—Sé lo que eres. Sé tú secreto.
—¿Qué secreto?
—No finjas, mentirosa. Podría destruirte si me diera la gana.
—Pero no lo vas a hacer.
—Ponme aprueba.
—Déjame en paz, ¿quieres?
—No. Me ayudarás o ya sabes lo que haré.
—No sé de qué me estás hablando. Vete.
—¿Estás segura?—dice, y ahora sí que me entra el pánico.
—No lo hagas.
—Vamos, te va a gustar—me guiñó el ojo mientras puso una sonrisa terrorífica.
—Pero ni una palabra de esto—digo con enfado y le señalo con el dedo.
—No diré nada, lo prometo.
—¿Qué hay que hacer?
Editado: 15.10.2022