Ashley
Llego cinco minutos antes a mi clase y me quedo plantada en la puerta cerrada con llave. Normalmente suele estar abierta, pero bueno, habrá que esperar.
Espero unos minutos y el profesor abre la puerta y entro para sentarme en primera fila. Sí, soy de esas que se sientan en primera fila por dos razones:
Primera: Soy miope
Y segunda: Quiero enterarme de todo.
Aunque siempre me dicen que apruebo con muy buena nota y esas cosas, yo trabajo mucho. Por las tardes tengo que trabajar y eso me lo hace más complicado.
El profesor empieza a explicar y a resolver las dudas de la gente. Yo intento enterarme del todo y apunto sus palabras exactas en el cuaderno.
—Bien, recordad que el examen es mañana—nos dice el profesor, recoge su maletín piojoso y sale por la puerta.
Yo me apresuro para llegar a las otras y pasa como siempre. Como un día normal. Llego a mi cuarto y hago la tarea. Isa no está en el cuarto, por lo que agradezco mucho, y me pongo a estudiar. Hoy pedí el día libre en la cafetería de enfrente para estudiar. El examen de mañana es muy importante para la nota final, así que necesito aprenderme el contenido del libro. También repaso mis apuntes y cuando miro el móvil para ver la hora son las seis y media.
Las tripas me rugen y voy a comprar un poco de comida a la tienda del campus. Compro una manzana roja y me la como a mordiscos mientras estudio de nuevo.
—Hola, Ash—entra Isa por la puerta y yo recojo los libros. Va tan borracha que me da miedo que los tire por la ventana o los rompa.
—Hola. ¿Has bebido?—le pregunto aunque ya sé la respuesta.
—Vas de mosquita muerta y no lo eres, Ash.
—No te entiendo, Isa.
—Shh… me voy a dormir—se tumba en su cama y empieza a roncar.
No, joder. A roncar no. ¿Cómo me concentro yo ahora? Cojo mis libros y apuntes y salgo al césped de fuera. Los sonidos de los pájaros y otros animales me relajan mucho.
Empiezo a darle un repaso y los ojos se me empiezan a caer. ¡No! ¡Joder! Intento todo por no quedarme dormida fuera. Creo que ya es hora de que suba a descansar un poco. Subo las escaleras y entro en mi cuarto. Mi compañera ya no ronca y yo me pongo mi pijama, me arropo y me duermo.
El despertador suena a las siete de la mañana y me levanto entre gruñidos. Isa empieza a moverse y a gritar que apague eso. Tiene un carácter un poco fuerte. Apago el despertador y abro mi armario. Cojo una camiseta rosa, unos pantalones blancos, mis zapatillas de siempre y me hago mi coleta de todos los días. No me gusta llevar el pelo suelto.
***
Entro por la puerta del aula para hacer el examen. Dios, que nervios. Este examen es muy importante para mí. Es la nota definitiva para poder aprobar el semestre. Pero he estudiado mucho, piensa en eso, piensa en eso.
¡Joder! ¡No puedo!
El profesor entra por la puerta con una cara de aburrimiento. Entrega los exámenes y se sienta en su sitio sin decir ni una palabra, coge un libro y sube los pies al escritorio. Yo también podría estar así, ¿sabes?
***
—¿Qué tal el examen?—entro por la puerta. Isa está sentada con unos amigos en su cama mientras juegan a algo.
—Muy bien, gracias—y es verdad, me había salido bastante bien. O eso creo, y espero.
Me quedo mirando a sus amigos, que dos de ellos son Logan y Dash, los demás ni idea. Hay una chica mirándome fatal y otro inspeccionando la habitación.
—¡Ah, perdona! Estos dos son Mónica y Oliver.
—Encantada—les saludo. La tal Mónica me sigue mirando mal, muy mal, y Oliver me sonríe—. Bueno, yo me voy.
—Noooo, quédate—dice Isa.
—Tengo que trabajar.
—Pero por un día no pasa nada.
—Ayer tampoco fui. Hoy tengo que ir.
—Bueno, esta noche habíamos quedado todos aquí. ¿Te apuntas?—pregunta Isa.
—Si vivo aquí, pues seguramente.
—Genial.
Salgo por la puerta para irme al trabajo. Allí la verdad me entretenía. Pasaba el rato con mi compañera, Julia. Es una mujer de mediana edad muy agradable, que más de una vez me ha ayudado para los estudios. Cuando llego a la cafetería, cuelgo mi chaqueta y me pongo el delantal.
—Ashley, ¿qué tal el examen?—me pregunta Julia.
—Muy bien, gracias a ti.
—Yo ayudo en todo lo que haga falta.
Empiezo a servir mesas y cuando se van a limpiarlas, a tomar nota y a sudar del calor que hace.
Cuando se acaba mi turno, me despido de mi jefa y cojo mi chaqueta. Salgo y el frío de la noche me atiza en la cara. Menos mal que me traje una chaqueta. Camino hacia mi cuarto y en cinco minutos llego. Abro la puerta con la llave y la música se escucha demasiado alta.
—Ash, ¡has vuelto!—Isa viene y me da un abrazo—Que asco, estás sudada.
—Es lo que tiene trabajar.
—¿Qué pasa? ¿Que tus padres no lo pagan?
Esas palabras me impactaron. Nadie me había preguntado sobre mi familia nunca, y prefería que no lo hicieran. No me resultaba muy cómodo hablar de mis padres.
—Me voy a duchar—le dije y cogí la muda que me había preparado y el champú y el gel.
Fui a las duchas de chicas y me lavé el pelo con calma. Me tomé mi tiempo por no estar en mi cuarto con toda esa gente. La verdad, no me gustaba que mi compañera de habitación invite a todo el mundo. Yo tengo una vida. Un poco triste, pero la tengo.
Me sequé el pelo con el secador del baño y me vestí. Subo hacia mi cuarto y tuve que abrir las ventanas porque olía a alcohol y aquí estaba prohibido. Otro problema.
—Esto está prohibido, Isa—le dije tranquila—. Sabes que no quiero problemas.
—Que sí, pero no pasa nada. No nos va a ver nadie—dice y se le traba la lengua. Esta no sabe ni lo que dice.
—Como me meta en problemas la vamos a tener.
—Ni que hubieras cometido un crimen, Ashley.
Editado: 15.10.2022