En medio de la lluvia y los relámpagos, tres figuras corrían a través de las calles, sus pasos se ocultaban, mientras sus movimientos aceleraban a su destino.
El sentimiento de preocupación era palpable, estaban vestidas con sus ropas de batalla, habían cubierto sus rostros y se alejaron de los callejones para evitar retrasos.
Los minutos pasaron, el viento se resistía a dejarlas pasar.
Se detuvieron en unos edificios, el burdel se veía en la distancia.
Las tres se dividieron, escanearon el área en busca de enemigos, después volvieron a reunirse.
Estando seguras, llegaron hasta las puertas del local.
Alguien tocó la puerta, los autos pasaban por la calle haciendo ruido, el agua torrencial las mojaba.
La puerta se abrió, dieron la contraseña y entraron.
En el interior, cada acompañante de Sarah se posicionó en un zona de vigilancia, ella conversaría con la Jefa.
Los rayos sonaron, Sarah caminaba hacia la oficina de su tía teniendo un nudo en la garganta.
Sus sospechas fueron ciertas, algo iba a suceder en el burdel, había menos mujeres y tenían una mirada de alerta, por el rabillo del ojo notó sus armas escondidas.
Entró a la oficina invadida por un olor a cigarrillo, posó su vista en una figura baja quien observaba un retrato en la mesa, la mujer dejo salir el humo en su boca y apagó el cigarrillo.
Sarah se quedó de pie con muchas preguntas en sus ojos, su tía tenía una sonrisa triste, parecía haber aceptado un terrible destino.
"Ya sabes lo que pasó cariño, siéntate, quiero decirte algunas cosas"la voz suave de la mayor tenía un toque de soledad, el corazón de la joven se apretó, quería llorar, gritar, hacer algo para liberar ese miedo que la consumía.
Su cuerpo se sentía despierto y enfermo.
"¿Porqué?"preguntó ella aparentando estar bien, sus manos temblaron, la mirada de la mujer bajo en esa dirección, regreso a verla a los ojos, luego los cerró.
"Eres mí sobrina, y como tal, se lo que harás antes de que lo intentes, cariño, Misaki no es tan suave como los reportes pueden indicar, el bajo mundo que conoces es solo la superficie, quería mantenerte alejada"habló ella en tono calmado, Sarah se negó a creerle.
Era diferente a como su tía actuaba, siempre distante, sonriendo por cortesía y ocultando cosas a los demás, ahora parecía distinta, como si la realidad la hubiera golpeado con fuerza.
"¡No creo en tus palabras!, ¡¿hacer algo como esto?!, ¡te involucraste con el enemigo!, ¡ahora el viene por tu cabeza!, ¡respondeme!, ¿porqué?" el tono autoritario se perdió, una lágrima bajo por su mejilla imaginando lo peor, la mujer se levantó y caminó hacia su sobrina, la joven se apartó.
"¡Deja de mentirme!, ¡de mentirte!, ¡¿Porqué lo hiciste?! ¡¿Desde cuándo tomaste el derecho de decidir por mi?! ¡maldita sea!, ¡¿por que?!, yo..." Sarah había empezado a llorar, su tia le abrazó, la joven se resistía, ese rechazo provenía de su miedo, no era algo que haría si estuviera emocionalmente bien.
"Mi pobre Leyla, este miedo que sientes te hace mucho daño, recuerda el porque estás aquí y verás la luz al final del túnel" susurró la mujer, recordando viejos momentos.
Sarah se sentía como una niña, atrapada en su habitación con terrores nocturnos, siendo abrazada por alguien, susurrándole las mismas palabras.
Esas palabras que hace mucho no escuchaba y pensaba haber superado.
El miedo de Sarah era simple, no quería perder a su familia, ese deseo lo había obtenido desde pequeña, la impulsó a ser más fuerte, a pelear por sus sueños, pero también la hundió en un estrés constante, donde en cualquier momento, se le sería arrebatado todo.
Sus sueños se desmoronaban ante la realidad.
Los sollozos de Sarah iban acompañados de las palabras tranquilas de su tía, a veces podía escucharla reír levemente contándole alguna anécdota graciosa. Debido al llanto no podía entenderle, pero su corazón exigía más atención.
La lluvia había menguado, desconocían cuánto tiempo había pasado, Sarah estaba respirando con dificultad, la mujer delante de ella le acariciaba el cabello. No recordando cuando habían caído al piso, la mayor se había sentado y Sarah descansaba su cabeza en sus piernas.
Los ojos brillantes de la mujer se llenaron de lágrimas recordando lo que había hecho.
Los enemigos principales de la organización eran la República China, como regla general nadie podía tener tratos con ese país o sus allegados, dicha acción significaba la muerte.
Ella había hecho tratos con los enemigos de la organización, ella iba a morir cuando lo supieran.
Su deseo era evitar que Sarah, la reliquia del agua y su sobrina, terminará recurriendo a ellos para encontrar pistas sobre su familiar secuestrado.
Si para un miembro de la organización significaba la muerte, para una reliquia no era diferente, sería perseguida, buscarían eliminarla para que un nuevo portador de reliquia apareciera, ese era su destino.
Desde hace tiempo la Sede en Misaki había perdido poder en la ciudad, era su culpa, obtuvo información de su familiar, a cambio, elimino cualquier forma de luchar de la organización, personas murieron en el proceso.
Sus acciones eran condenables, sin embargo, ella no se arrepentía, había alguien que habría hecho cosas peores si no se detenía a tiempo.
De la familia eran pocos los que conocían la personalidad de Sarah, entre ellos estaban la madre de la joven, su abuela y su tía, entendían que ella haría cualquier cosa para cumplir sus objetivos, esa era su forma de pensar.
"Las reglas no sirven para cumplir tus objetivos, usalas, destruyelas, esa es la unica opción" había dicho una vez, desde ese día su perspectiva de ella cambio.
No quería que su falta de límites la llevara a la muerte.
Ahora que uno de sus objetivos, el de tener a su familia a salvo estaba por ser eliminado, el corazón que tenía había empezado a sufrir, le habría encantado que las cosas no terminarán de esta forma.