Mid [#2 Aberrantes]

Capítulo 63 - No te confundas

La lluvia golpea contra las ventanas.

el cielo está más oscuro de lo usual, este clima era perteneciente de Pestrom, más que de Horifell. A Cooper le gustaba este clima, le hacía sentir en casa.

Murphy abrió la puerta del apartamento de Cooper y se adentró. Se podía escuchar las pisadas fueres de Murphy, hasta se podía sentir el vibrar de cada golpe.

Cooper no se limitaba en cerrar la puerta de su apartamento, ya que no había ningún residente. Todos se habían marchado, desde que se enteraron de que había Aberrantes dentro.

Los únicos que residían allí ahora, eran Murphy, Shixed, Phemphit, Cooper y Chao. Los apartamento no solo estaban abandonados, sino que estaban destruidos por ConAbe cuando intentaron revisar cada apartamento, intento descifrar si había más Aberrantes.

—Miren, quién está usando su nuevo juguete —dijo Shixed tomando asiento en el sofá donde estaba Cooper respetando su espacio personal.

Chao estaba sentado en el marco de la ventana observando la lluvia. También le gustaba este clima.

Cooper sonrió sin apartar la mirada de la laptop. Continuaba tecleando. En un segundo su pantalla reflejaba el mapa de Horifell.

Cooper sintió una mirada sobre su hombro, era Phemphit quien se estaba recostando en el espaldar del sofá para ver que estaban observando todos. Su cabello rosa le hacía cosquillas en el cuello de Cooper, pero no la iba a apartar.

Cooper traza una línea en el mapa con un marcador, señalando varios puntos importantes.

—Esto no va a funcionar si seguimos escondiéndonos en un edificio medio derrumbado —dijo Cooper sin apartar su mirada de la laptop.

—Entonces hagamos que funcione —Murphy sonrió ligeramente, moviendo sus piernas metálicas—. Si algo he aprendido hoy es que podemos adaptarnos.

Cooper levanta la mirada, sorprendido por el comentario. Murphy rara vez hablaba con tanta seguridad.

—¿Desde cuándo te volviste tan optimista? —Cooper se cruzó de brazos.

Todos lo observaban con una mirada divertida.

—Desde que me di cuenta de que las cosas no se terminan cuando lo pierdes todo —Murphy sonrió—. A veces, es cuando empiezan.

Phemphit se acerca a la ventana rota y observa la lluvia que cae sobre la ciudad. Chao continuaba sentado en el marco.

—Podríamos empezar por aquí —dijo ella en voz baja—. Arreglar las ventanas. Cambiar las cerraduras. Hacer de este lugar algo más que una ruina.

Cooper asiente lentamente.

—Sí. No solo una base. Un hogar.

Murphy se levanta con un salto ágil, sus nuevas piernas emitiendo un leve zumbido metálico al tocar el suelo.

—Podemos conseguir suministros. Herramientas. Esto no tiene que ser una cueva oscura donde nos escondemos del mundo.

Shixed sonríe levemente desde su rincón del sofá.

—Un refugio donde podamos resistir lo que venga —terció en un tono tranquilo.

Todos comienzan a moverse, discutiendo ideas para mejorar la Torre, excepto Chao. Él sigue en su rincón, observando todo con una expresión distante, como si estuviera atrapado en sus propios pensamientos.

Shixed lo nota. Se acerca lentamente, con pasos suaves que apenas hacen ruido sobre el suelo de madera desgastado.

Se sentó de igual forma en el marco de la ventana.

—¿Te vas a quedar ahí todo el día? —preguntó Shixed en voz baja, casi un susurro—, o ¿vas a ayudarnos?

Chao levanta la cabeza, su mirada seria y cautelosa.

—¿Por qué querrían mi ayuda?

—Porque —Shixed sonríe levemente, pero su mirada es firme—, al igual que nosotros, no tienes otro lugar al que ir.

El comentario lo deja callado. Por primera vez, Chao parece estar considerando realmente la posibilidad de quedarse.

Cooper se acerca lentamente, notando la interacción entre Shixed y Chao.

—Oye, Chao —dice Cooper con voz firme—, gracias. Gracias por tu ayuda, sé que, sin tu ayuda, Murphy no estaría aquí ahora mismo. No lo abandonaste, por eso te digo gracias.

—No te confundas, solo no quería lidiar con el papeleo si moría.

Ambos ríen entre dientes. Ahora sabe lo que bromear.

—Comenzaba a pensar que no tenías sentido del humor —dijo Shixed con una leve sonrisa.

Chao se encogió de hombros.

—A veces —fijó su mirada de nuevo en Cooper—. ¿Y qué esperas que haga? ¿Que sea parte de este pequeño club? ¿Que pinte las paredes y limpie el polvo?

Cooper lo mira fijamente, su expresión era más suave de lo que esperaba.

—Espero que decidas por ti mismo si quieres ser parte de esto. Porque, créeme, esto no es un club. Esto es una guerra. Y necesitamos a todos los que estén dispuestos a pelearla.

El silencio entre ellos es pesado, lleno de tensión. Finalmente, Chao desvía la mirada hacia las ventanas rotas y la lluvia que sigue cayendo afuera.




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