Midory y las reliquias sagradas

Capítulo 10

Byron Howard nació en America, sus padres trabajaban en empresas multinacionales, ellos mantenían una estabilidad económica envidiable, Byron tenia un hermano mayor, Daniel, el orgullo de sus padres, y el porque su familia lo dejaba de lado.

Cuando era niño le tenía envidia, la atención de quienes le dieron la vida era algo que siempre anhelaba, pero su hermano Daniel nunca fue cruel o malvado con el, era amable, juguetón y muy gracioso, lo consideraba su mejor amigo.

Siempre estudioso, un deportista nato y atractivo para las chicas, la gente en su ciudad siempre hablaban maravillas de el, Byron siguió sus pasos con éxito, la gente también hablaba maravillas de el, de lo guapo que era, su inteligencia superior y habilidades físicas destacables para su edad, pero el estigma de ser comparado por su hermano nunca lo dejo tranquilo.

Byron quería ignorar que sus logros nunca serían vistos como algo que el había logrado con esfuerzo, le dolía que la gente siempre dijera: "Es igual que su hermano, aunque le falta mejorar más" "Se nota que es el hermano de Daniel, ambos son idénticos" "Es bueno ver qué quiere ser como su hermano", no era culpa de su hermano, la gente solo buscaba ver en Byron algo que lo hiciera parecer a Daniel, siempre sería la copia o la versión inferior de el, el menor lo había aceptado cuando decidió seguir los pasos de su hermano mayor, se había enfocado en ser reconocido, esperaba el día en el que sus logros destacaran más que su hermano, y porfin lo valorarán. Pero el sabía que nunca iba a pasar, todos los días se daba cuenta, cuando se veía en el espejo no veía a alguien superior a Daniel Howard, veía a Byron, un chico con inseguridades sobre si sus logros eran suyos o solo una copia de su hermano, tenía miedo de renunciar a la imagen que se había construido para ser algo que nisiquiera sabía que existía.

¿Byron Howard podía ser mejor persona que Daniel Howard? La pregunta le aterraba.

Un día, en su cuarto, mientras pensaba en como mejorar sus habilidades en clases, recibió una noticia de sus padres, se irían del país, crearían una nueva vida en otro lugar con nuevas oportunidades. La sensación que pasó por su cuerpo fue confusa, pero estaba seguro de algo.

No quería irse.

Era una lástima que se había aferrado a no ser alguien, sus padres no tomaban su opinión en cuenta, solo le criticaban y esperaban que fuera siempre el mejor. Su hermano, en cambio, estaba emocionado, quería ir a un nuevo lugar y tener nuevas experiencias.

Con todas sus cosas listas, viajaron al otro lado del océano, en una ciudad industrial que era conocida en Japón.

Misaki, un lugar prospero ubicado a unos pocos kilómetros de la costa, con una tierra rica, con bosques rodeándola y una de las playas más hermosas del país, aunque restringida para las altas clases sociales.

Su influencia cultural era muy llamativa, los rasgos americanos junto al estilo delicado japonés daba la sensación de una metrópolis de fantasía, con templos en las colinas, calles bien ordenadas, edificios con carteles brillantes, lugares de diversión y ocio, además de distritos de casas urbanas con patios pequeños con árboles de cerezo, manzanas, naranjas y más, era un bello lugar para vivir, al menos en la superficie. Con dos idiomas oficiales, el Inglés y Japonés, tenían un nivel de turismo alto, aunque esto disminuía o aumentaba en ciertas épocas.

Para Byron, la ciudad era bonita, reconocía que aunque no quería venir, el lugar era perfecto para vivir con comodidad, aunque aún se sentía insatisfecho.

Apenas unos días después de volver, fue avisado de que estudiaría en un instituto prestigioso en el distrito B, uno que albergaba a 5000 estudiantes cada año, graduandose miles todo el tiempo. No sonaba mal, esperaba que en este nuevo lugar algo cambiará en su deseo de ser mejor que su hermano. Le dieron un tour por todo el edificio y se matriculó cuando terminaron de recibirlo.

Su hermano Daniel seguía siendo el mismo, estaba feliz incluso en otro lugar, pero Byron jamás pensó que encontraría algo que superaría su imaginación.

Una chica de cabello rubio y ojos azules le observaba con un brillo de sorpresa, Byron jamás pensó ver en alguien más ese sentimiento de que era igual a el.

Sin darse cuenta apretó uno de sus dedos con recelo, estaba preocupado de haber sido descubierto, pero también estaba emocionado, al fin sentía que podría encontrar respuestas a algunas dudas que había tenido.

"Ella debe ser como yo, tengo que acercarme de alguna forma"

Aunque la idea de hablarle era vaga, el deseo del chico era claro, tenía que intentarlo.

"Mi nombre es Howard, Byron Howard, espero llevarme bien con todos" dijo con una sonrisa sincera, guiñando el ojo, desvío la mirada de la chica quien le veía y reviso las expresiones de todos tratando de encontrar algo diferente en otra persona, pero la sensación solo surgía cuando esa chica le había visto.

"Mí primer objetivo será hablar con ella" pensó el chico caminando al lugar que le indico su profesor, aunque Byron se sintió extraño cerca de el, aún mantuvo las apariencias.

"Los demás parecen estar acostumbrados a tener un profesor tan extravagante, en América tener un hombre tan raro sería digno de sospecha" los pensamientos del chico diferían de lo que sus compañeros pensaban del profesor Fomu, para ellos no era malo tener una personalidad tan marcada, aunque aceptaban en su interior que les causaba incomodidad a veces.

Después de la breve presentación la clase transcurrió sin dificultades.

Byron evito mirar a Midory para levantar sospechas y la chica hizo lo mismo buscando calmar lo que sentía.

Su mal presentimiento se mantuvo por mucho tiempo.

Unas horas después la campana de descanso sonó y los estudiantes curiosos hablaron con el nuevo compañero de clases, Midory aprovecho la oportunidad para escabullirse hacia la azotea.

"Midory voy a la cafetería, ¿te traigo algo?" Pregunto Sunimi conociendo los hábitos de su amiga




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