Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 48 - Tú no sabes nada de mí

«La promesa a Roswell»

Andron no sabía de la promesa de Roswell. No podía lanzar ese balde de agua ahora.

—¿Necesitas ayuda? —preguntó Andron.

—No —Blue Velvet se apartó cuando sintió un amago de Andron queriendo tomar su brazo—, tranquilo. No quiero que me cargues de nuevo. Y menos ya que tengo energía.

—¿A quién engañas? —Andron se cruza de brazos—, tú amas que te cargue.

—Lo detesto —Blue Velvet alzó ambos brazos—, ve tú, yo voy detrás de ti. Además, el lugar está a solo unas cuadras.

Andron quería seguir insistiendo, pero recordaba el dolor que le causaba el solo tocarla, un pequeño roce hacía que varias chispas de electricidad traspasaran su ropa y pellizcara su piel con mucha firmeza. Decidió dimitir. Asintió una vez y corrió dejándola atrás.

Había una gran diferencia en las calles. Ya podía notar donde pisaba, veía lo que lo rodeaba y en parte era positivo como negativo. Él iba a hacer que esta ciudad no pasara por lo mismo de nuevo. No volvería a sentir el desastre, la catástrofe o la tristeza. No quería que perdieran su pasado, que dejaran atrás lo que son por unos Aberrantes.

Continuó corriendo viendo a los Aberrantes haciendo de las suyas. Quería detenerlos, quería ponerle unas esposas y entregarlos donde merecían, pero no había una cárcel ahora, no había un lugar donde podían recibir un castigo. Todo era cenizas y desastre.

Llegó al museo. El antiguo museo de Acrisea. Entró sin importar nada y notó como varios cuadros habían sido robados, armas de personajes históricos desaparecidos y vidrios quebrados esparcidos por todo el suelo. Varios reflectores apuntaban a una obra que antes era un fósil de dinosaurio. Recordaba este lugar, no era fanático de ir a museos, pero recordaba la última vez que fue.

Vio de un lado a otro mientras caminaba en pasos lentos. No había nada, no había nadie ¿Y por qué alguien estaría en un museo? No tendría sentido. Continuó corriendo, registró cada sala, cada rincón, se detuvo en la sala de fósiles.

De nuevo, eran más estantes vacíos a excepción de un mamut en el suelo. Era enorme y sospechó que ninguna persona podría cargarlo o saber donde colocarlo, sería solo destruir el lugar sin lucrarse y eso no tendría sentido. Los cuadros y armas no estaban, pero estaba ella. Estaba esa mujer de traje negro ajustado a su cuerpo, como si se tratara de una segunda piel, su cabello negro caía sobre sus hombros hasta la altura de sus caderas. Era largo, lacio y de gran volumen. Giró su cabeza un poco para ser escuchada, pero no para verlo. Estaba de espaldas a Andron y su presencia lo hacía estremecer ¿Por qué no podía correr y tomarla y ya? Estaba helado de temor.

—¿Quién eres? —alcanzó a preguntar Andron.

—¿Eso realmente te importa? —habló Deanna, su voz era un susurro que podía ser escuchado por toda la sala, esa voz tan cortante y sin sentimientos era tan característica de ella—, ¿Por qué te tomó tanto tiempo llegar?

—¿Por qué alguien estaría viviendo en un museo?

—No vivo en él —Deanna giro para verlo a su rostro—, te esperaba.

Andron trago saliva. Poseía una máscara blanca cubriendo su rostro. No mostraba ninguna sonrisa o el color de ojos de esta mujer, no sabía absolutamente nada de ella.

—Podrías solo decírmelo en mi cara en lugar de esperar algo de mí —respondió. Peleaba por no titubear.

—Esperé mucho de ti —continuó Deanna—, pensé que te conocía lo suficiente.

—Tú no sabes nada de mí.

Sabía que en esta parte de la discusión debía de mantener su monólogo, hacer que Deanna hablara más de la cuenta.

—Claro que sí, Alan —Deanna colocó ambas manos detrás de su espalda y comenzó a caminar alrededor de la habitación—, sé de tu padre, de tu familia, ¿Quién crees que los colocó en ese banco?

—Fuiste ¿Tú? —Andron tomó aliento.

Estaba al borde de la ira, no podía demostrarle su disgusto, conocía a este tipo de personas que se alimentaban de la rabia y tristeza de sus víctimas.

—Con ayuda de personas que ya conoces —Deanna pasaba sus dedos por las paredes donde debían estar posados los cuadros—. Blue Velvet no es la única que ha estado en tu sombra.

—No más.

Andron estaba listo para tomarla, encerrarla en donde fuera. Debía hacer algo hasta que ella colocó un dedo en alto en señal de que se detuviera. Sabía lo que estaba pensando.

—Si me pones un dedo encima, Twyla morirá con una bala entre sus cejas en Francia —musitó Deanna.

Andron se detuvo en seco ¿Cómo sabía que estaban en Francia? ¿Cómo sabía de Twyla?

—No te creo —murmuró.

—Entonces cree que están en una heladería con tu amigo Enrique y tu madre Melissa, quizás con Shawn Brown a su lado, pero solo asumo, no digo que lo sepa —Deanna continuaba su caminata mientras que Andron relajaba los músculos. Por alguna razón sentía un hacker al lado de ella.

«¿Blue Velvet dónde estás?»

—¿Qué quieres? —preguntó Andron viendo sobre su hombro como Deanna pasaba por su lado.

—No quiero nada —respondió Deanna—, ya lo tengo todo.




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