Miedo a la verdad

Capítulo 38

Isabella se levantó temprano, aún no podía dejar de pensar en su cita con Antonio, reme-

moraba una y otra vez lo que habían hablado, la seducía la idea de tener un romance o-

culto con su profesor, pero, al mismo tiempo le daba miedo a que alguien los viera o que

sospecharan de que había algo entre ellos, aunque lo disimulaban muy bien, además mo-

ría de ganas de contar que estaba enamorada. Aún sentía en la piel sus caricias, y en la

boca el sabor de sus besos; tomó un desayuno liviano, un cortado y un jugo de naranjas,

tenía puesto todavía su piyama, miró la hora, se dio cuenta que tenía poco tiempo, para

salir, así  que se dio una ducha rápida, se vistió y salió del edificio rumbo a la facultad,

cursó sus materias, ese día almorzaría sola, ya que Antonio le había avisado que no iría

al restaurante, entró a otro local de comida, no quería ir al de siempre sin Antonio, pidió

una milanesa a la napolitana con una ensalada completa, bebió una gaseosa, y no pidió

postre, tenía los minutos justos para ir al Estudio.

Se dirigió a la parada del colectivo que la llevaría al trabajo, allí se sentó en el banco, has-

ta la llegada del micro, escuchó la campanilla de su celular, lo buscó en el bolso y se fijó

quien la estaba llamando, era Sofia, atendió la llamada.

_ hola Sofi, pensé en llamarte, tengo muchas cosas que contarte, pero, te me adelantaste

_ sí, claro, si yo no te llamo, no sé nada de vos, te olvidás de tu amiga

_ ay, Sofi, si se sabés que te adoro, es que estoy agotada entre mis estudios, el trabajo

en la oficina de Antonio, las clases en el colegio, cuando llego a mi casa sólo pienso en

comer y meterme en la cama

_ no necesitás darme tantas explicaciones, te perdono, amiga, pero, con una condición

quiero que esta noche vengas a cenar a casa, prepararé algo rico, y nos contaremos

todas las novedades.

_ de acuerdo, tengo ganas de verte y de paso no tendré que cocinar, cuando salga del

Estudio, iré directamente para allá, cenaremos temprano, porque las dos debemos le-

vantarnos temprano

_ perfecto, te espero

Isabella se despidió y cortó la comunicación, ya venía su colectivo. Llegó a tiempo al tra-

bajo, completó todas sus tareas, hizo Tribunales, y luego encarpetó todo, aprovechó el

tiempo para ir aprendiendo algo todos los días, sus compañeros le tenían afecto, se sen-

tía cómoda en ese ambiente, sus superiores la trataban con respeto y la doctora Barbara,

como le había prometido, le fue enseñando otras tareas.

Con Clara se habían hecho cercanas, conversaban cuando tenían algún rato libre, aun-

que no se hacían confidencias, no habían llegado a ser íntimas.

Cuando terminó su horario de trabajo, Isabella fue al tocador, se cepilló el cabello, reto-

có su maquillaje, luego se despidió de todos y se retiró.

Llegó hasta donde debía tomar el colectivo que la llevaría hasta la casa de su amiga, tu-

vo que correr para no perderlo.

Viajó sentada, y pensaba en todas las cosas que habían pasado en este último tiempo, el

crimen de Carla, la detención de su hermano, su futuro incierto, todo eso muy doloroso,

pero, todo no fue nefasto, su trabajo en el Estudio le gustaba, estaba aprendiendo mu-

cho, temas prácticos que no le enseñarían en la facultad.

Así estaba concentrada en sus pensamientos, cuando se dio cuenta que ya tenía que

bajarse

Caminó hasta la casa de los padres de Sofía, tocó el timbre, enseguida apareció su ami-

ga para recibirla. Se dieron un fuerte abrazo y entraron, Stella la mamá de Sofi, se hacer-

có para darle la bienvenida

_ hola, Isa, cuánto hace que no venís por acá, te extrañaba, te olvidaste de tus amigos

_ claro, que no, Stella, sabés como los quiero, pero, te habrá contado Sofi, estuve muy

complicada con muchas cosas

_ sí, ya lo sé querida, no te reprocho nada, es sólo que queremos verte de vez en cuan-

do

_ lo prometo, voy a acomodar mis horarios, para poder hacerles una visita más seguido

_ te tomo la palabra, y ahora sentémonos a la mesa, pronto estará la cena

_ pero, y tu marido Stella, donde está, que quiero saludarlo?

_ ah, no Francisco, tuvo que ir a ver a su mamá, ya está mayor, y tuvo una fea caída, es-

tá internada, es en provincia, así que va a quedarse un par de días por allí en casa de su

madre

_ ah! qué pena, lamento lo de la mamá,  supongo que ya lo extrañarán

_ por supuesto, Francisco es un hombre, al que todos extrañan, desde nosotras, hasta

sus vecinos, también los comerciantes, ya sabés como es, para todos tiene una palabra,

y una ayuda si es necesaria, pero, bueno, serán unos pocos días, si mi suegra mejora,

pero, de todas maneras el fin de semana iremos a visitar a la abuela de Sofi, y lo

veremos, te debe llamar la atención que no esté como siempre en la cocina, pero, esta

noche, ocurrió un milagro, Sofía decidió cocinar, y me prohibió ir a husmear. Se sentaron

a la mesa que ya estaba puesta, con los platos, cubiertos, las servilletas dobladas en

forma de flor, un detalle de Sofía, las copas, pronto apareció la joven trayendo una fuente,

caminaba despacio para que admiraran su trabajo, Stella e Isabella la aplaudieron entre

risas.

Había preparado pollo al horno, muy bien adobado, con unas exquisitas papas, y tam-

bien una ensalada completa, que sabía que le gustaba a su amiga, comieron estaba

todo muy sabroso, según la opinión de los comensales, también había preparado

flan para el postre y trajo dos potes, uno con crema y el otro con dulce de leche, como

solía hacerlo su madre, sabía que a Isabella le encantaba, además del helado. Stella



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En el texto hay: intriga y romance, suspenso

Editado: 19.03.2022

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