La sala de Murphy había cambiada drásticamente.
Ninguno había tenido la oportunidad de verla antes, pero sabían que las máquinas médicas, la camilla donde estaba recostado y las computadoras no estaban incluidas antes del accidente.
Lo que era una tele, ahora se había convertido en un electrocardiogramas. Un lado de la pantalla reflejaba las pulsaciones del corazón y el otro lado una visión rayos x del cuerpo completo de Murphy.
Chao fue el último en cerrar la puerta de la habitación. Veía como Murphy permanecía acostado en la camilla en el centro de la sala. La sabana blanca cubría la mitad de su cuerpo, escondiendo el hecho de que ahora no tenía piernas.
Cooper estaba sentado en un taburete a un costado de Murphy, Phemphit y Chao continuaban observando desde la distancia, mientras que Shixed estaba apoyada en una esquina de la habitación.
El aire está cargado de tensión.
Hoy era el día, el día que iban a unir el cuerpo de Murphy en sus nuevas piernas.
Murphy observa el techo, sus manos aferradas a los costados de la camilla. Aunque intenta mantener la compostura, su respiración delata su nerviosismo.
Cerraba sus puños con tal fuerza que los nudillos eran blancos, no sentía las uñas clavarse en la paloma de sus manos.
—Así que… —dijo Murphy evitando tartamudear—, ¿a partir de hoy seré un robot?
—No —dijo Cooper con tono burlón para calmar las ansias de todos—, a partir de ahora te conviertes en algo que ni los robots querrían pelear.
Murphy se ríe, pero la risa es breve.
Gira la cabeza para mirar a Cooper, sus ojos oscuros, buscaban algo: certeza, confianza, cualquier cosa que lo ayude a calmarse.
Estaba terrado, sabía que, a partir de ahora, iba a dejar de sur un humano totalmente, iba a estar en el otro lado de la moneda que la sociedad llamaba “monstruos”.
Pero, ¿quién determinaba quienes eran monstruos y quienes no?
¿Qué le diría a sus padres?
—¿Crees que funcionará, Coop? —preguntó Murphy—, ¿Crees que voy a seguir siendo yo?
Cooper se inclina hacia adelante, colocando una mano firme sobre el hombro de Murphy.
—Vas a seguir siendo tú, con o sin piernas biónicas —el tono de Cooper era serio—. Igual de insoportable, eso no cambia.
Murphy soltó una risa breve, apenas un respiro. Cooper lo miró un segundo más, esta vez con un dejo de seriedad.
—Y sí. Va a funcionar. Porque eres tú. Y tú no te caes tan fácil.
Por un momento, Murphy se queda en silencio, mordiéndose el interior de la mejilla. Finalmente, asiente lentamente, aunque sus ojos siguen reflejando dudas.
Phemphit y Chao se acercan, preparando los dispositivos que se usarán para unir las prótesis avanzadas a los nervios y huesos de Murphy. Las piernas afiladas, de un metal oscuro y pulido, están colocadas en una mesa al lado. Su diseño es intimidante, con cuchillas estilizadas que parecen listas para cortar el aire.
Chao observa las piernas con una expresión neutral, pero sus palabras cortan el silencio.
—No serás un Aberrante —murmuró Chao—, pero vas a ser algo más que humano después de esto.
—¿Algo más qué humano? —Murphy forzó una sonrisa—. Prefiero pensar que seré una versión mejorada de mí mismo.
Murphy y Chao no tenían la mejor amistad del mundo, pero a Chao le reconfortaba el hecho de como todas estas personas sabían perdonar. Todos, y cada uno de ellos, lo habían tratado mejor que sus padres y su hermano en más de 15 años.
Phemphit coloca una mano sobre el brazo de Murphy.
Su energía cálida contrasta con la frialdad de las prótesis metálicas.
—Lo serás, Murphy —respondió Phemphit con suavidad—. Y nosotros estaremos aquí para ayudarte a adaptarte.
Murphy asiente, y ve a Shixed quien continuaba en una esquina cruzada de brazos.
—Listo —murmura Murphy.
Shixed se acerca junto con Cooper, de la misma forma que Chao y Phemphit se apartan para que ambos puedan trabajar.
Shixed no conocía mucho de la tecnología, pero Cooper había aprendido mucho con Jeff y Jay. Igual, las piernas prostáticas no la habían hecho ellos por completo, sino que recibieron un par por parte de Jeff y Jay con unas modificaciones, sin embargo, Cooper agregó unos artilugios más a petición de Murphy.
Shixed y Cooper colocaron las 2 piernas en los espacios vacíos, donde deberían estar sus piernas de carne y hueso.
—Va a doler un poco —dijo Shixed.
Antes de que lograra responder, Shixed y Cooper presionaron los botones al mismo tiempo, uniendo las prótesis a los nervios principales de Murphy.
El dolor es inmediato y desgarrador, pero necesario para sincronizar las piernas con su cuerpo.
Murphy aprieta los dientes con fuerza, jadeando mientras sus manos se aferran a la camilla como si su vida dependiera de ello.
—¡Dios, esto duele…! —exclama Murphy entre dientes—, ¡esto duele más de lo que dijeron!
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Editado: 12.08.2025