Dash
Estaba en el bar de enfrente, demasiado borracho. Oliver me estaba intentando consolar, pero no quiero esas ñoñerías.
Había bebido demasiado, pero la situación se pasaba.
—Casi nunca bebes, Dash. Deja la puta cerveza, ¡qué llevas diez, joder!
—Déjame, ¿vale?
—Es que ni te entiendo. ¿Qué cojones estás diciendo?
—¡Qué te calles, pesao!
—Vamos a casa—me cogió del hombro pero me zafé.
—¡No! Quiero bailar.
—Estás muy borracho, déjate de tonterías de niño pequeño. Qué ya eres mayorcito, hostia.
—Habla chucho, que no te escucho.
—Mira, haz lo que te dé la gana. ¡Estoy harto de hacer de niñera!
Me fui a bailar. No me puse a pensar en toda esta mierda porque quería dejarlo atrás. Me importaba una mierda lo que le pasara a mi familia. Bueno, es que ya ni debería llamarles así.
Familia
Palabra ridícula que no está en su diccionario.
Amor
Otra igual.
Sin pensar, llamé a Ashley, pero no me lo cogió. Me sentí egoísta por molestarla, pero necesitaba escuchar su voz. Era la única que me hacía sentir esos retortijones en la barriga.
Era la chica a la que quería con todo mi corazón.
Un par de tías se me arrimaron, pero yo solo tenía el pensamiento en mi Heidi.
En Ashley.
En ella.
Dejé de sentir cuando me fui al baño a vomitar.
***
Logan
—¿Otra vez?—grité.
Ella no dijo nada. Cerró la puerta tras su espalda con el pestillo.
Bravo, Logan. Muy bien por no haberlo hecho tú antes.
Aplauso para la persona más inteligente del mundo.
Gracias, mi público. Gracias.
Se escucharon como pasos y ruiditos extraños que no les di importancia.
Bah
De un momento a otro, la cortina de la ducha se abrió de un tirón. Viéndola totalmente desnuda.
¿Perdona? ¿Qué me he perdido?
—Hola—saludó con picardía.
Ahora enserio, ¿qué le ha dado?
—¿Me haces un hueco?—no me dio tiempo a responder porque se metió a mi lado, rozando su pecho contra el mío.
Se puso debajo de la ducha y cerró los ojos. Verla así, desnuda, de la nada, fue un poco impactante. No me lo esperaba.
—¿Vas a estar todo el día mirándome?
—Bueno… yo…—me rasqué la nuca.
Me estaba ganando, y ella lo sabía.
Se dio la vuelta para coger el champú. Me rozo a mi amigo con su culo que no pude evitar mirarlo.
Hostias
Se lo aplicó en el pelo y la espuma empezó a caer por sus hombros.
Se aclara el pelo y hace lo mismo, pero con el jabón.
Empieza a restregarse la mano por todo su cuerpo. Me quedo embobado. Es que….
—¿Me ayudas?
—¿Eh?
—¿Puedes darme por aquí?—se da la vuelta para señalarse la espalda.
Ah.
—Eh… sí, claro.
Echó jabón en mi mano y empiezo a esparcirlo por su espalda lentamente.
Esto no iba a quedar así.
Ashley
Mi plan funcionó. Fue la primera vez que vi a Logan nervioso.
Su mano desciende para llegar casi a mi culo, pero la vuelve a subir. Yo me quejo, creo que se ha notado.
Mierda
—¿Qué quieres, Ashley?—pregunta. Esa manera de decir mi nombre me daba escalofríos.
—A ti.
Ups, ¿lo había dicho en voz alta?
—Aquí me tienes—arrastra su mano hacia mis amigas, que las agarra con furia.
Me retorcí un poco, y por instinto o lo que fuese, apoyé mi cabeza en su hombro.
¿Por qué Logan me atraía tanto? ¿Por qué quería tanto estar con él todos los días?
Pero yo quería a mi rubito.
Pero a la vez quería que hiciera ese pensamiento turbio que tenía en su mente.
Así que me dejé llevar.
En ese momento, solo pensé en mí, en lo que estaba deseando desde hace mucho tiempo.
Pero sabía que no iba a poder parar una vez que empezase.
Y eso era lo que más me aterraba.
***
Al día siguiente fuimos a la Calle Violeta del centro 13 para ver si los padres de la chica seguían viviendo allí.
—¿Ashley? ¿Estás bien?—me preguntó Logan mientras me agarraba de la mano. Yo negué con la cabeza. No podía hacer eso.
—No puedo hacerlo. Es que…
—Claro que puedes.
—No, no puedo—dije mientras movía la cabeza de un lado a otro entre lágrimas.
—La Ashley Diamond que yo conozco sería capaz de todo lo que propusiera.
—Esta Ashley está rota.
—Yo creo en ti. Sé que puedes afrontar tus problemas, y eso te hace valiente.
—¿Me estás llamando cobarde?
—No, todo lo contrario. Eres valiente, cabezota, eres fuerte. Eres tú, joder. Échale valor, yo confío en que puedes hacerlo.
Sus palabras me dieron esperanza, me hizo sentir mejor. Y en estos momentos sabía en quién podía confiar.
—Bien.
—¿Bien qué?
—Que tienes razón.
Me sonrió de forma burlona—Siempre la tengo.
Bufé. Siempre con sus bromas estúpidas—¿Vas a llamar al puto timbre o esperas a que la puerta se abra sola?
—Ya vuelvo a ver a la Ashley irritante y mandona—no me dio tiempo a contestar porque llamó a la puerta. Yo me acerqué—. Se supone que no están en casa.
—Y llevas razón. Ven conmigo—le cogí de la mano y fuimos hasta la parte de atrás de la casa.
—¿A dónde vamos?
—A ver si hay una puerta trasera o algo así.
—¿Y si no la hay?
—La horquilla siempre funciona, amore. Ya deberías de saberlo—le contesté con una sonrisa.
—La alumna ha superado al maestro.
—Yo nunca fui la alumna.
Se quedó pensando mientras yo forzaba la cerradura—Definitivamente, eres la mejor maestra.
—Déjate de chorradas y ayúdame.
La puerta se abrió y entramos con mucho cuidado. La casa estaba decorada de una manera diferente de como yo la recordaba: cortinas negras, muebles negros, suelo negro…
Editado: 15.10.2022