Ashley
Lunes por la mañana.
Con mucho sueño.
Y, sin un plan en mente.
Hoy me tenía que reunir con Logan en la biblioteca de nuevo. La verdad, me daba pánico pisar ese lugar. Bueno, creo que me daba miedo estar a solas con Logan.
Me pasé por el forro las clases, cogí el coche y me fui a mi lugar preferido.
Mientras iba en el coche, puse la radio y salió mi canción favorita.
Cómo me encantaba esa canción. Me hacía sentir tan bien. Tan… yo.
Esa era la palabra: yo. Esa canción era como mía. Me sentía reflejada en ella. Cuando la escuchaba me relajaba.
Lost on you, es mi canción favorita y siempre lo será.
Llegué y aparco en medio de la nada. Abro la puerta para bajar del coche, la brisa me agita el pelo con suavidad. Me subo al capó del coche para tumbarme y cerrar los ojos y no pensar en nada.
No sé cuánto tiempo pasó, pero una moto aparcó al lado de mi coche.
Era Logan.
Sabía por qué venía de tan mala hostia. Pero no me daba miedo su reacción.
—¡¿A ti qué te pasa?!—me gritó.
—Cálmate y después me hablas con tranquilidad.
—¡No me lo puedo creer!
—Perdona por no aparecer, pero es que en realidad necesitaba despejar la puta mente porque no puedo con tanta mierda. ¡Estoy de mierda hasta las cejas por si no te acuerdas! ¡Y yo no puedo más! ¡Soy una puta bomba atómica y he explotado! ¡Así que si no te gusta, te jodes!—exploto. Necesitaba tirarle esas palabras. Puff… que a gusto me he quedado.
—¿Ir a la cárcel te jodería?
—¿Te jodería que te matase aquí mismo?—le encaro.
Soltó una risa irónica.
—Dime tu plan ahora y me iré.
—No tengo plan—dije sincera—. No quiero seguir con esto.
—No te irás.
—Sí lo haré.
—Pues atente a las consecuencias—me amenazó.
—¡A mí con amenazas no! ¡Qué la tenemos!
—Eso ya lo veremos—se puso el casco de la moto y se fue por donde había venido.
***
Salí de casa tranquila, ya no tenía que ir a la calle con agobio, con miedo, con pánico. Me puse mis cascos y escuché mi música para que no se hiciera un tostón el viaje al trabajo. Iba al ritmo del compás.
Un… Dos… Un… Dos…
Llegué a un paso de peatones y miré hacia los dos lados. Entonces crucé.
Pero, no sé de dónde salió el coche que me atropelló.
Logan
Estaba muy cabreado. No, estaba cabreadísimo. Ashley me había dejado tirado para el puto plan. Y yo intentando hacer justicia por ella.
POR ELLA.
Qué no hago justicia por alguien cualquiera.
Ella me ayudó con todo, pero en el peor momento me deja en la mierda.
Aparqué la moto en la acera de enfrente y vi a Ashley caminar hacia el trabajo. Miró el cruce para poder pasar. Un coche venía a toda hostia y no tenía intención de parar, así que, sin pensármelo dos veces, eché a correr a por ella. Corrí todo lo rápido que pude. Cuando llegué a ella, la cogí por la cintura y la empujé a mi lado para que no nos atropellaran a ninguno de los dos.
—Ashley, ¿estás bien?—le cogí de la cara.
No contestó, tenía los ojos rojos.
—¡¿Por qué has hecho eso?!—pregunta alterada.
—De nada por salvarte la puta vida.
—¡Merecía morir! ¡Me lo había ganado!
De nada, Ashley, para eso estamos los… ¿amigos? Bah, ¿qué más da?
—Es la segunda vez que te salvo la vida.
—No te dije que me salvaras—se levanta del suelo como si nada hubiera pasado.
Un crac sonó en mi interior. Haber… que las ñoñerías para los cursis, pero dolió esa respuesta.
No me lo esperaba de ella.
¿Por qué todo lo que hago es por ella? ¿Por qué? Si yo no hago nada por nadie. Es que ni me importa.
—Muy bien. Adiós—le dije.
Me fui a paso aligerado porque no quería matar a nadie. Tenía ganas de estrangular a alguien. Así que me fui al gimnasio de la universidad al saco de boxeo, a dejarme los puños en el puto saco que está más duro que una piedra.
En algún momento, mi mente proyectó la imagen de Ashley en el saco y no le pude dar más. Me desanimé, pero le di más fuerte después.
Estaba harto de todo el mundo.
Iba a irme de aquí.
Iba a vender la puta casa.
Quería marcharme.
Pero una vocecilla en mi mente decía que no, que esperara, que LA esperara.
Pero la ignoré. Llegué a mi casa y puse un cártel de se vende y punto.
Tenía que empezar de cero y sacar las cosas malas de la cabeza. Quería ser otro.
***
Mis amigos y yo estábamos en casa de Oliver porque había una fiesta.
Sí, yuju, que guay.
Mónica no apareció por la casa de mi amigo. Tenía sentido que no la invitara. Yo hubiera hecho lo mismo. Ashley vino de la mano de Dash con esas pintas suyas. Se puso las cosas esas en la cara y un vestido morado que también era corto y ajustado.
Sin darme cuenta, mis ojos recorrieron su cuerpo.
Concéntrate, Logan. Eso no te viene bien. Quieres cambiar, vas a cambiar.
La gente se empezó a apelotonarse en la pista de baile. Vino hasta un Dj, ni que estuviésemos en una discoteca.
Había gente bebiendo del barril de cerveza boca abajo. El chaval que había se pegó una buena hostia.
Isa nos llamó para jugar a otros de esos juegos estúpidos que hacen los de primero.
Estaban jugando al juego de las llaves. Vaya aburridos.
—¿Habéis jugado alguna vez a ciegas?—pregunté, aunque ya me esperaba la respuesta.
—¿Eso qué es?—pregunta un chaval de unos dieciocho años.
—Es un juego con un pañuelo en los ojos que cuando te encuentras con alguien le comes la boca—se rio Ashley.
—Pero no sabes con quién te besas—dijo el mismo chico.
Una sonrisa maliciosa se formó en los labios de Ashley.
—Esa es la gracia, enano. ¡Oliver! ¡¿Dónde hay pañuelos?!—le pregunta Ash desde lejos. Mi amigo se acercó y trajo un montón de pañuelos para el pelo. Dijo que eran de su hermana pequeña, que se había aficionado a los pañuelos en la cabeza. Me puse el puto pañuelo antes de darle una última mirada a Ashley que ella también lo hizo.
Editado: 15.10.2022