Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 51 - Con el poder del amor

—¿Otra cosa que deba saber? —preguntó Andrew observando al velocista con un mohín.

Ambos habían caído contra el suelo frío de mármol. Shaper observaba los alrededores notando como sus víctimas se habían dispersado.

—Bueno —Andron continuaba con su mirada fija en Shaper, no pensaba perderla de vista—, cuando mata a un Aberrante, se queda con sus poderes.

—De acuerdo —respondió con recelo.

Ambos notaron como Shaper no buscaba atacar al equipo a pesar de que estaban preparando sus armas, estaba en busca de un objetivo. Cubría con su cola alguna de las balas que golpeaban contra su dura coraza, continuó buscando hasta que las miradas de Andron y ella se encontraron.

Su emoción fue palpable. Sin dudar un segundo, atacó con su cola en dirección de ambos y los dos hombres se apartaron de un salto nuevamente cayendo de bruces.

Algo despertó la curiosidad de Andrew, estaban llamando a su comunicador, decidió abrir la señal.

—¿Qué? —su voz era tosca y parecía no muy feliz por esta llamada—, ¡Pero qué coño! Está bien —Andrew corrió junto con Andron evitando que la punzada lograra impactar contra ellos, Andron aminoró su velocidad al notar que el comandante deseaba hablar con él en medio de esta persecución—, quieren hablar contigo, rapidito.

—¿Qué? —preguntó el velocista percibiendo como Andrew le estaba otorgando el comunicador.

Ante el impacto, ni Andron ni Andrew se percataron de que Shaper ya se había adelantado a sus posiciones.

El aguijón del escorpión gigante descendió como un látigo de sombra, impactando el suelo con una fuerza brutal.

El temblor los desestabilizó.

Ambos perdieron el equilibrio, cayendo de espaldas y rodando sobre el piso polvoriento, alejándose varios metros de su punto inicial.

Andron fue el primero en reaccionar. Con un movimiento rápido, recuperó el comunicador que había soltado durante la caída y lo incrustó en su oído mientras se incorporaba.

—¿Hola? —tartamudeó, aún aturdido.

Una voz familiar, chispeante e imposible de confundir, estalló en el auricular.

—¡Hola! —era Blue Velvet. Sonaba casi divertida, como si la situación no la afectara en absoluto—. Solo quería decirte que tengo un plan.

—¡Dímelo ahora! —rugió Andron, mientras esquivaba en el último segundo otro golpe devastador del aguijón que casi le abre la cabeza.

No esperó instrucciones inmediatas. Su cuerpo se movía más rápido que su mente. Extendió la mano, sujetó a Andrew por el brazo y, con un tirón brutal, lo cargó como un rayo hacia los escalones que llevaban a la salida del museo.

Su primer impulso fue dejarlo afuera. Sacarlo de allí, ponerlo a salvo. Pero el exterior podría ser igual de peligroso, o peor. ¿Y si Andrew era lo bastante terco como para intentar volver a entrar? No podía arriesgarlo.

A su alrededor, el tiempo pareció normalizarse.

El mundo dejó de ser un borrón acelerado.

La mirada de Shaper ahora era un fuego puro de rabia y sorpresa.

Andrew, aun tambaleándose, parpadeó repetidas veces. Nunca había experimentado una velocidad así. Sentía el viento rugiendo contra su rostro como si volara colgado de un avión en pleno despegue. Las imágenes pasaban como flashes incoherentes, pedazos de un mundo que no podía procesar a tiempo.

Se obligó a aprovechar la mínima tregua: inhaló profundamente, tragándose las náuseas que amenazaban con explotar. No podía vomitar ahora. No podía ser una carga.

Mientras tanto, Andron tensaba cada músculo de su cuerpo, consciente de que la próxima fracción de segundo podía ser la diferencia entre vivir... o convertirse en el siguiente trofeo de Shaper.

—Tienes que sacar a Shaper —advirtió Blue Velvet a través del comunicador—. Tienes que obligarla a salir del museo… y crear una especie de vórtice. ¿Comprendes?

—¿Por qué demonios haría un vórtice? —Andron replicó mientras esquivaba, con movimientos medidos, el aguijón que azotaba el suelo a centímetros de su cuerpo.

—Digamos que será una barrera donde el aire se bloquea —explicó ella, y su voz chispeante dejaba entrever una sonrisa—. Sin oxígeno... ya sabes lo que pasa.

Andron asintió mientras esquivaba un nuevo golpe del escorpión gigante.

—Entonces caerá inconsciente —completó—. Es una locura… Y me encanta.

—¡Gracias! —exclamó Blue Velvet, como si acabara de recibir un premio—. ¡Al fin alguien me aprecia!

Andron se apartó el comunicador del oído y se lo entregó a su legítimo dueño, Andrew, mientras le resumía el plan a toda velocidad.

—De acuerdo —asintió Andrew, aunque su ceño seguía fruncido—. Ahora dime… ¿cómo demonios sacamos a una montaña ambulante por esa pequeña puerta?

—Con el poder del amor —respondió Andron, con total solemnidad.

Andrew lo fulminó con la mirada.

Andron sonrió apenas, antes de desaparecer, dejando tras de sí solo un borrón distorsionado ante los atónitos ojos de los soldados.




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