ir más allá del peligro, donde estaba seguro de que no habría nadie. Colocó un pie encima de la pared del edificio, luego otro, y así sucesivamente hasta que estaba caminando por las paredes. Corría subiendo el edificio por fuera. Andron corría con fuerza para evitar caerse, era la primera vez que hacía esto y debía arriesgarse. Una vez en la cima vio por la cornisa como la ciudad era distinta desde lo alto.
Lissa parpadeó repetidas veces tratando de captar qué era lo que había sucedido. Lo último que recordó fue estar en el restaurante y ahora estaba siendo tomado por Andron en sus brazos y una llamarada carcomiendo el restaurante. Lissa frunció el ceño viendo a Andron, lo tenía muy cerca de sí y eso le disgustaba.
Lissa saltó de sus brazos y volvió a sacudir para eliminar los restos de escombros y suciedad.
—Te dije que…
—Y yo te dije que este plan no te gustaría —interrumpió Andron.
Lissa lo vio con cara de pocos amigos y se acercó más al borde. Notó que todo el lugar era un caos, muchos aberrantes estaban desatados y mostrando sus verdaderos rostros, destrozando tiendas, tomando todo lo que podían encontrar. Cada calle estaba siendo vigilada por uno de ellos. Al menos ya no se escuchaban gritos de pánico.
—Son demasiado Aberrantes —murmuró Lissa.
—Te lo dije —Andron se sentó en el suelo con las rodillas arriba y abrazando sus piernas—, jamás acabaremos con esto.
Lissa niega con la cabeza. Ve las llamas iluminando las calles, observa el cielo oscuro pero aun mostrando una cantidad basta de estrellas. Coloca un dedo bajo su mentón mientras piensa que puede hacer, tiene idea, pero no quiere volver a eso. No le gusta usar sus poderes, odiaba ser lo que Theodore le había ordenado hacer.
Ella era una humana, una persona, no quería que su cuerpo volviera a ser solo electricidad, escuchar voces y ver dígitos constantemente en su cabeza. Saber los secretos de todas las personas a su alrededor, sus etiquetas, sus redes sociales y más que todo sus condenas.
Frunció los labios y volvió su mirada en frente. No veía a su amigo, pero podía adivinar que estaba melancólico y no tenía cabeza para pensar en un plan. Habían salido del peligro y lo único que quería era descansar. No lo culpaba.
Quizás esta no era su primera misión, pero era una gran misión para alguien que recién estaba empezando. Quizás él era mayor que ella por edad, pero ella sabía más de estas cosas, ella sabía qué hacer y cómo controlarlo. Por lo tanto, ahora ella era la hermana mayor y debía protegerlo.
—Conozco una manera —Lissa giró sobre su talones y vio a su amigo desdichado.
—¿Cómo? —preguntó Andron reclinando su cabeza en sus rodillas.
—Pero tenemos que salir del campo electromagnético —respondió Lissa y se acercó a Andron, le extendió su mano, desde ese punto de vista Andron se veía tan pequeño y ella tan alta—, y necesito tu ayuda para hacerlo.
Andron sintió una especie de calor cuando sentía una brisa helada, su corazón palpitó con fuerza, pero esto era amor, pero no esa clase de amor romántico, era amor similar al que sientes con un hermano. Esa persona que es tu pilar y recordó que esta chica ha estado con él en varias ocasiones, aunque él no podía verla. Como un ángel guardián.
Andron asintió y tomó su mano.
—¿Qué piensas hacer? —Preguntó Andron.
Recordó que Lissa era bajita, debía bajar la mirada para verla a los ojos, aún se sentía pequeño, como un niño, comparado a la sabiduría de ella.
—Tenemos que regresar la electricidad. Hacer que la luz vuelva.
—De acuerdo. Entonces, ¿Necesitas ayuda para salir? —Andron colocó una mano en la espalda de Lissa.
Ella ya sabía lo que venía. Lissa suspiró.
—No te aproveches de esto —respondió y ella se aferró al cuello de su amigo—, espero que sea la última vez que hagamos esto.
Andron rió entre dientes y volvió a tomar a Lissa entre sus brazos como una muñeca de gran tamaño. Lissa apartó la mirada, no quería el rostro de Andron tan cerca del suyo.
—Ya quisieras, hermanita —habló Andron haciendo énfasis en la palabra “hermanita”.
Andron salió corriendo de la ciudad como una bala, rodeando a todos los Aberrantes y el desastre que se estaba desarrollando en su ciudad. El caos cubría cada zona y ya no había existencia de una sociedad. Veía las calles y edificios con melancolía. Ya había perdido todo.
Una vez fuera dejó caer a Lissa y esta cayó de pie como un gato. Ya no soportaba ser tomada como un trapo o una niña, ella era más útil que esto. No tenía mucha energía, pero debía usar lo suficiente para contrarrestar el campo.
—Esperemos que funcione —murmuró Lissa y parpadeó repetidas veces haciendo que sus ojos fueran completamente blancos.
Eran tan claros que parecían dos linternas iluminando el bulevar. Su traje celeste había vuelto, volvía a ser Blue Velvet, pero no sabría por cuánto tiempo. Extendió ambos brazos y comenzó a volar por los cielos, su cuerpo ya no era parte de la tierra. Las nubes comenzaron a unirse cubriendo las estrellas, cada segundo que pasaba Blue Velvet se iba alejando cada vez más del suelo, mientras que Andron miraba a la chica que revoloteaba invocando quién sabe qué.
Blue Velvet comenzó a perderse en el cielo entre las nubes y la oscuridad, ya Andron no lograba divisarla. Las nubes comenzaron a iluminarse, eran rayos que peleaban por salir. Se escucharon truenos cada vez más férreos hasta que un rayo de gran tamaño emergió de ellos y golpeó contra una barrera invisible que cubría la ciudad. Este rayo era gigante y hermoso a simple vista, como la luz cubría la barrera, y todo era de color azul y blanco.




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