Isabella, aún no tenía novedades con respecto a su hermano, trató de comunicarse con
Manuel, pero, le fue imposible hacerlo. Llegó a la facultad y cursó su materia, luego ten-
dría que ir a la clase del profesor Ocampo, para ayudar en su cátedra, lo vio llegar, tan
elegante y atractivo que no pudo dejar de mirarlo.
Los estudiantes se quedaron en silencio cuando lo vieron, le tenían respeto, pero, por
otra parte, quedaban fascinados con sus disertaciones, eran entretenidas y al mismo
tiempo, esclarecedoras.
Saludó a Isabella con un movimiento de cabeza y dictó su clase, al finalizar, los alumnos
se fueron retirando, el profesor se acercó a su ayudante y le habló despacio, tan despacio
que a ella le costó oírlo.
_ Isabella esperáme en el restaurante de siempre
Ella no contestó, sólo movió su cabeza afirmando y se retiró, entró al restó, miró hacia
donde se encontraba la mesa que ocupaban cuando comían juntos, estaba vacía, fue
hacia allí y se sentó. El mozo le sonrió a modo de saludo, respetuosamente, sin ninguna
clase de ironia.
Pasaron quince largos minutos, en los que Isabella estaba impaciente, ya que temía lle-
gar tarde al estudio, lo vio acercarse estaba serio, ni su mirada, ni su rostro expresaban
nada que le hicieran notar que sucedía, a veces le era imposible descifrar sus emociones,
se sentó frente a ella, sin disculparse por la demora. Llamó al mozo e hicieron el pedido,
él como siempre su salmón con verduras grilladas, ella una picada de mariscos, Antonio
pidió su vino preferido.
Isabella quería preguntarle como seguía el caso de su hermano, sabía que tuvo la audien-
cia con el juez, pero, se limitó a decir
_ no me gustaría retrasarme, no quiero llegar tarde al estudio
_ no lo harás, yo tengo que ir también, así que voy a llevarte
_ gracias, Antonio –dijo Isabella recordando que él le pidió que lo tuteara cuando estuvie-
ran solos, ahora podés contarme que sucedió en la audiencia
_ relajáte, vamos a disfrutar del almuerzo y luego, hablaremos
Isabella volvió a sentirse frustrada, pero, lo entendió, y trató de calmar su inquietud,
comieron, conversaron, él parecía más distendido, de buen humor, hasta se animó a ha-
cer alguna que otra broma y los dos rieron, Isabella sabía que cuando entraba en con-
fianza o se sentía seguro, sacaba a relucir su humor irónico, a veces ácido, pero, que no
resultaba desagradable, sino más humano y divertido, lo hacía algunas veces en la cla-
se, cuando la ocasión lo ameritaba, y los alumnos lo festejaban.
_ decíme, como fue tu primer día de trabajo te sentiste cómoda o te arrepentiste de haber-
melo pedido.
Isabella rio, con esa risa suya sonora y tan especial
_ no, por supuesto que no me arrepiento, creo que me sentí como pez en el agua, como
que estaba en mi lugar
_ por supuesto, además Bárbara me informó con detalle, estaba muy conforme con vos,
también yo sabía que no me equivoqué al aceptarte.
_ gracias, Antonio, haré lo posible por no defraudarte
_ no, para mí eso es insuficiente, espero de vos mucho más que lo posible, para cumplir
con tu trato.
Isabella de nuevo se sintió incómoda con la respuesta del profesor, pero, se sonrió y a-
ceptó el reto
_ ahora hablemos de Andrés, quiero saber que pasó
_ tratá de ser más objetiva, de no mezclar tus emociones, este es un proceso lento y hay
que respetar los tiempos de la justicia
_ lo sé, sólo quiero saber como estaba mi hermano, estuviste con él
_ por supuesto, y estaba más relajado que vos ahora
_ y ahora como continua todo
_ deberías saberlo, sos una estudiante avanzada, el de ayer fue un trámite, importante sí,
pero, sólo un trámite, ahora sólo hay que esperar que el juez resuelva, contesté a tu in-
quietud?
_ de acuerdo todo eso lo sé, pero, ahora necesito otra cosa, sentir que para vos no es un
caso más, sino que vas a hacer todo para ayudar a mi hermano
_ de eso podés estar segura, pero, si pensas que con mi defensa tu hermano tiene la
libertad asegurada, esto no funciona así, chiquita, todo depende de lo que crea o no
el juez, en ultima instancia él resolverá de acuerdo a sus convicciones y apegado al
Código penal
_ con eso me alcanza, confio en vos y sé que le vas a dar la mejor defensa a Andrés
_ otra cosa, que quería decirte, si descubro que me miente o me oculta cosas, renunciaré
a ser su abogado, aunque eso me cueste perder tu amistad y tu colaboración
_ acaso, crees que no es sincero con vos, yo confio en Andrés, sé que es inocente, es
incapaz de matar a nadie
_ mirá, aún no sé si me miente o no, pero, pienso que algo está ocultando y me gusta-
ría saber de que se trata
_ conozco a mi hermano, y sé que no tiene nada que ocultar, siempre fue transparente,
jamás me ocultó nada, quizás de niño alguna vez intentó hacerlo, pero, rápidamente lo
descubríamos con sólo mirarlo a los ojos
_ eso suena a amor incondicional de hermana, y a descubrir una travesura infantil, pero,
ahora, estamos hablando de un crimen del que fue acusado, y de que todas las pruebas
están en su contra, sé que es difícil separar los sentimientos de la realidad de los hechos,
pero, pensá como una futura abogada y olvidáte por unos minutos de que se trata de tu
hermano, decime que opinarías del caso
_ no lo sé, creo en mi hermano, y no puedo opinar en forma objetiva, nunca podría ser su
abogada, lo amo demasiado
A su pesar a Isabella se le llenaron los ojos de lágrimas, con un gesto de impotencia lim-