Ashley
Subí por las escaleras para llegar a la cama. Necesitaba dormir, pero sabía que no podría hacerlo. Me había decepcionado a mí misma, estaba enfadada conmigo, me había traicionado. Esto me iba a comer por dentro, si es que quedaban entrañas. Me senté en las escaleras y me puse a llorar. Hoy había sido un día de locos, quería que llegara el día de irme de aquí. Necesitaba irme, realmente lo necesitaba. Pero no quería, no quería irme porque supe que había encontrado mi propia casa aquí. Estaba Isa, un poco insistente, pero me quería mucho y yo a ella. Y, aunque que estuviera enfadada con Dash, sabía que no podría estar muy enfadada con él. Debería estarlo, pero no me sale.
Me quedé llorando en las escaleras: perdí la noción del tiempo. Me daba mucha pereza subir después de haber llorado. Me quedaban por subir dos pisos más.
Escuché un ruido muy raro, pero no le di importancia. Creo que era lo menos importante ahora mismo, me incumbían otras cosas. Llegué a la puerta, pero estaba abierta.
¿Cómo?
Me asusté, me asusté tanto que el enfado se apoderó de mí. Preparé mis puños y le di tal patada a la puerta que casi la tiro.
No había nadie, no había ni una mosca.
Revisé si se habían llevado algo. Miré en los armarios, en la cómoda, en la mesilla y debajo de la cama. Suspiré, no se habían llevado nada. La caja estaba delante de mí y la abrí. Miré las fotos. Les había fallado, dos veces. Saqué la sudadera, la sacudí porque estaba llena de polvo y me la puse. Me la puse. Era como estar conectados, era como si estuvieran aquí a mi lado.
Me iba a dormir, pero vi una nota en el centro de mi cama. La cogí.
No lo hagas o te arrepentirás
Tenía el corazón debajo de la lengua, mi pulso se había ido a correr una maratón. Me di la vuelta y una proyección estaba entrando por la puerta.
Logan
—¿Quién cojones era y qué haces en mi casa?
—No te importa quién sea, me importa ese trato.
—¿Qué trato?
—Sólo te digo que como le hagas daño, te entierro vivo—la voz del hombre me amenazó. Se dio la vuelta y se fue—. No me sigas o quizá le pase algo a tu hermanita.
¿Quién coño es y cómo sabe que tengo una hermana? Este tío me ha estado espiando.
Y pensaba descubrir quién es, no me iba a quedar de brazos cruzados.
A por él.
Ashley
—¡No te muevas!—me gritó una voz femenina mientras me apuntaba con una pistola.
—¡¿Qué coño está pasando?!
—¡He dicho que no te muevas!—siguió caminando y me puso la pistola en la sien. Yo levanté las manos—¡Eres una puta asesina!
—¡Yo no he matado a nadie!—me defendí, pero no sirvió de nada. La chica desconocida me apretó más la pistola.
Estaba al borde de ponerme a llorar, pero no podía, tenía que ser fuerte.
—Camina—me ordenó.
No lo hice, ni tan siquiera pestañeé.
—¡He dicho que camines!
Le miré a su cara, pero solo conseguí ver sus ojos de un color marrón. Llegué a pensar en que los vi antes, pero sería solo de vista.
—A la reina de las venganzas no se le dice lo que tiene que hacer, bonita—le dije. Sabía que me estaba viniendo arriba, pero tenía que escapar.
—Esa reina murió hace años, ¿o es que ya no te acuerdas?
Su voz me es conocida. Confirmado, yo conocía a esa chica, no era solo de vista.
—¿Quién eres? Yo te conozco.
—Entonces todo eso le quita la gracia. Camina.
—No.
Ella me miró, y no fue una mirada llena de alegría. Tracé un plan.
—Tienes que obedecerme.
—¿Pero quién te crees que eres? ¿Dios? ¿La reina?
Se enfureció y quitó el seguro de la pistola.
—Adelante, mátame.
—No me tientes a hacerlo.
—No hay valor.
—¡Sí que lo hay!
—Pues demuéstralo. ¡Mátame!
Se quedó pensativa, como si dudara. En ese momento le di un codazo en el costado y la chica calló al suelo mientras se retorcía de dolor. La pistola estaba en la moqueta y me adelanté a cogerla.
—¡Cómo te vuelvas a presentar aquí, juro que te mataré! ¡¿A quedado claro?!—ella tosió sangre. Bah, había dado palizas peores—¡Sal de aquí!
La chica siguió retorciéndose sobre el suelo, yo la apunté con la pipa.
—¿Te vas a ir o te saco a rastras?
—¿Estás segura de querer matarme? ¿Quieres acabar otra vez en…?
—¡Calla la puta boca! ¡Vete!
Pero lo pensé. Quería quitarle esa cosa de la cara. Ella vio mis intenciones y se fue como pudo.
Cerré la puerta con llave y el cerrojo, no quería otro... ¿Cómo lo podía llamar? ¿Susto? ¿Allanamiento?
Tenía el corazón en la garganta. Necesitaba tranquilizarme, necesitaba paz. Entonces, lo llamé.
—¿Diga?
—Te necesito—le dije sin aliento.
—Ya estoy de camino—y colgó.
Me escondí debajo de la cama, cualquiera diría que tengo cinco años, pero es que estaba aterrada. La puerta sonó en menos de cinco minutos y me llevé un susto. Salí lentamente, di pasos silenciosos y miré por la mirilla. Suspiré, era él.
Cogí las llaves y quité los cerrojos para abrir la puerta. Cuando lo hice, le cogí de la mano, tiré para adentro de un estirón y volví a cerrar con todo.
—¿Qué ha pasado, Heidi?—me cogió las manos con preocupación.
—Han entrado aquí.
—¿Quién?—no respondí—¿Quién ha entrado?
—No, no lo sé—me encogí de hombros.
—¿Te han hecho algo?—me zarandeó por los hombros y yo negué con la cabeza—¿Y esa pistola? ¿Te han intentado…?
—Solo me han apuntado, pero se la he quitado a la chica.
—¿Era una chica?
—Era una chica. Me ha dejado una nota encima de la cama—me soltó las manos y le tendí la nota.
—A Logan le han hecho lo mismo—sus palabras me impactaron—. Pero era un tío. No… no entiendo nada. Su mensaje es violento, en cambio el tuyo, no sé, es como una recomendación.
Editado: 15.10.2022