Miedo a la verdad

Capítulo 17

El día despertó con un manto gris, era uno de esos días en que a Isabella le hubiera gus-

tado quedarse un rato más en la cama, pero, era lunes y las obligaciones esperaban por

ella y siempre fue una persona responsable, se levantó sin remolonear demasiado, tenía

puesto una piyama abrigada, entró al cuarto de baño, se lavó la cara y cepilló sus dientes,

abrió la canilla de la ducha, se desnudó y se dio un baño refrescante, hubiera preferido,

meterse en la bañera y hacer un baño de inmersión para relajarse, pero, no tenía ese

tiempo que necesitaba para ella, lo haría por la noche. Se vistió rápidamente, cepilló su

abundante cabellera y fue a la cocina para tomar un desayuno, bebió café con leche y se

preparó tostadas.

Ya era hora de ir a la facultad, llegó a horario para asistir a su clase, ese día no le tocaba

ser ayudante de cátedra del profesor Ocampo. Cuando finalizó su cursada, fue al baño y

se retocó el maquillaje, que era muy natural y se puso unas gotas de su perfume favorito.

Partió hacia el estudio de Antonio, era su primer día de trabajo, estaba inquieta, se sentía

un poco nerviosa, al llegar tocó el portero eléctrico y una voz femenina le preguntó quien

era, se anunció y la mujer le dijo que esperara, un muchacho bajó del ascensor y le abrió

la puerta, el muchacho la saludó cordialmente y la condujo hacia la oficina.

Se quedó esperando en la entrada del estudio que alguien la recibiera y buscó con la

mirada al doctor Ocampo pero, no lo vio, una mujer relativamente joven, tendría unos

cuarenta y cinco años, se le acercó

_ vos sos la alumna del doctor Ocampo, me dijo que harías una pasantía aquí, soy la

doctora Bárbara Carranza. Abogada y a cargo del estudio, este será tu escritorio, poné-

te cómoda, si querés café no tenés más que pedirle a Tito es el cadete

Isabella obedeció, se quitó el abrigo que llevaba puesto y lo colgó en el perchero cer-

cano a su escritorio, donde había un teléfono, en todos las mesas de trabajo había uno,

también una noteboock, contó cinco escritorios en esa habitación, pero, separada por

una pared de durlock se notaba que el estudio continuaba, se le acercó una chica, más

o menos de su edad y le sonrió

_ así que sos la pasante, yo soy Clara trabajo en el estudio, ya hace algún tiempo, tam-

bién estudio derecho

_ hola Clara, mi nombre es Isabella y estoy cursando mis últimas materias en la facultad,

aunque aún me falta para recibirme

_ sé que sos ayudante de cátedra del doctor Ocampo, debés de tener muy buen prome-

dio, ya que dicen que es muy estricto para elegir ayudante y más aún para darte la opor-

tunidad de que aprendas mucho en su estudio

Isabella, se sonrió, también en señal de que le caía bien su compañera de trabajo, pero,

advirtió que Antonio no había dicho nada sobre el verdadero motivo de que estuviera en

el estudio, y se lo agradeció en silencio.

_ sí, -contestó Isabella, tengo buenas calificaciones y le estoy muy agradecida al doctor

que me haya dado esta oportunidad, décime Clara, hay más abogados en el estudio?

_ sí, en la parte de adelante están los empleados, todos estudiantes de derecho, hasta

el cadete, que está haciendo el CBC, ya los irás conociendo, y en la parte de atrás, hay

dos oficinas, una le pertenece a la doctora Bárbara, que ya conociste y es nuestra je-

fa, la que comparte con el doctor Quiroga, es un abogado joven, quien hará unos

cuatro o cinco años que se recibió, y no hace más de seis meses que trabaja con

nosotros, y la otra oficina, que es algo más grande, es la del doctor Ocampo, aunque

casi siempre está vacia, ya que él tiene muchas actividades, y no tiene demasiado

tiempo para estar aquí, deja todo en manos de la doctora Bárbara

_ te agradezco Clara, me diste una detallada descripción de la organización del estu-

dio

_ sabés Isabella, aunque es la primera vez que te veo, siento que me vas a caer bien

_ eso espero, vamos a trabajar un tiempo juntas, a mí ya me caes bien

La doctora Bárbara se acercó al escritorio de Isabella, y Clara fue a sentarse al suyo

_ bueno Isabella, ya vas a tener tiempo de conocer a tus compañeros, sé que a las

seis de la tarde tenés que retirarte, ya sabrás que el estudio abre a las nueve de la

mañana y nosotros nos retiramos a las veinte horas

_ sí lo sé, pero, el doctor Ocampo, me autorizó a trabajar desde la una de la tarde has-

ta las dieciocho

_ no te preocupes estoy enterada de tus horarios, sólo te informaba el del estudio, ahora

dejáme que te explique cuales serán tus tareas aquí

_ ah sí, claro, estoy ansiosa por ponerme a trabajar

_ tu trabajo será ocuparte del recorrido a los Tribunales, llevar los escritos y hablar con los

secretarios de los juzgados y de los fiscales, de a poco irás aprendiendo toda la dinámica,

ya que no es lo mismo la teoría que la práctica

Isabella se sintió desilusionada, pensó que tendría más injerencia en las actividades den-

tro del estudio y así se lo hizo saber a su jefa.

_ o sea, que voy a ser las tareas de un “che pibe”, o algo así

_ oh, no, para eso tenemos al cadete, tu trabajo es más complicado que el de él, sin des-

merecer el trabajo de ningún empleado de este estudio, se aprende mucho más haciendo

Tribunales, que estando aquí en la oficina, te lo puedo asegurar

_ disculpéme, doctora, sé que no tengo experiencia, pero, creo que puedo aprender aún

más, leyendo los informes y demás escritos que se redacten aquí,  estudiándolos, y has-

ta tal vez, copiarlos en la computadora.

_ sé que sos una excelente alumna, muy aplicada, pero, para copiar los escritos tenemos



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En el texto hay: intriga y romance, suspenso

Editado: 19.03.2022

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