Ashley
—Tú…
—¿Cómo estás, Ashley?
—¿Qué haces aquí?
—Nada. Pasaba a verte.
—No tengo tiempo para tonterías, Zack. Vete a casa—le eché.
—Te recuerdo que mataste a mi novia. ¿O es que no te acuerdas? La dejaste tirada en el bosque como si fuera un conejo atropellado.
Me estampó contra la pared y empieza a llorar.
—¿Por qué has venido?
—Para ver que te estás pudriendo y ahogando en la miseria. Me alegraré de tu muerte.
—¿Vas a clavarme otra navaja? ¿O ahora vienes con el cuchillo del jamón?—dije irónica.
—¿Se ha notado mucho que he sido yo?
—¡Te vi con mis propios ojos, hijo de puta! ¡Ojalá te pase algo malo!
—Ya estamos con amenazas, ¿eh? Ten cuidado dónde pisas, Ashley Diamond. Podrías tener un accidente.
Y con eso, se fue.
***
—¿Ya estás lista?—me preguntó Logan por el pinganillo.
—Sí. Todo listo.
Fui hasta el ordenador de la presentación y puse el coso ese que me había dado Logan sin que nadie se enterase. Me senté en la última fila para pasar desapercibida y ver si Logan podía poner el vídeo ese que tanto quería enseñar y hundir la vida al rector. ¿Qué habrá pasado?
El rector empezó la presentación, exponiendo cosas que me resultaban aburridas. Estuve a punto de dormirme, pero unos ruidos sonaron en la presentación. Miré hacia el frente y vi un vídeo del rector haciendo eso con una chica atada a la cama.
Espera, yo había visto a esa chica.
La chica grita por el pánico y el que graba se ríe.
La estaban violando.
Y en ese momento se me enciende la luz.
Es la hermana de Logan. Y por eso le quería hundir la vida.
—¿Se ve?—me preguntó Logan.
—Sí—solo dije eso.
Todo el mundo se quedó flipando.
—No es lo que pensáis—dijo el rector por el micrófono—. ¡Tú! ¡Apaga eso, joder!
Pero el vídeo no paró. Logan había hackeado la base y no podían dar a pausar. Todo el mundo iba a ver lo cabrón que era el rector.
La policía entró por la puerta para llevarse al rector a la comisaría.
—Misión completa—le dije—. Pero de esta no te libras.
***
—¿Cómo se te ocurre poner eso?—le grité. Estaba muy alterada.
Logan se sentó en su sofá con una cara llena de felicidad. Este tío estaba loco.
—Se lo merecía.
—A ver, entiendo tu enfado, pero…
—¡No lo entiendes! ¡No entiendes lo mal que lo pasé porque ese hijo de puta hizo con mi hermana pequeña lo que le dio la puta gana!
—¡A mí me hicieron lo mismo! ¡¿Vale?! ¡Así que no sientes ni la mitad de lo que sentí yo! ¡Entiendo que estés enfadado, pero tu hermana y yo nos sentimos peor!
Se calló la boca. Por fin cerró el pico.
—¿Quién fue?—preguntó.
Subí la mirada y la suya estaba clavada en mis ojos. Estaba serio.
—¿Acaso importa? Fue hace mucho.
—¿Quién fue?—repitió.
Sabía que iba a acabar contándole todo aunque me resistiera.
—Un tío con el pelo verde con un tatuaje de un ave en el cuello.
—¿Su nombre?
—Ryan Taylor.
—¿El camello de Greenville?
Asiento lentamente. No hubo justicia porque se fugó de Greenville y dejaron mi caso a parte.
—Prométeme que no harás nada.
—No lo voy a hacer, te guste o no.
—Por lo menos no se lo digas a nadie, ¿vale?
—No diré nada.
Se fue a su habitación y volvió con unas cadenas. Yo estaba sentada en la silla de la cocina y rápidamente me encadenó.
—¿Qué cojones estás haciendo, Logan? ¡Suéltame!
—No. Vuelvo en un rato.
—¡No!
Me ignoró. Se fue sin decir nada, teniéndome retenida en su casa.
Logan
Me puse la capucha de la chaqueta negra que traía y cogí el cúter que llevaba en el bolsillo del pantalón. Ese hijo de puta se iba a cagar. Me metí en el callejón donde dicen que suele estar.
Me apoyé en la pared para esperarle.
La sangre se veía seca por el suelo. Había un gato desangrado y tuve que apartar la vista.
—¿Quién coño eres?—pregunta Ryan. Ya no tiene el pelo verde, ahora lo tiene azul oscuro.
—El que te va a joder la puta vida—me encaminé hacia él y saqué el cúter. Hizo un ruido y eso le alarmó, así que me dio un puñetazo en la nariz, pero yo se la clavé en la tráquea.
Hizo intentos de respirar, pero no podía. Se cayó al suelo, retorciéndose mientras echaba sangre por la boca. Le pisé el cuello para cortarle la respiración.
—¡Logan!—la voz de Ashley me vino a la cabeza—¡No lo hagas! ¡Sabes que nos viene mal! ¡Sabes lo que soy! ¡Pero tú no lo eres! ¡Para, por favor!
Escuché su llanto. O eso creía, porque la tenía delante de mí con una cara furiosa.
Fue hasta Ryan, que seguía vivo. Había aflojado el pie. Ella se arrodilló para verle la cara y acariciarla.
—Por fin te veo otra vez, hace mucho que no te veía—dijo sarcástica.
Cargaba un cuchillo en la mano. Esto iba a acabar mal. O quizá peor de lo que yo quería.
—Eres una zorra.
Se mostró indiferente. Después sonrió de una forma que hasta a mí me dio miedo.
—¿Me has echado de menos?
Ryan seguía retorciéndose por el suelo, ella se rio.
—Lo tomaré como un sí. Dile adiós a la vida, ¿vale?
—Ashley no—me atreví a decirle.
—Tú no sabes nada—repitió mis palabras.
No quería que la cagara de nuevo, así que la cargué como una bolsa de patatas y no me fui sin antes pisarle la cara. Hizo un crac y ya no respiraba.
Salimos del callejón y dejé a Ashley en el suelo.
—¡¿Por qué has hecho eso?! ¡Tenía que haberlo hecho yo! ¡No eres nadie para hacer eso! ¡Tú no eres un puto asesino! ¡Eso te va a perseguir el resto de la vida!
Se marchó por donde había venido, y yo solo me olvidé de sus palabras. Aunque sabía que, en lo más profundo de mí, sabía que ella tenía razón.
Editado: 15.10.2022