Distrito D, Zona de Fabricas, 7:00 PM.
Misaki como una ciudad industrial poseía varios sectores dirigidos por fabricas que creaban productos en masa, luego se exportaban a otros lugares para intercambiarlos por recursos que necesitarán, no obstante, la competencia era dura, muchas empresas nacían y morían a diario, por esa razón, demasiados edificios con sus maquinarias quedaban abandonados hasta que algún interesado quisiera obtenerlos.
Al estar esos espacios vacíos las bandas criminales tomaban posesión de ellos convirtiéndolos en sus bases, una de las fabricas rodeada por cuatro construcciones en distintas direcciones fue resguardada por un grupo de hombres, cada uno patrullando, vigilando o relevando sus puestos.
Se posicionaban tanto en las entradas, salidas, techos, lugares de guarnición, celdas, además de los puestos donde dormían, si algún intruso quisiera acceder tendría que pasar por los individuos apostados en las puertas, después lidiar con los que hacen patrulla en los diversos espacios de las instalaciones, defenderse de los ataques aéreos de quienes se ocultaban en las terrazas, dejando por último los que esperaban en el interior.
No era fácil entrar, tenían el puesto más importante resguardado por una barrera especial en la que acceder era difícil sin el método adecuado, debido a eso, pocos se atreverían a meterse con los criminales dentro de sus bases.
Interior de una barrera, base del portador de la reliquia de la tierra, Zona norte, Misaki, 7:10 PM.
Voces distorsionadas y el ruido de unas carcajadas liberó de su sueño a una joven quien descansa arrecostada en la pared, sus parpados se entreabrieron fijando su vista en dos figuras imponentes.
El miedo recorrió su cuerpo.
La reliquia en su pecho brilló en tonos rosa oscuro, sus musculos empezaron a doler sintiendo pinchazos en varias extremidades.
Midory se inclinó hacia adelante abrazando su vientre, lágrimas brotaron de sus ojos mientras sus gritos hicieron eco en las paredes.
Quienes la vigilaban se pusieron nerviosos, preparándose para atacar.
"¡Responde! ¡¿qué significan tus acciones?!" Gritó uno, otro observó la escena sintiendo escalofríos por su cuero cabelludo, la situación que presenciaba no era normal, jamás había visto algo similar.
"¿Ese brillo que proviene de la reliquia está haciendo que llore?" Se preguntó el hombre, no le gustaba la atmósfera alrededor del portador, parecía estar maldito.
Sin recibir respuesta se acercaron, la joven levantó la vista un momento notando a los enemigos a unos pasos de ella, sus gritos continuaron mientras movia teblorosamente una de sus manos hacia adelante.
Defensa absoluta: Caparazón.
Escudos cuadrados cubrieron el cuerpo de la menor espantando a los guardias, pidieron refuerzos haciendo que otros cuatro hombres llegaran a la sala.
"¡Elimina tu técnica o nos obligaras a dañarte" amenazó otra persona creando una ataque elemental.
Luz de Alma: Rayos Centelleantes.
Nubes de Ocaso: Neblina Cortante.
Llamas Negras: Salamandra Volcanica.
Fuego Fatuo: Cenizas Incandescentes.
Control de Tierra: Granito Férreo.
Manantial Sangriento: Castigo Eterno.
Todos los guardias habían preparado sus mejores técnicas, no se atrevían a subestimar al portador, si cometían un error podrían pagarlo con sus vidas, sin embargo antes de siquiera moverse fueron detenidos por la voz de un hombre.
"¡Imbéciles! ¡No lancen sus habilidades en un lugar tan cerrada, harán que las paredes colapsen! ¡bajen sus manos y salgan de la habitación, yo me encargo!" ordenó uno de los subjefes al mando.
Había venido a comprobar el estado del portador de la reliquia cuando fue involucrado en el incidente, agradecía haber estado presente, no sabía en los problemas en los que estarían si sus hombres hubieran atacado al rehen.
Los guardias hicieron caso con duda en sus ojos, cuando vieron quien les había ordenado, aceptaron retirarse con vergüenza en sus miradas.
Tener a alguien quien cargaba con una reliquia tan cerca había alterado sus estados mentales, poniéndolos alerta ante cualquier indicio de ofensiva, pero dejarse llevar los hizo quedar como principiantes, solo podían lamentar haber mostrado esa faceta en frente de un alto mando.
Cerrándose la puerta el jefe observó al joven detrás de los escudos, quien arrodillado y temblando tenía sus ojos fijos en su persona esperando cualquier hostilidad, por sus expresiones faciales parecía estar sufriendo de un intenso dolor, debía admirar la capacidad de ese chico, tenía voluntad.
"No necesitas estar en guardia, aquí nadie te hará daño, eres demasiado valioso para matarte" confesó el hombre, Midory no se movió de su lugar incapaz de hablar, su mente se encontraba enfocada en las pulsadas de ardor que recorrían sus musculos, fue capaz de tolerarlo hasta dejar de gritar, pero fingir que estaba bien era imposible para ella, sus lágrimas caían de las mejillas mientras vigilaba a su locutor.
El jefe ignoró la actitud del joven observando aquel brillo extraño en el pecho del rehen, se veía siniestro.
"¿Quieres qué te traigan algo o estas bien así?"preguntó siendo cortés, no obtuvo respuesta.
Comprendiendo que no podría sacarle palabra al portador decidió retirarse no sin antes dejar nuevas órdenes.
"No destruyan su técnica, es defensiva, que les haga daño es imposible mientras no lo molesten, cuando traigan a un transmutador nos haremos cargo de este asunto, de momento, sigan con sus labores" informó el mayor alejándose de la habitación, los guardias volvieron a sus puestos nerviosos.
Midory, en cambio, tenía muchas preguntas, ¿en dónde estaba? ¿Y su maestro? ¿Le hicieron algo? ¿Cómo había llegado aquí? ¿Qué debería hacer? ¿Porqué le dolía tanto el cuerpo? ¿Iba a morir? Cada interrogante le hacía lamentarse por dentro, no obstante soportó lo que sentía por su seguridad.
"Debo ser fuerte, necesito serlo para sobrevivir" se animó la joven, el dolor había disminuido, pero sentía que en cualquier momento volvería, además un vacío recorría su cuerpo por instantes, parecía perder fuerzas cada minuto.