Miedo a la venganza [1º parte]

Capítulo 18

Dash

Veía a Ashley dormir en mi cama. Estaba tan calmada, tan libre, tan ella. No le pregunté por sus pendientes en toda la cara porque he de decir que me llevé una sorpresa. No le pegaba nada ese estilo. Mientras la observaba le vi más agujeros en la cara. Tenía uno en la ceja derecha y otro en la nariz. Pero seguía estando igual de guapa que antes.

Se retorció en la cama, estaba como nerviosa.

—¡No! ¡No lo hagas!—gritó en un susurro. La cara de susto que tenía era impresionante. El sudor empezó a caer por su frente.

—Ashley…

—¡No, por favor!—su rostro estaba blanco, parecía un muñeco de nieve.

—Heidi…

Se levantó de un susto. Miró hacia su alrededor inspeccionando la zona, y, en cuanto me vio, se tiró a mis brazos y a besarme la cara.

—Dash…

—Heidi… ¿Qué has soñado?—la acaricié el pelo.

—No, no me acuerdo, pero me sentía asfixiada.

—Solo es un sueño, tranquila.

Se relajó en mis brazos, y, parecía que se le había quitado la resaca, pero fue entonces cuando puso su mano en la frente. La cabeza le daba vueltas.

Le di un analgésico y se echó a dormir otra vez. Yo me fui, pero no me dejó.

—Quédate conmigo.

Sus palabras me electrizaron, como un cosquilleo en la barriga.

Cogió mi mano y la pasó por su cintura. Su cuerpo estaba ardiendo. Me metí debajo de las sábanas y me quedé un rato con ella.

Era mi puta droga, no podía separarme de ella.

Era una persona importante para mí, y no quería cagarla de nuevo para no perderla.

La quería mucho, pero… no sé en qué sentido. Estaba muy confundido. Su presencia me confundía, ella hacía que yo estuviera confuso.

Se dio la vuelta para apoyar la cabeza en mi pecho y volver a quedarse dormida. Pero solo lo fingió, sabía que estaba despierta porque se movía mucho.

—¿Estás bien?—le pregunté mientras le apartaba el pelo de la cara.

—No puedo dormir.

—¿Es por lo antes?

Ella solo asintió, no dijo nada. Se pegó a mí con mucha fuerza.

—¿Quieres que vayamos a desayunar por ahí?—le pregunté.

Esa sonrisa que tanto me gusta, se formó en los labios tan bonitos que tiene. Dios, Dash… concéntrate.

—Si no te importa, quiero pasar primero por mi casa.

—Por supuesto.

***

—No te creo—se reía mientras le contaba una anécdota de cuando tenía doce años.

—Pasé mucha vergüenza—no podía parar de reír—. No tiene gracia.

—Sí que la tiene, y lo sabes.

Se llevó las manos a la barriga, solo le faltaba retorcerse por el suelo.

La gente se nos quedó mirando por las risas altas de Ashley. Pero a ella le dio igual, y eso también me gustaba de ella. Me gustaba todo.

—Yo me metí una buena hostia en cuarto con los patines. Me hice un moratón que duró como dos semanas.

—Dios, tenía que haberlo visto.

Me dio un codazo en el brazo. Se revolvió el pelo para echarlo para atrás. Ese movimiento desde mi ángulo quedaba perfecto.

—¿Qué pasa?—me preguntó.

Seguramente se me habría notado que la estaba mirando.

—Nada, nada.

Se encogió de hombros y nos fuimos a dar una vuelta por el centro.

La iba mirando cada dos por tres de reojo. Más de una vez la pillé a ella echándome los ojos encima.

Estuvimos como una hora caminando y tuvimos que parar porque Ashley estaba cansada, claro que se me había olvidado de su resaca. Aunque no parecía que la tuviera.

—Debería irme a mi casa. Tengo un examen el martes—se excusó.

—Claro. Te acompaño.

Caminamos hacia su casa sin decir ni una palabra. Subí las escaleras con ella y me despedí. Iba a irme, pero me llamó.

—Dash.

—Dime.

Se lo pensó. Estaba buscando las palabras.

—Gracias.

—Para eso estamos, Heidi.

Cerró la puerta y yo me fui a mi casa a pensar.

 Ashley

Ashley eres gilipollas.

Ashley eres estúpida.

Ashley, pero ¿cómo se te ocurre?

Ashley, Ashley, Ashley.

Me reprochaba todo lo que hacía. Podría haberle dicho lo que sentía a Dash, pero ¿y si él no lo siente? Quedaré como una idiota. Además, yo no soy de esas que van diciendo un “te quiero” a todo el mundo porque ese mundo no me quiere a mí.

Me tumbé en la cama para ponerme a pensar. Esto es demasiado ñoño para mí, hasta en una película sería mala, muy mala. El típico chico bueno. Bah, eso daba asco. Pero Dash no, al revés, yo soy asco. Se merece a alguien mejor que yo. No quiero amargar la vida a una persona como él. Ya bastantes he destruido.

Me puse a estudiar durante unas cuatro horas o así. Llamaron a la puerta.

Miré por el agujero de la puerta y tuve que abrirla.

—Isa, ¿qué pasa?

—Me he dejado las llaves, que pava—pasó a tirarse en la cama para roncar como un… no sé. Un animal. Espera, ¿los animales roncan?

Qué más da, Ashley.

No pude seguir estudiando con los ronquidos de mi compañera de habitación, así que me a la biblioteca. Aunque sabía que iba la noche en la que Logan hundió la vida al rector, él encima de mí…

Basta. No has venido a pensar en ese ser sin sentimientos.

Me senté en la mesa más alejada posible para pasar desapercibida y poder concentrarme.

***

Me echaron de la biblioteca porque iban a cerrar. No pude concentrarme en ningún momento. Solo miraba la mesa en la que Logan me tumbó con brusquedad. Se me fue el santo al cielo, no hice nada, absolutamente nada.

Llegué a casa, pero Isa no estaba.

Lo normal.

Todos los días no dormía en casa, y, prefería no saber con quién se quedaba.

Me metí en la cama para dormir porque todavía notaba un poco la resaca.

***

Escuché un ruido extraño y la alarma que llevo dentro estaba activada.



#3686 en Thriller
#1897 en Misterio
#1561 en Detective
#966 en Novela negra

En el texto hay: misterio, secretos, amor

Editado: 15.10.2022

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.