Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 56 - Tu nombre es un chiste

Se lanzó de inmediato, deslizándose hacia Parker con movimientos calculados y veloces, bastones al frente.

Parker esquivó el primer golpe, no con habilidad, sino con costumbre.

Bloqueó el segundo con el antebrazo, torpe pero suficiente, y retrocedió con una precisión que no parecía nerviosa sino ensayada. Mientras tanto, la toxina seguía extendiéndose, como dedos invisibles, buscando una grieta en su armadura.

La máscara de Guyana resistía al principio, pero esa toxina no estaba diseñada para matar. Estaba diseñada para colarse.

Para encontrar el punto exacto en la mente donde una grieta podía hacerse abismo.

Guyana golpeó de nuevo. Una patada giratoria, dos estocadas con los bastones. Rápido. Limpio. Letal.

Parker esquivó como una sombra vieja, sin fuerza, pero con instinto.

Y entonces, Guyana tosió. Una sola vez.

Pero fue suficiente.

La visión vibró. El sonido del laboratorio se amortiguó. Y el olor del lugar se transformó en algo más. Algo imposible. Estaba lleno de ceniza, sangre y madera quemada.

La toxina había entrado.

Y con ella sus miedos.

Guyana retrocedió un poco, se sentía mareado, no podía enfocar su vista. Parker se había vuelto una neblina de color esmeralda esparciéndose por el aire.

Guyana no podía respirar.

Al dar unos pasos se tropezó con algo, o alguien.

Guyana giró con brusquedad pensando que quizás era un truco de Parker, sin embargo, al notar el tumulto de ropas en el suelo notó que no solo era eso.

Había alguien escondido allí.

No paraba de toser, no obstante, eso no lo detenía de saber quién era esta persona. Al retirar la prenda, se dio cuenta de que era Murphy.

Sus ojos sin vida se clavaron en los de Guyana. Las pupilas de Murphy eran grises, tenían falta de color. Eso no era lo único que lo hizo retroceder del miedo. Era el hecho de cómo el color de su piel se había perdido.

Murphy estaba muerto a sus pies.

—Esto no es verdad —se decía Guyana constantemente.

Era como estar en una pesadilla. Sabes que es mentira, que nada te va a pasar, sin embargo, tu corazón no deja de latir con fuerza y tus instintos se agudizan para atacar lo que fuera que estuviera aferrándose en ti.

¿Cómo puedes parar de tener pesadillas?

Intentas despertar, cerrar los ojos con fuerza. Trata de calmar los latidos de tu corazón con respiraciones lentas, pero es imposible cuando tu cabeza está dividida en tener que sobrevivir y pensar que esto era una mentira.

Guyana no paraba de toser. Necesitaba aire fresco.

Intentó respirar hondo, aunque era contraproducente al aire que estaba respirando. Vio como desde la sombra del cadáver de Murphy emergía un cuerpo. La sombra se alzaba y se desfiguraba hasta dar forma de una chica pequeña, la reconocía.

Era Shixed.

Sus ojos se habían vuelto blancos e iluminados como lo había hecho estos últimos días cada vez que estaba en peligro. Estaba liberando su energía demoníaca.

Alzó sus manos en dirección a Guyana, lo iba a atacar y eso era algo que de verdad le aterraba. No sabía cómo luchar contra alguien tan fuerte como lo era Shixed.

Se lanzó al suelo evadiendo lo que fuera que iba a hacer. Rodó en su propio cuerpo, corrió sin parar hasta esconderse en una de las cajas de Parker.

Guyana ve por encima de su hombro donde solía estar Shixed.

Había desaparecido.

Se mantiene sentado tratando de respirar. El correr le había quitado mucho aire. Sin embargo, estaba comenzando a sentirse mejor. Quizás se había alejado de la toxina lo suficiente como para respirar aire natural.

Vuelve su mirada frente a él y nota a una persona a unos pasos de él, estaba viendo a la pared, a la nada. Su cuerpo estaba de pie, sin mover ni un músculo. Esto le hacía estremecer a Guyana.

La vista se le fue adaptando a la oscuridad, poco a poco logró notar el cabello rosado de Phemphit cayendo hasta su cintura.

Esperaba que fuera ella.

—¿Por qué? —preguntó Phemphit.

—¿Qué? —Guyana frunció el ceño.

La voz de Memphis era débil y suave. Desde que la conoció la voz de Phemphit siempre fue suave y baja, pero esta vez era débil y un tono afligido.

—Un líder jamás dejaría morir a uno de nosotros —esta vez Guyana logró escucharla a la perfección, sus palabras se clavaron en su corazón como navajas—, ¿por qué nos harías eso?

Phemphit ladeó un poco su cabeza. No podía verla a los ojos, pero logró ver un poco más el perfil de Phemphit.

Guyana tragó saliva.

—Phemphit…

—Tu nombre es un chiste, el título que tú mismo te otorgaste es un chiste.

Guyana creía que salvar a alguien lo salvaría a él mismo, pero lo único que hizo fue hundirlo más despacio.




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