Manuel estaba inquieto, molesto con la propuesta que le hizo el doctor Ocampo, piensa
que se apresuró, y no comprende cómo es que no pudo encontrar algo que pruebe que
Andy es Inocente, ni siquiera que genere una duda en el jurado, está seguro de que lo
mejor sería que tuviera un juicio justo, apenas llegó a su departamento llamó a Charly
Rosco.
Ël y Charly habían sido compañeros en la Universidad, los dos estudiaban abogacía, Ma-
nuel estaba seguro de su vocación, algunas veces Charly se reía de su afirmación de que
siempre iba a defender a sus clientes, siempre y cuando creyera en su inocencia
_ ja, ja, ya te quiero ver cuando tu cliente termine confesándote que es culpable, pero,
que si lo defendés hay muchos billetes para pagar tus honorarios, eh, Manuel
_ no viejo, yo no transo, y creo que vos tampoco lo harías, si es culpable no hay trato
_ pero, así, nos moriríamos de hambre _ decía Charly entre risas, y terminaban riendo
juntos.
Charly era un muchacho agradable y divertido, Manuel le tenía un gran afecto, y sabía
que podía contar con él, después del segundo curso juntos, y a pesar de que tanto el
uno como el otro tenían buenas calificaciones, una mañana Charly lo llamó por teléfono, y
le dijo que no asistiría a la clase, pero, que cuando saliera de la facultad, se reuniera
con él, en el barcito de siempre, allí su compañero le contó que abandonaría la abogacía,
aunque a Manuel le apenó su decisión, la respetaba, por otra parte no le sorprendió de-
masiado, el padre de Charly, ya fallecido, había sido comisario y él lo admiraba, de niño
soñaba con ser policía, pero, la madre le insistió en que sería mejor que estudiara alguna
carrera en la universidad, pero, ahora se daba cuenta que quería seguir los pasos de su
padre.
A Charly no le gustaba dramatizar, y al ver la cara afligida de su amigo, le dijo, que de
todas maneras no era el fin de la amistad, que seguirían en contacto, por fin Manuel,
se sonrió, y empezaron a bromear
_ sabés que pasa amigo, vamos a estar en conflicto, porque yo quiero atrapar a los ma-
los, pero, vos seguro que como buen abogado y listo, que vas a ser, enseguida los vas a
sacar de la cárcel
_ vos estás loco, reía Manuel, yo no voy a defender a tus detenidos, claro si son real-
mente culpables
Charly estudió en la escuela de oficiales de la policía, una vez recibido ejercicio su pro-
fesión con dignidad, seguía comunicándose con Manuel y algunas veces se reunian para
recordar viejos tiempos y divertirse un rato. Unos años después, decidió que quería per-
tenecer al grupo de investigadores de la entidad, aunque no estaba de acuerdo con los
procedimientos de algunos policías, estaba orgulloso de la carrera que iba forjando, pero,
cuando le pusieron trabas para incorporarse al departamento de investigaciones, decidió
renunciar, y abrir su propia agencia de detectives privados, realmente le iba muy bien.
Al principio tuvo que esforzarse mucho para hacerse de una buena reputación, alquiló una
oficina, en un barrio céntrico, apenas, consiguió hacerse de una pequeña clientela, con-
trató a una joven, llamada Elena, para que fuera su secretaria y recepcionista. Comenza-
ron a llegar muchas personas a la agencia requiriendo sus servicios, la mayoría reco-
mendados por otros clientes satisfechos, y también convocados por publicidades en las
que invertía.
Así empezaron a desfilar por su oficina, mujeres celosas que desconfiaban de sus mari-
dos y le encargaban que los siguiera, también familiares de personas desaparecidas, a
quienes la policía había dejado de buscar, y que Charly en muchas ocasiones encontra-
ba, éstos casos lo entusiasmaban, sobre todo cuando se trataba de niños, ya que
se sentía feliz cuando los encontraba y podía devolvérselos a sus familias, además eran
trabajos bien remunerados, también colaboraba con algunos abogados investigando en
toda clase de delitos, y esto era realmente lo que más le apasionaba.
Charly era un hombre atractivo, tenía éxito con las mujeres, tenía una buena posición eco-
nómica, y aún no estaba dispuesto a formar una familia.
Un par de años atrás decidió tomar clases de artes marciales, era un tema pendiente, ya
que siempre le habían interesado, se anotó en una academia, allí conoció a Gitano, era el
profesor y además el dueño del instituto, daba clases de distintas disciplinas, sus alumnos
más avanzados, hacían las veces de ayudantes, quienes entrenaban a los que recién lle-
gaban. Era muy alto y musculoso, un tipo de buenos sentimientos, pero, su carácter era
irascible, si algo le molestaba, y muy estricto con la disciplina, no era proclive a bromear,
ni permitía a sus alumnos hacer chistes.
A veces Charly lo provocaba con una broma o un gesto gracioso y Gitano se molestaba
mucho y les daba un sermón a todos
_ señores, aquí vienen por propia voluntad a aprender a defenderse, este no es un lugar
de esparcimiento, y él que no lo entiende así, lo invito a dejar de asistir a mis clases
_ pero, profe _ insistía Charly_ convengamos que no estamos en un entrenamiento mili-
tar, distendernos un poco, nos permite retomar con más energía y concentración
Gitano se ponía furioso ante la insistencia de su alumno, pero, no le seguía discutiendo,
porque según el profe era una pérdida de tiempo y continuaba con la clase siendo aún
más estricto.
En una oportunidad, en que ya había finalizado el entrenamiento, los alumnos se fueron
marchando, la clase terminaba a las veintidós horas, cuando Charly salió de la academia,