Midory y las reliquias sagradas

Capitulo 2

En medio de la carretera un auto circulaba.

El paisaje pasaba rápidamente mientras el vehículo se adentraba por una zona boscosa, luego tomaron un desvío hacia una carretera descuidada.

Sarah observaba todo con intriga. Miraba de vez en cuando al conductor.

—Por aquí vive un amigo mío. Somos muy cercanos. Pensaba que nos reunieramos con el antes de entrar en Misaki. Puede darnos algunas ideas de las cosas en la ciudad —respondió Tama.

La joven asintió a la idea de su amiga. No estaba en contra de ese desvío si podía ayudarle.

A los minutos de conducir el auto se divisó una casa de madera. Era grande, con troncos gruesos de tono crema pálido. Tenía algunos árboles que daban sombra. En las cercanías una silla de madera esperaba junto con un balde de metal.

Cuando detuvieron el auto, la conductora sacó su cabeza por la ventana.

—¡Riju! ¡Trae tu trasero fuera de esa casa de inmediato! ¡No me hagas sacarte a patadas! —gritó Tama.

Esa voz contundente con un tono burlesco solo hizo suspirar a Karin. Ella observó el paisaje impaciente.

Un crujido se escuchó y una sombra salió de la casa.

Era un hombre corpulento a finales de sus veinte. Tenía una camisa sin mangas, un pantalón de cuero y usaba botas café. Sus ojos negros orgullosos y su cabello de igual color daban la sensación de un hombre fuerte. El cabello lo llevaba recogido.

—¡Pero si es Tamara Sophia! ¡Cuánto tiempo sin verte! ¡Ellas deben ser las amigas de las que tanto hablabas! —dijo el hombre limpiándose las manos con el agua del cubo.

El hombre se arregló un poco antes de caminar hacia el auto.

—Dejate de bromas y entra. Necesitamos un guía hacía Misaki—comentó la conductora sonriendo.

Tama tenía un brillo en sus ojos.

El hombre parecía tener la misma mirada. De vez en cuando mordía sus labios provocativamente.

—Claro, vamos.

El hombre aceptó y subió al auto.

—Mucho gusto. Soy Yumida Rifuju. Espero llevarme bien con ustedes.

El hombre inclinó un poco la cabeza en señal de respeto.

Las dos mujeres que acompañaban a Tama hicieron el mismo gesto y se presentaron.

La conductora arrancó el auto dando una vuelta en U.

—Mi nombre es Romina Karin —dijo la mujer de cabello corto.

Luego Karin desvío la mirada hacia la ventana. No le gustaba hablar mucho.

—Soy Tsukumi Sarah —comentó la joven.

El hombre levantó las cejas, su boca se abrió hasta formar un círculo y sus pupilas estaban dilatadas. Parecía sorprendido.

—¡Espera! ¡¿Tsukumi?! ¡Tamara! ¡No dijiste nada de que eras amiga de alguien así! ¡Me disculpo por mí actitud señorita Tsukumi!

El hombre se había puesto nervioso. Un sudor frío surcó por su frente.

Sarah sonrió maliciosamente antes de volver la mirada hacía su amiga. Ella estaba feliz.

Al principio, la lider había dudado de porque tomaron un desvío, pero al escuchar que visitarian a un amigo de Tama, recordó un poco de lo que le contaba su amiga.

—Relajate Yumida. No te haré nada. Ya se que eres un desertor. Debías tener tus motivos. Llámame por mi segundo nombre; Leyla, si te incomoda mi apellido —comentó la chica sin preocupaciones.

Sarah tenía mejores cosas en que pensar que en hacer respetar las reglas de la organización.

A pesar de intentarlo, el hombre no pudo relajarse por un buen rato. Sus músculos tensos estaban listos para escapar o luchar.

Notando la incomodidad del hombre, Tama decidió interrogarlo un poco.

Durante un rato Rifuju se mantuvo en silencio solamente respondiendo preguntas que le hacían.

Media hora después logro relajarse lo suficiente como para hablar sobre su vida y preguntar por ellas.

A pesar de la insistencia de Sarah de que le llamaran Leyla para no incomodarlo con su apellido, Yumida siguió llamándola señorita Tsukumi.

A la líder le molestaba ese tipo de trato, pero lo dejo pasar cuando se interesó en lo que el hombre les compartía de Misaki.

—¿Tu familia ya no trabaja para las empresas Howard?—Preguntó Tama hacía su amigo.

Rifuju asintió.

—Las empresas Howard han tenido malas ventas, y su única forma de mantenerse a flote fue despedir personas. Muchos familiares míos dejaron la empresa hace meses.

La mirada de las tres mujeres se cruzaron curiosas.

—Las empresas Howards son extranjeras ¿Cierto? —Preguntó Sarah.

El hombre asintió en respuesta.

—Es de América. Aunque las empresas chinas son mejores para trabajar. Escuché que están contratando gente y pagan bien. He querido trasladarme a una residencia a Misaki estos días por esa razón, pero los trámites han estado complicados. Parece que ni a la gente quieren dejar entrar —suspiró el hombre.

Karin pensó un momento antes de hablar.

—¿Por qué dices que ni a la gente quieren dejar entrar? ¿Hay algo más complicado en Misaki? —Preguntó ella.

Sarah asintió interesada por la respuesta.

Tama estaba relajada por la conversación.

—Se que meter bienes a Misaki lleva un procedimiento costoso. Antes era sencillo transportar bienes dentro de la ciudad, pero ahora parecen no querer que nada pase. Incluso el auto que tienen ustedes las retrasarían si quisieran tenerlo en la ciudad —dijo Rifuju.

A lo lejos se veía el muro fronterizo. Más allá una imponente ciudad los esperaba.

Sarah desvío la vista hacia el paisaje. Su semblante se torno pensativo.

—Es por eso que le pedí a Riju que nos acompañará hasta la frontera. Quería dejarle al cuidado del auto durante nuestra misión — dijo Tama con una sonrisa confiada.

Ella ya sabía un poco de lo hablado en la conversación gracias a las cartas que se enviaba con Rifuju. Aunque lo de su familia fue nuevo para ella. Él nunca lo había comentado.

Como si el hombre sintiera algo, miró con una sonrisa nerviosa a Tama. Ella solo entrecerró los ojos dándole una idea de lo que pensaba.

"Hablaremos después", pensó ella.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.