Manuel Burgos era un hombre común, su rostro era varonil, no era alguien por el que las
chicas se volvieran locas, pero, tampoco, era feo, tímido con las mujeres, pero, en su
profesión mostraba su talento y su aplomo para defender a los clientes, no se amedren-
taba, en los tribunales, allí mostraba su verdadero carácter.
Conocía a Andy desde que eran chicos, siempre estuvieron juntos, disfrutaban jugando
cuando eran pequeños y luego cuando fueron creciendo siguieron la amistad, compar-
tieron sus alegrías y también momentos tristes. Concurrieron al mismo colegio primario,
luego allí mismo, en ese instituto privado continuaron el secundario, Manuel decidió es-
tudiar abogacía, Andrés no quiso continuar en la Universidad, desde que era un niño
quiso ser fotógrafo, al principio el padre no estuvo de acuerdo y le aconsejaba, más bien
lo presionaba para que estudiara una carrera universitaria, le hacía notar que era inte-
ligente, que siempre tuvo buenas calificaciones y que no debía desperdiciar su talen-
to, ante la negativa de Andrés, le ofreció una alternativa, que no abandonara la fotogra-
fía, pero, que la complementara con estudios académicos. Andy era obstinado cuando
defendía su deseo y no permitía que nadie se inmiscuyera, aunque fuera su propio pa-
dre.
Manuel fue viendo crecer a Isabella, la hermana de su amigo, y transformarse en una
hermosa mujer, y no tardó en enamorarse de ella, pero, nunca se lo dijo, jamás se animó
y menos aún se lo hizo saber a Andy. Cuando se enteró de lo sucedido con Carla, que
Andrés fue detenido y acusado de su crimen, se angustió mucho, sabía que su amigo era
inocente, era imposible que hubiera matado a su mujer. Pensó en como se sentiría, que-
ría ayudarlo, pero también supo que Isabella trataría de conseguir que el doctor Antonio
Ocampo lo defendiera, él lo conocía fue también su profesor y lo admiraba, no estaba mo-
lesto con ella por no pedirle que él fuera su abogado, por el contrario sabía que la mu-
chacha quería lo mejor para su hermano y el doctor Ocampo era el mejor abogado,
admiró aún más a Isabella, por intentar convencer a su profesor de que representara a
Andy y estaba convencido de que lo lograría.
Iba a ir a visitar a su amigo en la comisaría donde estaba alojado, fue a su cuarto, se cam-
bió de ropa, se puso un pantalón de sarga gris, una camisa y un saco sport.
Condujo su automóvil, iba sereno, pensando en que debía levantarle el ánimo a Andy,
estacionó el coche y entró en el edificio policial, se presentó, le dijeron que debía espe-
rar unos minutos. Cuando se encontraron, no hubo palabras, no hacía falta, se fundieron
en un fuerte abrazo. Después se sentaron en unas silla plegables que había en ese
cuarto, Andrés estaba abatido, pero, después de ese reconfortante mimo de su amigo,
sus ojos negros se llenaron de chispitas, como si en esos pocos segundos hubieran
recobrado vida.
_ hermano, me hiciste tanta falta, me ahogo aquí adentro, espero que esto ter-
mine de una vez.
_ claro que sí, Andy ya vás a ver que todo volverá a la normalidad, pronto estarás
de vuelta en el estudio, tu abogado de lujo te sacará de aquí.
_ Manu, sabés que me hubiera gustado que vos me defendieras, sé que también
lo hubieras conseguido, confio en vos, pero, ya sabés mi hermana…
_ tranquilo, viejo, tu hermana tiene razón, el doctor Ocampo es un número uno y
sin lugar a dudas logrará que te absuelvan.
_ sí, eso espero, porque no creo poder aguantar mucho más este encierro y si soy
condenado, Manu te juro que no lo podré soportar, no sobreviré en la cárcel.
_ no te preocupes, yo te voy a dibujar una ventana en la pared de la celda y le voy a pintar
el cielo azul y un enorme sol _ se rió Manuel_.
_ te acordás, como cuando éramos chicos y hacía alguna travesura, la maestra no me
permitía salir al recreo, me angustiaba mucho.
_ pero, ahí estaba yo, te dibujaba una ventanita en la pared y te la pintaba de azul y vos
sonreías.
_ amigo, siempre estuviste a mi lado cuando te necesité, siempre conté con vos y con tu
familia, en los momentos difíciles, cuando perdí a mis padres, ustedes nos ayudaron mu-
cho a mí y a Isabella.
_siempre voy a estar Andy, para vos y para tu hermana, como también estuviste cuando
me hizo falta un amigo. Pero, ahora contáme lo que pasó con Carla.
_ no sé, te soy sincero, no lo entiendo, sólo puedo decirte que soy inocente.
_ pero, por favor, eso ya lo sé, decime que ocurrió esa noche, tratá de recordar, estuvi-
mos juntos con Lito y con Riqui, fuimos al pub, y después íbamos a ir a lo de Riqui a ju-
gar a las cartas, pero, vos decidiste volver a tu casa temprano.
_ así es, estaba cansado y además quería estar en casa cuando volviera Carla.
_ y entonces, que fue lo que pasó.
_ llegué al edificio, subí por el ascensor a mi departamento, abrí la puerta y entré me
me sorprendió ver que la luz del living estaba encendida, yo estaba seguro de haber-
la apagado, me alegré pensando que Carla había venido temprano y la llamé pero, no
obtuve respuesta, entonces concluí que yo en realidad no la había apagado, me serví
un wisky, me senté en el sofá a esperarla. Al cabo de unos minutos, escuché un ruido
muy fuerte, de manera instintiva me asomé a la ventana, creía que había explotado un
neumático, pero, no ví nada, volví a sentarme, y de nuevo escuché un estallido, corrí
a la cocina, temiendo que haya explotado el calefón, pero, allí estaba todo en orden, sa-
bía que el ruido provenía de adentro del departamento y decidí entrar en la habitación,