Miedo a la venganza [1º parte]

Capítulo 5

Ashley

Al final sí aprobé el maldito examen que tanto tiempo me había quitado. Dichoso examen. Ahora que se acercan las vacaciones, tengo menos cosas que hacer.

—Pasa unas buenas vacaciones, Ash—Isa me da la última mirada antes de salir mientras arrastra su maleta.

Me quedo mirando al techo y suspiro. Este momento no me agrada mucho, he de decir. Al revés, me da envidia. A ver, nunca he sido envidiosa, pero me hubiera gustado tener algunas cosas que los demás tienen. No sé, es raro. Pero me siento así, me siento triste.

Pongo las noticias en mi portátil y siguen hablando de la chica desaparecida. Todos sabemos que no va a volver, y menos viva.

—Los policías están haciendo todo lo que esté en su mano para encontrar a Eryx Morgan. Hay que tener esperanzas.

No las hay, esa chica va a aparecer muerta. Lo sé, tengo ese presentimiento.

Tocan la puerta y aparto mi ordenador para abrir. Abro y me encuentro a Dash.

—Vaya, no te esperaba.

—Sorpresas de la vida. ¿Qué haces?

—Ver las noticias.

—Eso es muy aburrido.

—Hay que estar informados, ¿no crees?

—¿Lo dices por la chica que desapareció hace dos años?

—Estará muerta. Es lo más razonable.

—Puede que no.

—No va a aparecer nunca.

—¿Cómo lo sabes? ¿Por qué estás tan segura?

—No hace falta saberlo, está muerta.

—Yo creo que está viva, haciendo su vida normal como una persona normal. Sería una buena idea para escribir un libro, ¿no crees?

—Yo no lo creo—su insistencia me estaba empezando a amargar—. ¿No te vas de vacaciones?

—Nah, mis padres se han puesto insistentes en que vaya de campamento, pero yo no estoy para ir. Paso.

—Oh—le invité a pasar y él aceptó.

—Podemos pasarlo juntos, para que no te quedes sola—me dedicó una sonrisa.

—No hacía falta. Si te quieres ir, vete. No te voy a suplicar que te quedes.

—No aguanto a mi familia, se ponen muy pesados conmigo. Además, me quedo pasando las vacaciones con mi amiga. ¿Qué tiene de malo?—se tumba en la cama de mi compañera y pasa sus brazos por detrás del cuello.

—Por lo menos tú tienes una. ¿Sabes que mataría por tener una propia familia? No los desperdicies como si fueran basura, Dash. Es lo peor que puedes hacer.

—No me digas eso que me hace sentir mal. Se ponen muy pesados con el campamento militar y no quiero… A ver, yo los quiero mucho, pero lo militar no es lo mío. Y se lo dije mil y mil veces. ¿Sabes qué? Pasaron de mí como de la mierda. Me metieron a la fuerza y no me quedó otra que entrar cuando tenía diecisiete años. Me trataron fatal, me pegaban y me castigaban porque sí. Así que tengo derecho a pasar las vacaciones donde me dé la gana.

Suelta todo eso. Lo tenía guardado dentro, muy dentro de sí mismo. Necesitaba expulsarlo, de verdad que Dash lo necesitaba.

—¿En qué piensas?—me pregunta.

—¿Quieres la verdad?—asiente—Cuando estuviste allí, ¿te raparon el pelo? Porque ahora mismo te estoy imaginando medio calvo.

Dash soltó un bufido y yo me reí.

—¿Entonces es un no? ¡Contéstame!

—No hay más preguntas, señoría.

—¿No me vas a decir nada más que eso? ¡Vaya un aburrido!

—Vale, vale—levantó las manos en son de paz—. Tu respuesta es un sí, me raparon.

—¡No jodas! ¡Tendría que haberlo visto!

—¡No te rías! ¡No tiene gracia!

Yo no le escuché porque estallé a carcajadas. Tendría que haberlo visto, enserio. La cara de Dash no decía nada. Estaba inexpresivo, como si no tuviera gracias, y aunque no se la veía, yo la estaba viendo.

—Jaja. Muy gracioso—dijo irónico.

—¿No tendrás una foto por ahí?

—No me jodas, Heidi. Te estás riendo en mi cara.

—Como para no hacerlo. Si estuvieras en mi posición te habrías reído.

—Y a ti seguramente no te haría ni gracia.

—Cada uno es cada uno. Aunque podrías tener un poquito de razón.

Eso le hizo bufar. Me tiró un cojín, que aterrizó en mi cara. Das se empezó a reír y yo levanté la ceja.

—Quieres pelea, ¿eh? Pues tendrás pelea—le lancé la almohada que terminó cayendo en su brazo.

—Pues venga—me tiro la misma almohada que acabó en mi pierna.

No sé cómo acabamos dándonos en la cara con los cojines. La risa me entró y pienso en que ha sido uno de los momentos más felices de mi vida. No podía parar de reírme, tenía un amigo que me apoyaba y no me dejaba tirada en las vacaciones de verano. ¿Qué más podía pedir? Porque no iba a ser tan egoísta para pedir algo, no me merecía esa amistad, pero me hacía sentir yo. Me hacía sentir feliz.

—¡Para ya!—le grité entre risas—¡Me duele la barriga!

—¿No eras tú la que quería pelea?

—¡Vale, vale!

—¿Entonces he ganado?

—¿A ti solo te importa ganar?

—A ver…—mueve la cabeza y se ríe—. ¿A quién no le gusta ganar?

—Hay me has pillado, pero todavía no lo has hecho.

—¿Cómo…?—en ese momento, le lancé la almohada y Dash se echó para atrás, pero se dio con la cabeza en la pared y la almohada le dio en la cara—¡Oye! ¡Eso es trampa!

—¿Por qué?

—Me has pillado desprevenido y me va a salir un chichón—se acaricia la cabeza.

—Blandengue.

—Estoy dolorido. Ahora es cuando tú me preguntas que si estoy bien.

—¿Estás bien, blandengue? ¿Te has hecho pupa?—bromeo y me rio de mi comentario. Dash me saca el dedo del medio y yo me tiro al suelo de forma dramática—¡Ay! ¡Eso me ha dolido mucho más que a ti!

—No me vaciles—dice mientras se soba la cabeza.

Me levanto del suelo para cerrar el portátil. Se habían acabado las noticias.

Mejor, no hay que sufrir por una chica que no va a aparecer.

—¿Nos vamos a dar una vuelta?

—Por mi sí. ¿A dónde te llevo?

—A ningún lado. Esta vez invito yo—le sonreí y cogí mi bolso.



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En el texto hay: misterio, secretos, amor

Editado: 15.10.2022

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