Miedo a la venganza [1º parte]

Capítulo 11

Ashley

Hoy era el día.

En una hora haría un acto del que me iba a arrepentir.

Y, puede ser que nunca me llegara a perdonar, porque me conocía demasiado, sabía cómo me iba a sentir, lo sabía. Pero aún así, lo hice.

Técnicamente fue un chantaje y no podía dejarlo pasar. Si Logan se iba de la lengua, estaba perdida. Muy perdida.

—¿Estás lista?—me preguntó Logan. Iba a decirle que no, que no estaba preparada para eso, pero no me quedaba otra opción.

Así que solo asentí con la cabeza.

—Bien, está ahí y ya sabes lo que tienes que hacer—me señaló al chaval de unos veinte años—. Tampoco hacía falta enseñar todo, ¿sabes? Se supone que le tienes que distraer no impactar.

—Mejor.

—¿Y eso?—me cogió uno de mis piercings—Tienes todas las orejas llenas de pendientes.

—Son de hace tiempo.

—Me gusta el de la nariz. La verdad no te imaginaba así cuando te conocí. Venga, que sino me vas a impactar a mí—se tapó los ojos.

—¿Qué pasa? ¿Que te pone una…?

—Calla y vete.

Me arreglé el pelo por última vez y fui al banco donde “el supuesto plagiador de trabajos universitarios” está ahí.

Caminé y me acerqué a preguntar si tenía un mechero. A ver, yo no fumo, o bueno, fumaba. Pero esto era una excepción.

—¿Tienes fuego?

—Claro que sí, bonita—me tendió un mechero.

—Gracias—encendí el cigarro y le devolví el mechero. Me quedé de pie mientras lo miraba.

—Siéntate conmigo, ¿no?

Me senté a su lado y di una calada profunda.

—Me llamo Rick.

—Mia.

—¿Mia? Me gusta.

Es evidente que no le iba a dar mi nombre de verdad.

—Nunca te había visto por aquí—me mira con el ceño fruncido. Como si sospechase de mí.

Y debería hacerlo. No soy de fiar.

—Soy nueva aquí.

—¿Dónde vives?

—Fuera del campus.

—¿Y entonces por qué estás aquí?

—Demasiadas preguntas, ¿no te parece?

—Muy interesante.

***

Logan

Mientras Ashley distraía a Rick, yo me fui hasta su habitación en la residencia. Ashley me dijo que no le robara las llaves, sino que abriera la puerta con una horquilla. Dijo que no es muy difícil, pero la verdad me costó mucho abrirla.

Cuando entré, miré en los cajones, en el armario, en el escritorio, en todos lados.

Ese sinvergüenza me había robado el trabajo, y pensaba recuperarlo.

Oliver me enseñó a hackear un ordenador. Me costó bastante, pero mereció la pena ya que encontré el trabajo en el ordenador. Lo arrastré hasta la papelera y lo borré de la papelera para que no pudiera recuperarlo jamás.

Por gilipollas.

Busqué si tenía alguna copia o algo así, pero no tenía. Así que me fui satisfecho y muy contento.

Le mandé un mensaje a Ashley de que ya había acabado. Ella no me contestó, pero lo había visto.

Abrí la puerta y salí como si nada hubiera pasado. Como si no hubiera borrado el trabajo (mi trabajo) de ese gilipollas.

La fecha exacta para entregarlo es mañana, así que tiene un cero patatero. Qué se joda.

Me fui donde estaban Ashley y Rick. Él la cogió de la mano, pero ella no la aceptó.

—Te he dicho que tengo pareja, ¿eres sordo?—le ladró.

—Sabes que es mentira. Me estás engañando—la cogió del brazo con más fuerza.

—¡Suéltame o te juro que te mato!

—¿Qué me vas a hacer?

—Para empezar, esto—le dio un puñetazo en la nariz.

Hostias.

La sangre empezó a salir. Mierda.

Eso sí que había sido impactante.

Pero no la soltó, al contrario, le hincó las uñas en el brazo.

Me estaba poniendo malo de ver eso.

—¡Qué me sueltes, hijo de puta!

—Calla y ven conmigo.

—No—se negó a ir.

—Sí—la estiró del brazo para que ella se levantara, pero no lo hizo. Ashley tiene mucha fuerza.

Me enfadé, y sin pensar me dirigí allí para dejarle claro un par de cosas.

—¡Tú! ¡Gilipollas! ¡¿Se puede saber qué haces con ella?!

—El que faltaba. ¡Tú vete!

—¡Y una mierda! ¡Te he hecho una pregunta! ¡Responde!

—Nada, íbamos a dar una vuelta.

—Deja a mi novia y vete por dónde has venido.

En su cara se formó una risa. ¿De qué coño se reía?

—Que bajo has caído, cariño. Ese gilipollas te va a hacer la vida imposible.

—Suéltala y vete.

—¿Y si no quiero?

La rabia se apoderó de mí. Iba a echar chispas. Con mucha furia, le pegué un puñetazo, y en ese momento sí la soltó.

—Vamos—estiré a Ashley del brazo y salimos corriendo.

Corrimos a toda velocidad, no nos podíamos parar. Iba a pensar que habíamos sido nosotros los que le habíamos borrado el trabajo. Estaba clarísimo, y no tenía ideas para arreglarlo.

Llegamos a mi casa y nos escondimos allí.

Mal lugar, porque podía venir a buscarnos.

Todo salía mal. Todo estaba yendo como la mierda. Y sólo es la primera.

Ashley iba asfixiada de tanto correr, el sudor chorreando por su frente, su ropa mojada.

—Deberías darte una ducha.

—Ya me la daré en la residencia, no te preocupes.

—No, insisto. Mírate, estás sudando.

Ashley puso los ojos en blanco. Estaba claro que no le gusta que le lleven la contraria. Pero eso me gusta. Hacer rabiar a la gente es divertido.

—Debería irme.

—Te acompaño.

No puso ninguna pega porque estaba echando humo por las orejas. Me gusta conocer las debilidades de alguien, así es más divertido clavársela por la espalda.

Subimos a su habitación y ella se despidió, cerrando la puerta en mi cara.

Vaya, que maleducada.

Esto iba a ser divertido. Muy divertido.

Ashley

Cuando Logan se fue, decidí bajar a ducharme. Él tenía razón, estaba sudorosa y apestaba.



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En el texto hay: misterio, secretos, amor

Editado: 15.10.2022

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